En Tamaulipas los gobernadores nunca han ocultado su vehemente deseo de heredar el poder a alguien de sus confianzas, lógico que lo hacen con la peregrina idea de que luego lo manejarán como títere.
Sin embargo, la historia nos ha demostrado que tal cosa nunca ha sucedido, pues el que llega, aunque le deba la gubernatura a su antecesor -con gastos de campaña incluidos-, lo primero que hace es botar de las oficinas estatales todo lo que recuerde a su antecesor. incluso hasta remodela la Casa de Gobierno, deshaciéndose del mobiliario para expulsar las malas vibras y toda clase de bichos porque, como siempre sucede: los que llegan se consideran más positivos y refinados que los que se fueron.
Regularmente así ha sido la historia al transmitirse el mando, por ello un gobernador no designa un sucesor, sino un verdugo piadoso quien promete no pasarlo a cuchillo con las cuentas públicas y hasta permitirle que radique en Tamaulipas.
En el caso del Comandante Azul eso no será un problema pues, si le prohiben quedarse en la entidad el primero de octubre del 2022, lo primero que hará es fletarse rumbo a McAllen en compañía de su familia y no lo volverán a ver por Ciudad Victoria, un municipio que seguramente no extrañará, pues nunca ha mostrado cariño por la ciudad o por sus habitantes.
De ahí que el Oráculo esté desconcertado con las recurrentes intenciones de heredar el mando, ya que aún lográndolo, ni Gerardo Peña Flores, su hermano Ismael o, incluso, su esposa Mariana Gómez Leal, permitirían ser objeto de mangoneos porque la responsabilidad ya será de ellos, máxime cuando el gobernante saliente deja cuentas mochas y luego la Auditoría Superior de la Federación llega y barre parejo, como le pasó a Rosario Robles, quien por no avisar lo de la estafa maestra todavía permanece tras las rejas.
Reitero, el sucesor, aún siendo gran amigo o consaguíneo, no permitiría intromisiones del que se fue, por la simple razón de que el mando no se comparte.
Si en efecto el Comandante Azul se lanza tras la candidatura presidencial, los recursos para costear la aventura van a salir de las arcas estatales y es lógico y natural que los caballeros de la Auditoría Superior de la Federación van a ser muy exhaustivos para revisar las cuentas del gobierno de Tamaulipas.
Por todo lo anterior, de acuerdo a la reflexión y a la prudencia, el gobernador deberá destinar sus esfuerzos en dejar una administración saneada, esa sería su mejor herencia, porque incluso si el próximo mandatario no fuera de su partido, le reconocería su actitud y ¿por qué no? hasta podría hacerle uno que otro favor, ya que como dice el refrán: “amor con amor se paga”.
J.R. Y GERARDO PEÑA
José Ramón Gómez Leal y Gerardo Peña Flores son prospectos para la gubernatura de Tamaulipas, el primero por el MORENA y el segundo por el PAN; quienes ocupan cargos públicos que les permite posicionarse, uno como delegado del gobierno federal y el otro como presidente del Congreso del Estado.
José Ramón tiene ventaja por su intenso trabajo de afiliación a los programas sociales, lo que le otorga amplia identificación popular por todo el Estado, tarea en la que bien le ha ayudado en Reynosa la licenciada Claudia Hernández, hija del estimado abogado José Guadalupe Hernández Portillo.
Por su parte Peña Flores se significa por el mando en las tareas legislativas y no se escuchan cosas negativas de él, como adquisición de ranchos en Texas, o cuantiosos depósitos bancarios; por ese lado va limpio y cuenta con el respaldo del Comandante Azul que será mano a la hora de decidir la candidatura, aunque de acuerdo con la ortodoxia política tendrá que consensar con el comité ejecutivo nacional del PAN, que se especula deslizará dos cartas, una conteniendo la cara de Jesús Nader el alcalde de Tampico, y la otra la de Maki Ortiz la alcaldesa de Reynosa, como quien dice “habrá pago por ver”.
LAS NUEVAS CARAS
Para las elecciones del 2021 la puerta estará abierta para que aparezcan en las boletas electorales gente joven como Claudia Hernández y Raquel Ramírez en el MORENA, así como Yesica López quien ya fue candidata del PRD a diputada local en las elecciones de junio del año pasado, aunque recientemente la han visto conversando con los naranjistas reynosenses, como Juan Carlos Zertuche.
Quien podría ser una revelación es Oralia Cantú Cantú, quien se manifestó con capacidad de organización como directora del DIF municipal.
En resumen, en el 2021 habrá oportunidad para que los partidos oxigenen la política, que dicho sea de paso, buena falta le hace y hasta la próxima.
LA DANZA DE LOS MILES DE MILLONES DE PESOS
La información circuló velozmente primero en los medios digitales y luego la replicaron los “feisbuckeros” y “tuiteros”: la Auditoría Superior de la Federación dictaminó que tras practicar la tercera revisión a la cuenta pública del 2018 del gobierno de Tamaulipas, detectaron un faltante por más de 691 millones de pesos y 9 mil millones de pesos por aclarar, una información que pone en entredicho al gobierno estatal y de paso lo tambalea, porque es realmente escalofriante que anden bailando miles de millones de pesos.
Y ahora surgen todo tipo de especulaciones, la más elucubrada es que si no se aclaran bien a bien las cuentas será el principio del fin de la hegemonía panista en Tamaulipas, cuyos efectos primero se verán en las elecciones del 2021, y luego en las del 2022.
Otra suposición es que sólo se trata de datos incorrectos o de apreciación, pero nada que no se pueda aclarar, después vendrán las concertacesiones políticas, es decir, la gubernatura a cambio de la tranquilidad, nadie cree que la solución será de a gratis, pues una revisión minuciosa como dicen los auditores no la aguanta ni el Vaticano.
