Es difícil reconocerlo, pero como integrante del gremio periodístico considero necesario asumir mi responsabilidad en todo este relajo.
Mucho del miedo que actualmente existe por la llegada de Donald Trump a la presidencia de Estados Unidos y las “funestas” consecuencias que esto tendrá para México es culpa, precisamente, del gremio al que pertenezco.
Desgraciadamente existen ocasiones en que los medios de comunicación tomamos una nota y la simplificamos a su mínima expresión, buscando con ello hacerla más digerible al público consumidor para que compren periódico, den likes en las redes sociales o “hits” en nuestros portales.
El problema de esta práctica es que generalmente en lugar de informar a nuestro auditorio -como se supone es lo que tenemos que hacer-, terminamos desinformando a la gente, creando falsas percepciones.
Tan preocupados estamos por dominar la audiencia, que no dudamos en echar mano de estereotipos, simplismos y generalidades, pues estas herramientas nos ayudan a vender más entre los lectores.
Pero la verdad, la culpa no es totalmente de los medios, también es del público que no quiere informarse a profundidad y prefiere el escándalo… sin embargo, la disculpa por esta parte de la ecuación no me corresponde.
Pues bien, debo decir que esta mal praxis periodística es la que ha provocado que a unas semanas de que el millonetas de piel naranja asuma la presidencia del país más poderoso de la tierra, sobren las personas que piensen que estamos a un paso del Apocalipsis.
En honor a la verdad, hay que decir que es muy probable que al momento en que Trump jure como presidente de los Estados Unidos el mundo va a seguir rodando y la gente deberá de continuar con su vida.
Porque olvidamos que Trump, o Hillary o cualquier otro político de cualquier país del planeta, miente y exagera cuando se trata de ganar las simpatías de los electores a los que se dirige.
De hecho, el próximo presidente de los Estados Unidos sabía que la llave de su triunfo estaba en manos de un sector de la sociedad norteamericana que sobresale por su nacionalismo, racismo e intolerancia.
Sólo bastaba encontrar el enemigo perfecto para que este grupo se subiera al tren Trump y le diera el mando de la nave llamada Estados Unidos… y ese enemigo son los mexicanos.
Por eso Trump se lanzó contra nuestro país y contra los migrantes ilegales quienes, como si no lo supiéramos, no son solamente de este país, sino de muchísimas otras nacionalidades… pero es más sencillo ponerlos debajo de una misma etiqueta.
Desgraciadamente nosotros los medios compramos el discurso de Trump pues, reconozcámoslo, es atractivo y vende muchos periódicos.
No importa si estamos de acuerdo o no con lo que dice el próximo presidente. Es más, alabar o atacar el discurso racista de Trump es completamente irrelevante pues cualquiera de las dos posiciones asegura rating, hits y likes.
Los medios nos emocionamos tanto en la vorágine de la “nota del año”, que olvidamos que nuestra obligación es investigar, checar datos, consultar fuentes, contarle a nuestros lectores la historia completa.
Si lo hubiéramos hecho quizás escribiríamos que la idea del muro en la frontera entre México y Estados Unidos no tiene por qué asustarnos pues, después de todo, la pared tiene muchos años existiendo.
Basta darse una vuelta a una pequeña comunidad cerca de Mission, Texas, llamada Granjeno, para darnos cuenta que desde hace un lustro un enorme muro de hormigón existe a unos pasos de los patios traseros de los residentes de este pequeño pueblito de apellidos latinos.
Si los medios hubiéramos cumplido nuestra obligación de informar, en lugar de andar espantando a los mexicanos con el petate del muerto, desde hace mucho hubiéramos reportado que además de esta pared, las autoridades norteamericanas construyeron una fosa que hace más complicado el ingreso de los migrantes ilegales.
Pero, ojo… he dicho que hace más complicado el ingreso, no que haya detenido en su totalidad la migración sin documentos, pues no existe pared o pozo tan alto o tan profundo que pueda detener este fenómeno.
Cualquier residente de Granjeno puede decirle al reportero que se acerque que siguen viendo pasar migrantes ilegales, que los cárteles han encontrado otras rutas por dónde introducir sus drogas y sus armas, que este muro no es más que un enorme desperdicio de miles de millones de dólares.
De hecho, la nota del muro ya ni siquiera es nota en esta parte de la frontera entre México y Estados Unidos… lo fue hace cinco años, no hoy.
Claro que no existe medio que reporte estos hechos pues qué aburrido es decir que uno de los peores presagios de la administración de Trump ya es una realidad desde hace muchísimos años.
Los medios hemos fallado en informar bien a la gente sobre este tema… y por ello me disculpo por la parte que me toca.
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