
Cierto que a ningún equipo le gusta perder, ni en un amistoso aunque sea de pretemporada, pero lo sucedido en Atlanta este martes 1 de julio deja un sabor bastante amargo para los Rayados y sus seguidores por la manera de quedar eliminados del Mundial de Clubes 2025.
Cuando parecía que sería una goleada marca Inter Miami ante el París Saint-Germain, el Monterrey se levantó de la lona (2-0 en el primer tiempo), para poner contra la pared a los alemanes del Borussia Dortmund en la parte complementaria.
Un gol tempranero de Germán Berterame abrió la caja de los sueños para los Rayados y, lo que nadie pudo imaginar dentro del estadio de Atlanta y tras las pantallas de la televisión: que un equipo de la modesta Concacaf pudiera dejar fuera en octavos de final al subcampeón de la Champions de 2024.
Con un “Tecatito” Corona irreconocible en la cancha que trajo vuelta loca a la defensa germana, la oportunidad de enfrentar al Real Madrid en cuartos de final era posible, y con ello hacer historia en el primer Mundial de Clubes de la FIFA con 32 equipos.
Pero se atravesó el árbitro argentino Facundo Tello que no marcó un claro penalti contra el “Tecatito”, empujado por la espalda dentro del área y fue sacado de balance antes de disparar al arco, con lo cual el marcador se hubiera puesto 2-2.
Y los asistentes de arriba del VAR tampoco lo requirieron para que fuera a verificar la jugada en la pantalla -¿raro o con dolo, no?-, porque de haber revisado la acción hubiera marcado la pena máxima y abría las esperanzas para los Rayados.
¿Pero quién diablos eligió a un nazareno argentino para pitar el juego? ¿Acaso el directivo de FIFA que decidió tal aberración no sabía que hay un pique entre los clubes mexicanos y los argentinos, desde aquel mañoso y tendencioso arbitraje de 2015 cuando Tigres perdió la Copa Libertadores ante River Plate?
Lo hecho hecho está. Y cuerpo técnico, directivos y el plantel del Monterrey volverán con la frente en alto, tal como lo hizo Tigres cuando Conmebol les robó la copa simplemente porque el orgullo argentino no permitiría que los mexicanos fueran campeones.
En días anteriores al Mundial de Clubes conocí ese capítulo negro del futbol que afectó a Tigres, por eso no logró entender cómo hay seguidores felinos que disfrutan la eliminación de Rayados, cuando fue el Monterrey con su empate ante River Plate que, de cierta manera, cobró esa deuda de 2015.
Cierto el futbol es pasión, más cuando hay una rivalidad entre dos clubes locales, pero también tiene sus momentos de unión de aficiones como lo viví en Pasadena, California, en dos partidos de Rayados donde estuve presente.
Cuando aficionados de Toluca, Pumas, Xolos, Necaxa, América y San Luis, estuvieron en las tribunas del Rose Bowl apoyando a México, a once futbolistas en la cancha vistiendo los colores azul y blanco de Rayados.
Así debe ser el futbol: sin odios, sin locos en las tribunas, pero sobre todo sin raras decisiones dentro de la FIFA como fue designar a un árbitro argentino para sacar al Monterrey del torneo y poner al Borussia Dortmund en cuartos de final.
En otro espacio abordaré mi experiencia, con mi esposa y mis dos hijos, de estar en las tribunas del Hard Rock Stadium de Miami en el partido del Real Madrid contra la Juventus, y ver jugar a Mbappé, Valverde, Vinícius, Rudiger y Modric… ¡Por favor despiértenme!