
La cobertura de las elecciones de los 80 y 90, eran sin lugar a dudas extremadamente divertidas, existía la represión policiaca, robo de urnas, acarreados, porros, agitadores, mapaches, urnas embarazadas, operación carrusel, robo de boletas, ratón loco, líderes de las principales centrales obreras CTM, CROC y CNOP.
En casi todas ganaba el PRI y el PAN siempre gritaba ¡fraude! esa era su palabra favorita y sus principales actores se ponían en huelga de hambre, pero por más que lucharon nunca les complacieron.
Los priistas eran catalogados de mañosos usaban el poder para amenazar y a veces hasta la fuerza bruta para hacer valer su calidad de gobernante.
Esto ocurría también en Tamaulipas y en todo México.
En Nuevo León me tocó vivirlo, Monterrey y Guadalupe eran propriistas y San Nicolás de los Garza y San Pedro propanistas, y el empresario Fernando Canales Clariond fue el máximo exponente de la oposición (PAN).
Había que salir muy temprano a cubrir y buscar las casillas que pudieran ser conflictivas, en algunas daba miedo entrar, los porros universitarios y choferes del transporte urbano de inmediato te cuestionaban y te amenazaban, andábamos perfectamente uniformados con los logos de prensa.
Las colonias de la periferia que carecían de más servicios públicos eran los bastiones del PRI, los fraccionamientos y colonias adineradas eran principalmente territorio panista.
Era en estas últimas donde los mapaches, porros y choferes priistas hacían de las suyas y ya cuando iban a cerrar las casillas entraban como votantes y repentinamente se robaban la urna.
Cuadras más adelante los esperaban en una combí y de inmediato arrancaban con el botín a bordo que por lo regular eran urnas que favorecían al Partido Acción Nacional.
En las colonias donde reinaba la pobreza y el hambre, los cuatreros electorales operaban de otra forma, eran más técnicos y menos arrebatados, pero igual de sucios.
En esas casillas regularmente carecían de representantes los partidos de oposición y eso era aprovechado por los mapaches para embarazar las urnas con votos, todos a favor del PRI.
Eran tan torpes en el escrutinio o conteo de los votos, que siempre era mucho mayor al número de votantes, pero nadie lo podía impugnar.
A veces la lista nominal indicaba tan sólo dos mil votantes y resulta que debido al embarazo de las urnas el número de votantes se elevaba al doble, pero no había forma de impugnar, las autoridades electorales en aquellas décadas estaban al servicio del PRI.
Los priistas sabían perfectamente donde iban a perder y realizaban movimientos para contrarrestar el voto de los blanquiazules, mediante el acarreo hoy penado por las autoridades.
Aparte del acarreo también existía el operativo carrusel que consistía en que un número de votantes que tenían en su poder cientos y a veces miles de credenciales de elector se presentaban en las casillas con las credenciales y votaban a favor del PRI de manera masiva y lo mismo hacían en otras casillas y en todas las casillas donde el presidente de casilla regularmente priista operaba en contubernio con estos bandidos electorales.
En aquel tiempo no existía la Fepade, la PGR no tenía ninguna autoridad para encerrar a estos bandidos y si por algún motivo la policía uniformada detenía a los cuatreros a las pocas horas del arresto salían bajo fianza.
También existía un operativo que le llamaban “ratón loco” que consistía en desesperar al votante principalmente a los del PAN.
Cuando los seguidores panistas se presentaban a votar en las casillas los mandaban a otra mas cercana bajo el argumento que no aparecía en la lista nominal y luego a otra y así sucesivamente hasta que el votante se desesperaba y tras recorrer tres casillas optaba por no votar.
A veces la propia policía era participe del fraude electoral y cuando un votante o representante de algún partido político llamaba a los uniformados para denunciar que habían cometido fraude o que habían embarazado una urna, la policía los detenía por alterar el orden público y es que exigían a gritos que se hiciera justicia.
Era muy fácil, los partidos de oposición siempre fueron muy gritones, ellos pensaban que al levantar la voz la policía y los demás ciudadanos les iban a hacer caso y lo único que se ganaban era ir a la cárcel por alterar el orden en la casilla.
En ese momento también hacían acto de presencia los agitadores y porros quienes actuaban para armar alboroto y tan pronto se presentaban los guardianes del orden las casillas eran convertidas en verdaderos circos romanos donde había gritos, insultos, groserías y hasta golpes, los que perdían casi siempre eran los panistas.
Era muy común que días anteriores a la votación “milagrosamente” aparecían miles de boletas cruzadas a favor del PRI, y nadie se explicaba como en una colonia de la periferia ya había gente con boletas en sus manos.
Los mismo pasaba con las credenciales de elector cualquier líder de colonia (mapache) podría tener en su poder cientos o miles de credenciales las cuales repartía el día de la elección.
Entrado el año 2000 las cosas fueron cambiando y por primera vez un partido de oposición ganó la presidencia de la República con su candidato el mata tepocatas y víboras prietas Vicente Fox Quesada.
Por más trampas que hicieron los priistas no pudieron revertir los resultados y Vicente Fox se alzó con el triunfo, seis años después la historia se repitió y Felipe Calderón ganó las elecciones del 2006.
Tuvieron que pasar 12 años para que el PRI recuperará la presidencia de la República y finalmente Enrique Peña
Nieto se puso la banda presidencial, obvio muchos pensaron que el tricolor utilizó muchas marrullerías de los 80 y 90 para alzarse con el triunfo.
En este 2018 los panistas ya le han aprendido mucho a los priistas; desafortunadamente sus candidatos Ricardo Anaya y José Antonio Meade van abajo en las preferencias electorales y las encuestas marcan como favorito al representante de Morena, Andrés Manuel López Obrador.
Si la gente sale masivamente a votar a favor de AMLO, difícilmente lo van a derrotar.
El PRI o el PAN tendrán que unir fuerzas o bien tendrán que recurrir a las viejas artimañas y marrullerías electorales del siglo pasado para arrebatarle el triunfo a López Obrador.