
Querido Santa: Estoy triste contigo. El año pasado te pedí que me hicieras la merced de darle paz a mi corazón y no cumpliste: el Tri siguió su ruta zigzagueante y eso me mortificó durante meses y meses.
Disculpa el reclamo. Es que en esta época se me acumulan los pesares y ¿con quién más me desahogo, si no es contigo?
Bueno, para empezar te pediría que al entrenador de la Selección Nacional, don Svern Göran Eriksson le entregues un método de Español sin Barreras para que aprenda el idioma de Cervantes. Es que, o de plano no dice bien el buenos días, o sus pupilos están muy cabezones, porque parece que no entienden esa “filosofía” del balón que aprendió en el Viejo Continente. Mándaselo en cassette o en cd. De cualquier manera, creo que ni lo va a pelar. Está encantado, dicen, viendo una y otra vez la peli de Tres Suecas Ardientes que le trajiste el año pasado. Ya ves que el míster es muy ojo alegre.
Ay, Santa. Cuánto pesar hay en el futbol mexicano. Nos preocupa la liga de casa, pero más nuestro equipo Tricolor. ¿Será mucho pedirte que nos concedas la gracia de acceder al Mundial de Sudáfrica 2010? O de perdis, arrímanos tantito. Quizá tú nunca jugaste, y por eso te lo voy a decir: la vida sin futbol es la muerte. México sin estar en un Mundial es como un cadáver. A un tío mío lo metieron ocho años al bote por no pagar impuestos. Dice que cada minuto que pasaba se le hacía eterno. Así se vive en mi país –y sospecho que en el mundo– el lapso que hay entre las Copas del mundo. Afortunadamente ya llevamos poco más de la mitad del trayecto. Imagínate la catástrofe de que México no pase. ¡Ni quiero imaginarlo!
También te suplico, Santa, que le traigas pegamento al equipo de todos. No se juntan en la cancha. No entiendo cómo puede jugar tan mal un equipo que tiene en sus filas a Gio, Nery, Salcido, Pavel, Osorio, Galindo, Ochoa (Pacomemo, no el Charly), Vuoso, Sinha, que pueden brillar en cualquier lado.
Te pido Santa, que dejes en Torreón a Cuauhtémoc Blanco. Ya ves que en la Comarca ya lo querían poner de Niño Dios en el pesebre después de haber padroteado, digo, jugado en Santos un par de partidos, suficientes para ocupar un día en su calendario. Y de paso ya deja que terminen su estadio, porque el que tienen parece un rodeo, chiquito y encimoso.
A Tigres, querido amigo, tráeles goles. Ya ves que su gallarda afición sufre cada año por la falta de talento y puntería de sus delanteros. Se ha visto que ya detuvieron su caída y que se enfilan a recuperar las glorias de antaño. Yo sé que es imposible que regrese alguien como Walter Gaitán o que se apersone otro creativo que recuerde las faenas de Tomás Boy, pero de perdis consigue un buen creativo de los que andan escondiditos en Sudamérica, o de perdis alguien que acompañe a Lucas Lobos.
A Rayados, Santa, ya dales el terreno para que construyan su nuevo estadio. Dile a los diputados de Nuevo León que se les ablande el corazón y que les regalen el predio para construirlo. ¿Qué son 25 hectáreas que valen 30 millones de pesos? Una bicoca. Saca a los políticos, plis, querido Santa, de la gestión para construir ese que parece un hermoso inmueble y deja que sea erigido de manera natural, como obra de beneficio público, sin matices politiqueros.
También llévale a ese equipo de Monterrey un costalito de buenos refuerzos. Pero que no sea cascajo de otros clubes como Cejas o Choy, que llegaron como rock stars y no hicieron más que lucir el rostro, empacharse de dólares y visitar trasnochaderos exclusivos.
Ah, lo olvidaba. A Ricardo La Volpe tráele desde Laredo, Texas, una televisión con pantalla plana para que vea los juegos de Tigres en liguilla. A ver si no se duerme.
Todo esto te pido Santa. Y te veo el año que viene.
Tu amigo y sufrido fan futbolero,
El Tifoso.