Con una participación ciudadana de alrededor del 60 por ciento, la segunda más alta en la historia de México, se consolida el segundo piso de la Cuarta Transformación. Todo está a modo para llevar a cabo las acciones que demandan los mexicanos, soñaron los grandes próceres y necesita el país para ubicarse, una vez más, a la vanguardia planetaria con su propuesta de humanismo mexicano, que antepone la vida a la avidez de dinero cuando éste está manchado de sangre y sufrimiento.
Los aborígenes cumplieron, ahora les toca a los designados cumplir los compromisos que contrajeron. Nadie podrá seguir nadando de a muertito o hacer como que la virgen les habla. Pidieron el voto y el voto se les dio con generosidad; ahora ¡a cumplir! El presidente Andrés Manuel López Obrador ha desplegado una intensa actividad durante todos los días de su mandato. Empieza su tarea a las 6 de la mañana, pero no se sabe a qué horas la termina. Ese es el modo.
Ese es el ejemplo. Cabe dentro del infinito panorama de las posibilidades que ahora se hagan las cosas de una manera distinta. Está bien, en tanto que haya resultados. La tibieza, la pichicatería, la indolencia y el valemadrismo ya no tienen espacio. Ha llegado la hora de pagar la cuenta y de echar toda la carne al asador. Los gobernantes a gobernar, los legisladores a recuperar los valores de la democracia, los demás a hacer la tarea que la ley les manda, absteniéndose de hacer lo que prohíbe.
“La victoria tiene muchos padres, pero la derrota es huérfana”, es una frase célebre de Napoleón Bonaparte luego del fracaso de Waterloo, que también utilizó John F. Kennedy. Ahora abundan quienes aplauden a Claudia, incluyendo muchos malquerientes, y los que abominan de Xóchitl, hasta los que adoraban sus torpezas tomándolas como gracejadas. No importa, el nuevo gobierno tendrá que gobernar para todos y eso implica ver que los demás también lo hagan.
Hace 200 años, el 10 de octubre de 1824, Guadalupe Victoria fue declarado primer Presidente de los Estados Unidos Mexicanos para el período 1825-1829; con ello se estableció la República federal, representativa y popular, se decretó la primera Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, con la división de poderes, todos electos y todos autónomos. El domingo, los ciudadanos de este país eligieron a Claudia Sheinbaum Pardo, la primera presidenta de México.
A la gran satisfacción de ser partícipes de un acontecimiento histórico de proyección mundial, sigue la responsabilidad de ser congruentes en la lucha contra la corrupción, los privilegios y el abandono de los jóvenes y los niños de este país, cuya educación es altamente deficiente. Votar por Morena, sufragar por Claudia y demás postulados de la Cuarta Transformación, es también un compromiso de ir adelante en la tarea de conducir al país hacia el desarrollo con progreso compartido y oportunidades para todos.
Tachar la boleta por Morena es apenas el primer paso de una tarea más ingente que tiene que ver con seguir el espejo del presidente López Obrador, de no mentir, no robar, no traicionar al pueblo y, en cambio, madrugar y entregarse en cuerpo y alma en hacer de este país un mejor lugar para vivir, en el que cada persona pueda desarrollar a plenitud sus capacidades en bien propio y de los demás. La jornada del domingo fue notable. Falta lo demás.