
Bien dijo en su momento el presidente Andrés Manuel López Obrador al llegar a Palacio Nacional: “limpiaremos el gobierno como se barren las escaleras”.
Efectivamente, ante la podredumbre y rampante corrupción que imperó en los sexenios anteriores, principalmente del priista Enrique Peña Nieto y el panista Felipe Calderón, no había otra.
Algo muy similar está llevando a cabo el actual gobernador de Tamaulipas, Américo Villarreal Anaya (Morena-PT-PVEM), que desde el 1 de octubre del año pasado es el representante del ejecutivo estatal, relevando al panista Francisco Javier García Cabeza de Vaca.
El sexenio cabecista ha sido, de acuerdo con analistas, uno de los más corruptos en la historia de Tamaulipas, que es mucho decir, superando en saqueos a ex gobernadores que hoy están en prisión, precisamente por delitos en perjuicio del erario público y otros.
Pero además de encabezar una administración de diezmos más que multiplicados, moches, empresas fantasmas y asaltos a mansalva en perjuicio del pueblo tamaulipeco, Cabeza de Vaca, en contubernio con sus alfiles en el Congreso del Estado, se dedicó a minar gran parte de la administración gubernamental, maquilando un poder transexenal en la Fiscalía y en Poder Judicial, torciendo cuanta ley se les atravesó.
De hecho, Cabeza dejó las arcas vacías y deudas por doquier. El gobierno era un muladar que apenas se está limpiando, y aunque 100 días son muy pocos para lidiar con lo podrido, Villarreal Anaya ha logrado atender áreas estratégicas que hasta el momento denotan que la transformación es posible en Tamaulipas.
Desde que andaba en campaña, el médico especialista en cardiología estaba consciente que el estado era una especie de paciente grave, pero que con una atención adecuada podría salir adelante.
Y tan pronto comenzó su gestión, AVA echó al presidente del Supremo Tribunal de Justicia del Estado Horacio Ortiz Renán, al no ratificarlo en su puesto “por mala reputación y falta de honorabilidad”.
Casi en forma simultánea el Centro Nacional de Inteligencia (CNI) desconoció al Fiscal Anticorrupción Raúl Ramírez Castañeda, cabecista que aunque sigue siendo protegido por los diputados panistas, tiene sus días contados en la Fiscalía.
En otro frente, la contraloría ha detectado desviaciones y una serie de irregularidades que configuran la presunción de diversos delitos de ex funcionarios de la administración pasada, por lo que se llevan a cabo una serie de indagaciones que buscan resarcir daños y castigar culpables.
En estos primeros 100, 110 días de gobierno, con el apoyo de la bancada de Morena en el Congreso local y algunas legisladoras panistas que han entendido la necesidad de encausar legalmente al estado, se ha recuperado la Fiscalía, las Comapas y hasta la Junta de Coordinación Política (Jucopo).
Naturalmente que ante el desastre dejado por el cabecismo y las minas sembradas por el ex gobernador y sus aliados panistas, el avance podría verse como algo menor, pero en realidad ha sido trascendental y sienta las bases para lo que está por venir.
Quizás en adelante el PAN se desate de Cabeza de Vaca y por otra parte lo que queda del priismo, entiendan que más vale ser oposición propositiva, que destructiva. Y así Tamaulipas saldría beneficiado.