
Winston Churchill era el líder del Reino Unido en la Segunda Guerra Mundial, justamente en junio de 1940, tras la evacuación de Dunkerque y con Europa mayormente bajo control nazi, se encontraba cansado del problema que significaba Alemania y sus aliados, tenía la clara determinación de no ceder ante la opresión del enemigo, y con todo eso a cuestas se dirigió al Parlamento y al pueblo recitando uno de sus famosos discursos titulado: “We Shall Fight on the Beaches” o “Pelearemos en las playas”. La situación era desesperada: la amenaza de una invasión parecía inminente, y muchos esperaban y se inclinaban a que el Reino Unido buscara un acuerdo con Hitler para evitar una guerra larga, dolorosa y prolongada, sin embargo, en lugar de aceptar lo que muchos consideraban inevitable, Churchill marcó un antes y un después al declarar con firmeza que su nación lucharía sin rendirse. Su mensaje fue claro: estaban hartos de ceder terreno ante la agresión nazi, y no tolerarían más avances del enemigo, ese fue el punto de inflexión.
El resultado fue el ya por todos conocido, salieron triunfantes, y la historia lo juzga como el gran líder que no cedió a la presión y decidió acabar con un gigante, con un enemigo enorme que los acechaba.
Todo parece indicar que la presidenta Claudia Sheinbaum cansada del incendio en el que se convirtió México, cansada de ver como en cuestión de seguridad algunos gobernadores y gobernadoras prefieren voltear a ver a otro lado, y cansada de ver como si se tratara de la tenue llama de una vela que se encuentra frente a una corriente de aire, su bono popular se va apagando precisamente resultado de seis años de una mala estrategia de seguridad la cual heredó. En el pasado, AMLO podía echarle la culpa a sus antecesores, con eso jugaba y con eso alimentaba a sus seguidores, pero Claudia no tiene esa salida mediática, es ella contra la bola de nieve que le dejó su antecesor y del cual hoy ha empezado a desmarcarse.
El presidente Trump comenzó siendo muy rudo con México y Canadá, Claudia desde su investidura ha contestado de manera educada pero firme, sin embargo, con Justin Trudeau, el presidente electo no ha dejado de trolearlo y de burlarse de él.
Trump decidió nominar a Ron Johnson como embajador, un militar con experiencia diplomática, un boina verde con experiencia en inteligencia, contraterrorismo y seguridad, un halcón que entregó excelentes cuentas mientras fungió como embajador en El Salvador. Pero, ¿cuál fue su fórmula del éxito?, primero propiciar una cercanía entre Trump y Bukele, en segundo lugar logró alejar a los chinos del país latinoamericano y para finalizar, se convirtió en una suerte de asesor de seguridad. Ron Johnson fue crucial en la operación tan criticada de Bukele para pacificar el país, fue una pieza clave, su cercanía era tal que no solo se limitaban a encuentros diplomáticos, se les veía juntos en todo momento y su presencia era cada vez más frecuente en eventos sociales, inclusive se convirtió en un invitado asiduo a los eventos más íntimos del presidente salvadoreño.
En política no existen las casualidades, por eso si usted se pregunta ¿qué significa todo esto y a qué se debe que Trump le haya bajado el tono a su discurso en contra de México?, pues precisamente se debe a la inminente llegada de Ron a la embajada mexicana en lo que pareciera ser un acuerdo entre los dos mandatarios. Por su parte, Claudia tiene a Harfuch, al que perfila sin lugar a dudas en ser el principal aliado de Johnson en aras de lograr la gran hazaña de pacificar México.
Claudia ha sido inteligente, discreta y ha operado con sagacidad, eso le ha dado el respeto que hoy le muestra Trump. Como lo dije anteriormente, no es el caso de Trudeau, al cual ridiculizó llamándolo “gobernador del gran Estado de Canadá”.
Claudia se cansó muy pronto del estilo obradorista y se cansó muy rápido de ver como los gobernadores leales al expresidente le meten el pie en todo momento, si no me cree, vea el desorden que tiene Rubén Rocha Moya en Sinaloa y como ha desmentido y metido en problemas al supersecretario de seguridad Omar García Harfuch.
Tal parece que México y Estados Unidos tendrán una nueva cercanía, pero una distinta a la que se tenía con los mandatarios del periodo neoliberal en la que más que aliados parecían empleados, y aunque a muchos no les guste, esta cercanía es buena para todos, ahí está el caso de Churchill y el Reino Unido, que para ganar la guerra no solo bastó el nacionalismo, las ganas de luchar y las agallas, ocuparon de aliados que juntos lucharon contra el enemigo que los asediaba.
Reenviado
“Lucharemos en los mares y océanos, lucharemos con creciente confianza y cada vez con más fuerza en el aire, defenderemos nuestra isla, cualquiera que sea el costo, lucharemos en las playas, lucharemos en los aeródromos, lucharemos en los campos y en las calles, lucharemos en las colinas; nunca nos rendiremos…”.
• Sir Winston Churchill, 4 de junio de 1940.