
Ocurrió el 11 de febrero de 2012 Luis Suárez, delantero del Liverpool, en la liga inglesa de futbol, se negó a darle la mano al francés Patrice Evra, del Manchester City, en el saludo inicial del partido que disputarían.
El sudamericano dejó con la mano tendida al europeo. La razón fue por un ajuste de cuentas. Suárez había sido inhabilitado previamente siete partidos por insultos racistas contra Evra. Las cámaras de televisión habían mostrado, en esa ocasión, al mundialista uruguayo profiriendo dicterios impronunciables contra su rival.
En Europa se toman muy en serio esas cuestiones que, para sociedades en muchas latitudes no pasa de ser un incidente. Allá, en la comunidad europea, donde convergen prácticamente todas las culturas del planeta, principalmente por la migración ilegal, los gobiernos hacen esfuerzos grandes por impedir que proliferen las conductas que desborden las limitaciones establecidas en preceptos básicos de derechos humanos.
Los inmigrantes fuera de su país son parias en desventaja. Hay quienes históricamente se han beneficiado de su condición sin patria para explotarlos de muchas maneras, sin justicia y sin leyes, y desecharlos cuando sean inútiles.
El futbol es uno de esos lugares donde confluyen las razas. El tráfico entre jugadores de las ligas del mundo hacen suponer que fortalece los clubes, el futbol y las competencias caseras. Realzan el deporte. En Europa se da la condición del jugador comunitario que, habiendo nacido en un país puede enrolarse con un equipote otro sin ocupar plaza de extranjeros. Así muchos equipos de las grandes ligas del Viejo Continente están inundados de extranjeros comunitarios que permiten en el primer cuadro únicamente hasta dos o tres nacionales.
Suárez tiene años jugando en Europa y debiera saberlo, pero girando en la élite de los mejores, sintió vértigo, olvidó sus raíces y su propia cultura. Uruguay es un pequeño país sudamericano formado, como argentina, de inmigrantes europeos, por eso abundan por aquellos lares los que cargan con apellidos llenos de consonantes k, z, h, ll, x, que escasean de este lado del planeta.
Denotar a compañeros de profesión por motivos tan vanos como el del color de la piel no sólo es un despropósito, sino un insulto para la raza humana y en particular para las personas que conforman las minorías diferenciadas, o los grupos que han sido tradicionalmente segregados, como han sido los afroamericanos o los de color negro en todas las épocas.
Con su actitud que mostró en Manchester, Suárez no sólo confirmó su condición racista, sino que afrentó a todo el futbol. Hasta repercusiones pecuniarias tuvo su desplante pues los directivos de la firma que patrocina al Liverpool, invirtiendo en ello una millonada, el banco Estándar Chartered, expresaron su preocupación por la fama negativa que le acarreó el penoso incidente.
El vergonzoso episodio de Luis Suárez debe servir como un recordatorio de las nefastas consecuencias de la discriminación por motivo de raza, que ha provocado un gran retroceso a la humanidad, con masacres, guerras, épocas enteras de distanciamiento entre semejantes.
El futbol es una actividad que debe unir a las personas a través de su condición de espectáculo de masas. No solamente mueve millonadas el juego del balón. Sirve para aproximar culturas, dejar enseñanzas como el valor de la preparación para buscar un objetivo y la aceptación de una derrota ante un oponente superior, lecciones indispensables para un sano crecimiento de la persona.
Ojalá los niños en todo el planeta conozcan el incidente para que vean un ejemplo de lo que no se debe hacer.