
En los libros de historia, San Juan del Río aparece como la cuna de Pancho Villa, el centauro del norte que, a punta de estrategia y conocimiento del territorio, dobló, venció y minimizó a más de un ejército. A poco más de un siglo, quien ha dado la lucha para defender Durango es Esteban Villegas. Hoy, se posiciona como el estratega de un modelo electoral que, por tercera ocasión, ha hecho retroceder a la aplanadora guinda de Morena.
Durango no solo resistió: contra todos los pronósticos, volvió a poner el ejemplo. En la elección del domingo, ese Estado del norte que parecía insignificante en la cartografía del poder, demostró ser el laboratorio de una oposición eficaz, disciplinada y territorialmente aceitada.
No solo hay que decirlo, hay que reconocerlo: lo que sucedió en Durango no fue una elección más. Fue una confrontación entre dos modelos. De un lado, el morenismo con Luisa María Alcalde a la cabeza y Andrés López Beltrán operando de tiempo completo con todo el peso de los programas sociales, los bonos positivos de su padre y de la presidenta. Del otro, un diseño territorial quirúrgico, de orden y narrativa unificada, encabezado por Esteban Villegas, el último gobernador priista que sigue de pie y dando batalla.
Los resultados no mienten, por eso incomodan a la dirigencia nacional de Morena: PAN-PRI se quedaron con 16 municipios, el PRI en solitario con 5, Morena-PT-Verde apenas en 14. Más allá del número de ayuntamientos, lo que verdaderamente inquieta es que la alianza opositora gobernará al 66.2% de la lista nominal. Un dato que, en época de sucesión adelantada, tiene más peso que cien discursos de unidad.
Y todo esto, vale recordarlo, con la plana mayor de Morena desplegada en la zona: Guardia Nacional, gobernadores invitados, operadores importados de Oaxaca, Hidalgo y Chiapas, senadores y diputados en modo brigadista, y un flujo generoso de recursos. Aún así, los municipios clave como Durango capital y Lerdo se les escaparon como se escapa el agua entre los dedos.
Pero el golpe más simbólico es otro: el debut electoral de Andy López Beltrán, el hijo del patriarca, terminó en derrota. La juventud y la narrativa familiar no bastaron frente al colmillo y el control territorial de Esteban, que no solo ganó, sino que logró borrar del tablero a sus principales contrincantes internos: Marina Vitela y José Ramón Enríquez. Y lo hizo mientras consolidaba su ascendencia sobre el Congreso local, el Poder Judicial y hasta la Universidad.
Este “Modelo Durango” ya ha vencido a Morena en tres episodios clave: en 2022 con la gubernatura, en 2024 reteniendo los distritos locales, y ahora, en 2025, con una elección municipal que puso en evidencia las debilidades de una dirigencia morenista más entusiasta que efectiva.
Mientras los reflectores nacionales siguen distraídos con la elección federal, la oposición ya encontró un mapa, una ruta y un nombre. Si yo fuera priista, panista o emecista, estaría tomando un vuelo hacia la tierra del Centauro.
Reenviado
Villa nació en San Juan del Río, Durango. Esteban Villegas Villarreal también. Tal vez sea coincidencia… o tal vez en Durango no solo nacen los rebeldes, también las estrategias que hacen sudar al poder… y a los soberbios.