
Hace años, un compañero de trabajo de Monterrey me contaba que había ido a compras a McAllen, en un fin de semana largo por un día festivo, y había durado ¡cinco horas! sobre el Puente Anzaldúas.
Mi primera reacción no fue de asombro, sino de pena, porque si hubiera sido yo el protagonista de ese viaje, la verdad a nadie le compartiría esa anécdota, sobre todo porque no se trataba de una urgencia de vida o muerte.
Para los que acostumbramos cruzar la franja fronteriza, sea por cualquiera de los puentes de Nuevo Laredo o Reynosa, ya nada nos sorprende de las largas filas que se hacen en días de asueto, puentes festivos, por las mañana cuando llevan los papás a sus hijos a las escuelas, o por la salida de las maquinadoras.
De años para acá hay aplicaciones y páginas en las redes sociales que nos mantienen informados sobre el tiempo para cruzar y decidimos si vamos a gastar nuestros ahorros. Pero cuando la tecnología no era nuestra aliada, nos lanzábamos ‘a la buena de Dios’.
Y no se diga durante las compras previo a la Navidad, cuando esas cinco horas que invirtió mi compañero de Hora Cero sobre el Puente Anzaldúas eran normales, o hasta pocas, sin importar la cotización del peso frente al dólar.
En mi columna anterior enlisté las razones por las cuáles, desde décadas atrás, los mexicanos con visa de Estados Unidos vamos al shopping a las ciudades fronterizas texanas. Una de ellas es porque los precios son menores que en México, y la calidad mejor.
Con la llegada al poder de Donald Trump en su segundo periodo, orilló a las autoridades mexicanas -o sea, a la presidenta Claudia Sheinbaum-, a desplazar diez mil elementos de la Guardia Nacional a los cruces de Tijuana a Matamoros, para hacer revisiones vehiculares.
Acatando las órdenes de sus superiores, la milicia ha provocado la irritación de los usuarios de los puentes por el tiempo que invierten para esperar llegar a sus destinos, más o menos el tiempo que mi compañero de labores me contó.
Sin darse a conocer oficialmente de cantidades de droga halladas en los autos, lo que sí es cierto son los conatos de bronca que se han generado en las filas del Puente Anzaldúas, por conductores pasados de listos que se meten por atajos y a la brava para incorporarse a las kilométricas filas.
Es en ese cruce, usado principalmente por los habitantes de Nuevo León, donde se ha reportado el mayor número de incidentes y ‘mentadas de madre’ a la Guardia Nacional, grabados por particulares y medios de comunicación de México y Estados Unidos.
Y como no hay para cuándo se levantarán los retenes ‘ordenados por mister Trump’ a cambio de no generalizar el aumento de los aranceles, los fronterizos deberán contar hasta diez o modificar sus hábitos de ir a Laredo, McAllen, Brownsville y la Isla del Padre.
Mientras no hagan tanta alharaca, cuando los tiempos de alargan por las revisiones de los agentes de Estados Unidos, no recuerdo tanto enojo de quienes cruzan, es cierto… sólo para comprar una Whataburger.