
Cierto que “los hubiera” no existen, pero a este punto me pregunto: ¿cuánto se pudo haber evitado, como resaca del 8M y 9M, si nuestro presidente hubiera sido más sensible cuando las mujeres pedían mayor atención sobre la escalada en los feminicidios y él estaba terco con su rifa del avión presidencial?
Sin ser convocadas por partidos políticos con la promesa de una torta, un refresco, una playera, una gorra y, en el mejor de los casos, una despensa, una beca o un subsidio mensual a ancianos y estudiantes sin empleo -¡Bendito México!-, una marea morada inundó las calles y plazas como nunca se había visto.
Histórico, así calificaron los medios nacionales e internacionales, el Día Internacional de la Mujer, donde se repudió el incremento del acoso contra ellas, los recientes asesinatos, el corrupto sistema judicial y la poca sensibilidad de Andrés Manuel López Obrador y su gabinete en esos temas.
El mandatario tuvo mañanas desafortunadas que abonaron para que colectivos de mujeres, estudiantes, amas de casa, profesionistas, artistas, periodistas, proabortistas y conservadoras, se unieran el 8M que nunca se olvidará y que sentó un preocupante precedente para políticos y partidos.
Fue un mensaje no solamente de “¡ya basta!”, sino de “¡no los necesitamos!” para unirse y protegerse. Porque las mujeres representan el 51 por ciento de la población en México, según datos del INEGI, que en las elecciones de 2018 contribuyeron a la victoria de López Obrador.
Si bien las marchas del 8M no fueron directamente en contra del presidente, su falta de sensibilidad fue motivo importante pues, al menos en dos ocasiones, privilegió la rifa del avión presidencial por encima de las preguntas sobre feminicidios que hacían unas reporteras en Palacio Nacional.
Pero de su boca salió algo todavía peor que subió la temperatura del enojo social del género agraviado, cuando en una “mañanera” López Obrador respondió que los feminicidios eran culpa del neoliberalismo. Cierto, no son culpa suya, pero fue desafortunada su respuesta.
Culpa es el incumplimiento de campaña de que la inseguridad se reduciría un 50 por ciento en el primer año del sexenio. Y no es verdad, está peor que en los pasados sexenios de Enrique Peña Nieto y Felipe Calderón Hinojosa. Que es mucho decir.
La población femenina de México también se atragantó cuando Beatriz Gutiérrez Müller, esposa del presidente, un día apoyó el paro nacional en sus redes sociales y, horas después, se arrepintió y promovió lo contrario.
Qué diferente “hubiera” sido si la señora se mantiene en su postura y se le “hubiera” visto en las calles de la CDMX con una pañoleta morada en su cuello y sosteniendo una pancarta de “¡No más violencia!”. Pero mejor le hizo caso a su esposo.
Volviendo al tema de la rifa del avión -que no es una rifa del avión-, si algo faltaba para enardecer a las mujeres fue que López Obrador dijera que la venta de los cachitos de la Lotería Nacional empezaría el mismo lunes 9M.
¿Pero no “hubiera” sido mejor consultar a sus asesores si esa fecha era la menos indicada antes de anunciarla? Para cuando lo hizo ya era demasiado tarde.
En 2021 habrá elecciones en México donde se renovará el poder legislativo y estarán en juego 15 gubernaturas (entre ellas Baja California en duda), y MORENA buscará repetir la histórica victoria de hace dos años.
Sin embargo, en su propósito de retener la mayoría en el Congreso de la Unión para hacer gobernable al país, el 8M y 9M estará en la memoria cuando abran las casillas y no precisamente a favor del partido del presidente.
En 2018 el llamado de López Obrador para que los electores votaran a favor de los candidatos a diputados federales y senadores de MORENA y la alianza Juntos Haremos Historia fue efectivo, pero en 2021 los resultados pudieran desfavorecerle.
México será un antes y un después del 8M y 9M. Y lo mejor que pudiera hacer el presidente será cambiar de estrategia y escuchar la voz de sus gobernados, no de las focas que le aplauden dentro del gabinete. Porque corre el riesgo de que el poder que ostenta se le escurra entre los dedos.