
Luis Pérez le rompió el peroné al colombiano Delay Mena, en el juego de la jornada 10 en el estadio La Corregidora de Querétaro. Ese sábado, Rayados cayó 2-1. El mediocampista Rayado ni siquiera fue sancionado después de la jugada. Al final de ese encuentro del torneo Apertura 2011, Luis Pérez reconoció que la falta ameritaba tarjeta roja, pero afirmó que no tenía la intención de lesionar al atacante.
Dijo, palabras más, palabras menos, que ni él, ni nadie tienen nunca la intención de fracturar a un compañero de profesión cuando disputan un balón. Eso sí se lo creo. La mayoría de los jugadores rijosos no entran con el interés de romperle un hueso a nadie. ¿Pero qué tal una entrada para dejarle un raspón? De esas abundan. La realidad es que en esa jugada Luis Pérez intentó lastimar al colombiano, no romperle el hueso, pero se le pasó la mano y sin que hubiera pelota de por medio. Eso es innegable.
La lesión ocurrió un sábado y hasta el lunes en la tarde el jugador afectado se percató que estaba lesionado de gravedad. Querétaro presentó a la Federación Mexicana de Futbol un recurso para pedir que el volante de La Pandilla fuera inhabilitado durante tres meses, tiempo estimado que demorará la rehabilitación de su jugador.
A partir de ese momento ocurre la parte más interesante de la disputa.
Jorge Urdiales y Luis Miguel Salvador, presidente y vicepresidente de Rayados consideran que Lucho no es objeto de sanción porque Querétaro presentó la queja de manera extemporánea, fuera de forma y tiempos. Los directivos reconocen que hay falta, una entrada fuerte y una consecuencia grave. Pero ahora combaten la cuestión administrativa de la queja de Gallos Blancos.
Porque los del bajío no se quejaron bien, no debe proceder su inconformidad.
El mensaje que dejan los directivos parece adverso al espíritu deportivo que debe prevalecer en la práctica del futbol. Lo que están diciendo los directivos es: ojo, puedes incurrir en una falta, pero preocúpate de que no te pillen.
Lo que dicen es que ellos buscan ser reglamentarios, no éticos. De esta manera, entonces, ya se va a acabar el acuerdo de caballeros que hay en el terreno de juego. En un bote a tierra, cualquiera va a poder decir que le enviará el balón al portero contrario, pero se arrancará con la pelota buscando hacer el gol, ante el desconcierto de los adversarios que en él confiaron. El jugador gandalla puede alegar simplemente que el reglamento no se lo prohíbe.
También, cuando un jugador deportivamente saque la pelota para que un lesionado sea atendido, no le será regresada por el equipo contrario, porque el reglamento no se lo impide.
La argumentación de los directivos regiomontanos envía un pésimo mensaje para la niñez, los futbolistas amateurs, para los aficionados en general. Las sociedades han visto el deporte como una manera de derrotar los antivalores que florecen entre los vicios y la degeneración de las conductas.
El deporte se parece a la vida: gana el que demuestre tener más méritos, que sea mejor y para ello hay que trabajar en la cancha, al momento de jugar, y fuera de ella, preparándose. El que pierde debe aceptar la derrota y felicitar al ganador. Los jugadores profesionales tienen como función, además de ganar carretadas de plata, ser ejemplares para los chicos, que imitan sus conductas, sus modas, sus manías, sus acciones acertadas y también sus deplorables desatinos.
Se supone que las buenas acciones deben prevalecer en el deporte, pero esta aberración reglamentaria en la que busca escudarse Monterrey para solapar a un rompehuesos como Luis Pérez, envía señales equivocadas. Pérez ha demostrado que pierde la cabeza con facilidad. Hace poco, ante el Dynamo, en Houston, fue echado por un codazo en la boca de un contrario, porque el partido se había calentado.
Hay que recordar que es marrullero. En la final contra Toluca, cuando perdieron el campeonato en el Estadio Tec, se echó un clavado en el área que le acarreó la expulsión. En el mundial del 2006, jugando para el Tri, también fue expulsado por aventarse de panzaso en las barbas del juez, buscando que le marcaran penal.
Pérez debe ser inhabilitado. El castigo serviría de ejemplo para futuros jugadores de mala entraña que pretendan desquitar su coraje con los tacos por delante.