Una pandemia es el equivalente a una guerra biológica y de momento vamos a creer que el COVID-19 fue producto de un descuido y no de un plan con maña.
Sea el motivo que haya sido, la propagación de ese virus está devastando la economía global y lo peor, sembrando muerte e incertidumbre sobre cuántos se quedarán sin empleo antes de que los gobiernos tengan la confianza de tenerla controlada.
Pero hay otro saldo pendiente y éste es cuántos gobernantes quedarán dañados en su imagen personal, porque en esta invasión biológica obvio que habrá vencedores y vencidos, como el presidente Andrés Manuel López Obrador, quien exhibió limitaciones para reaccionar ante la contingencia que estamos padeciendo y no darle la importancia debido al problema cuando, en una conferencia mañanera, sacó de la bolsa de su saco una estampita que, según él, lo protege de sus enemigos.
No obstante las autoridades sanitarias de diversas partes del mundo recomendaban no tener contacto con la gente, AMLO, fiel a su costumbre, los tiró a lucas y siguió con sus besos, abrazos y encuentros masivos durante sus giras por las provincias.
Total, como él cree estar bendecido, piensa que nada le puede pasar, pero por muy milagrosa que sea la estampita que cargue, no va impedir que el respaldo social se le escurra como agua entre las manos.
Por otra parte lo que sí es certeza y no dogma, es que el presidente tiene servicio médico las 24 horas del día que seguramente lo examina cada vez que sale y regresa del Palacio Nacional, como también lo hace con los colaboradores que acuden a las mañaneras.
Entonces es muy improbable que alguien resultara infectado aunque esté expuesto al contagio, esto la gente lo sabe y por supuesto que causa recelos.
El presidente no saldrá ileso de esta pandemia, porque el ciudadano de a pié ya lo percibe como un presidente terco e insensato, que con su mal ejemplo estaba induciendo a no obedecer las recomendaciones de las autoridades sanitarias y nomás porque Dios es grande no se desbordó la enfermedad.
Hasta el 27 de marzo los infectados por el COVID-19 no llegaban a los 500 y los fallecidos no sumaban 10, pero la suerte no es permanente y por ello nadie va andar caminando de la mano de la muerte sin que le pase nada.
En resumen: si bien todavía no se puede medir que tan dañada quedará la salud nacional, los bonos políticos del presidente López Obrador sí van a quedar disminuidos por sus imprudentes actitudes, aunque también hay que ponderar la temeraria conducta de la gente, sucede que en Reynosa, donde no obstante prohibieron los actos de concentración masiva y ordenaron el cierre de cantinas, por los barrios las columnas de humo delataban carnes asadas, o sea que, trasladaron las cantinas a los domicilios e hicieron añicos la recomendación de la sana distancia. Lo dicho: una vez que pase el COVID-19 no solamente habrá muertes biológicas sino también cadáveres políticos.
Hubo gobernadores que con pura saliva le entraron al problema y la Federación les tuvo que enviar recursos, ya veremos cuántos de ellos no sucumben a la tentación de darle una raspada, el oráculo me dice que ese respaldo es como un tarrayazo que lanzó AMLO para atrapar a varios en la red, y luego cocinarlos para las elecciones del 2021.
LA TUVIERON Y LA DEJARON IR
El COVID-19 vino a ser como un estate quieto para los partidos políticos, sus prospectos se esfumaron ante el hecho de que nadie los iba a pelar y encima corrían el riesgo del contagio, pero en los momentos difíciles es cuando se tiene la oportunidad de trascender con tareas como encabezar brigadas sanitarias que en estos tiempos son muy valiosas.
La excepción fue Juan Carlos Zertuche Romero, presidente del Movimiento Ciudadano en Reynosa, quien llevó a cabo una de estas actividades pero como que le faltó más vigor, porque se les vió durante unos días y en cuanto el COVID-19 se materializó por estas latitudes, los naranjistas desaparecieron.
Eso tampoco es motivo de crítica, no es cosa menor andarse exponiendo al contagio, pero fue muy evidente que a todos los prospectos se les fue un balón que estaba para rematarlo de bolea.
Y EL PRI, EPPUR SI MUOVE
Tras haber sido derrotado en las elecciones del 2018, el PRI quedó como en cuidados intensivos y sin posibilidad de salir del estado comatoso.
Sin embargo, algo anda haciendo bien porque en la última encuesta de Consulta Mitofsky quedó empatado con el PAN con un 16%, y en la reciente de Gea ISA desplazó a los azules al registrar un 18% de las tendencias por un 16% del PAN, a solamente 8 puntos del MORENA.
¿Pero qué estarán haciendo bien como para que estén repuntando? No se les ve gran cosa salvo estarse sumando en el Congreso de la Unión a las iniciativas de los legisladores morenistas.
En todo caso está resucitando por la forma en que Andrés Manuel López Obrador ha venido regando el tepache, con maltratos al movimiento feminista y la errática estrategia para afrontar el COVID-19.
De manera que, entre un MORENA que se apresta a elegir dirigencia nacional y un PAN en estado catatónico, el PRI tiene la posibilidad de constituirse en la sorpresa de las elecciones de junio del próximo año, aunque ese reposicionamiento es a nivel nacional.
En Tamaulipas el PRI podría pasar a la segunda posición y con ello recuperar algunas alcaldías, pero si se van a comportar con la misma actitud del Egidiato, seguirán conservando la medalla de bronce.
Y hasta la próxima.
