
Qué bien portadas se vieron las más de mil personas que, con boleto pagado y no obsequiado, asistieron y se quedaron en las presentaciones del internacional Ballet Bolshoi, del folclórico de Amalia Hernández, y del tenor Fernando de la Mora, que tuvieron lugar en el recinto principal del Centro Cultural Reynosa.
Qué bien organizados estuvieron los eventos por parte de los miembros del patronato del Festival Internacional Tamaulipas, encabezado por María del Carmen Salinas de Villarreal, quienes limitaron al máximo regalar boletos a gente que seguramente se iba a retirar de la sala en los intermedios.
Qué bien por quienes acudieron a presenciar espectáculos de primer nivel, una prueba de que la cultura no es elitista, pues en las butacas había personas cultas de todos los niveles socioeconómicos. Van los que quieren ir y punto.
Qué bien por el comportamiento de los asistentes que dejaron sus celulares y nexteles guardados, para deleitarse estos eventos que ayudan a elevar el nivel cultural de la sociedad.
Qué bien por la concurrencia, pues se demostró que habrá teatro lleno con manifestaciones realmente artísticas y culturales, no aquellas dignos de centros nocturnos.
Seguramente la noches del FIT dejarán un precendente en Reynosa: nunca más hay que llenar un teatro con personas que vayan a la fuerza, invitadas especiales o acarreadas sólo para llenar espacios y, peor, llenarle el ojo al alcalde o gobernador en turno.
Porque en casi 800 mil (más o menos) personas que habitan en esta ciudad, sí hay mil 182 personas –la capacidad de la sala principal– que con mucho gusto comprarán un boleto sin espera que le caiga del cielo.
Ahora falta educar a los fotógrafos, quienes deben aprender a respetar las reglas en un futuro de no usar flash para no exponer a los bailarines, porque fue penoso ver a unos en primera fila que ignoraban las recomendaciones de los encargados de prensa.
La semilla de la cultura ya empieza a florecer en Reynosa.
Cabeza de Vaca: bye y hasta nunca
Al salir apestado de la alcaldía de Reynosa, durante casi tres años gozó de fuero como diputado local, que le ayudó a esquivar a la justicia de Tamaulipas, que no quiso tocarlo ni con la hoja de un expediente penal, como a la mujer que no se toca ni con el pétalo de una rosa.
Cuando faltan aún tres meses de la actual gestión de Eugenio Hernández Flores, el hampón servidor público más grande que ha tenido Reynosa, Francisco García Cabeza de Vaca, se va de Tamaulipas cobijado por el gobierno federal, a un puesto de suma intrascendencia.
Quien soñó con ser el primer gobernador del PAN de la entidad y terminó con una fuerte pestilencia a delincuente, se va al Distrito Federal rescatado por alguno de sus cómplices, quienes se llevaron hasta el último peso de las arcas de Reynosa.
Cabeza de Vaca fue designado responsable de un organismo regulador de la tenencia de la tierra, dependiente de la Secretaría de Gobernación, que tratará de convertirla en su mina de oro, como el alcalde ratero de la película La Ley de Herodes.
Sin duda, el PAN no deja de sorprender, por eso es casi seguro que dejará la presidencia de la República en 2012, como lo dijo Vicente Fox Quesada, el creador del Frankestein de Reynosa.