
Después de muchos años, Tom Hanks regresa a las grandes ligas de la actuación con Capitán Phillips, la historia del asalto de piratas somalíes al carguero MV Maersk Alabama, el primer barco norteamericano en ser secuestrado en 200 años.
Desde El Náufrago, el supernova de Hollywood no había sido requerido para alcanzar el nivel histriónico que lo ha colocado como uno de los mejores actores de la historia.
Hanks comanda la acción en el incidente en altamar, ocurrido frente a costas africanas en el año 2009, cuando un grupo de filibusteros decide tomar el enorme buque con el propósito de negociar.
La cinta toca uno de los puntos sensibles y menos explorados del terrorismo, en su variante de la piratería, en una situación desesperada por la misma naturaleza de aislamiento en altamar.
Paul Greengrass consolidado como uno de los grandes genios de la no ficción, se anota otro gran éxito con este thriller que mantiene de manera constante la cámara en hombro, moviéndose nerviosamente por toda la escena.
Con muy escasos encuadres fijos y sin efectos especiales, el realizador inglés hace una película con sabor a documental y, como es su costumbre, como lo ha demostrado en otros trabajos previos de excelencia, ubica al espectador en una posición privilegiada para asistir a sus dramas.
Mientras otros directores presentan una situación, Greengrass hace partícipe a su público, acompañando a las víctimas y victimarios, para sentir su respiración, sus olores, sus intenciones y miedos.
Ante una historia de desenlace ya conocido, y con una campaña que revela, de inmediato, el incidente detonador, el mérito del realizador es doble, pues mantiene las cuerdas tensas durante más de dos horas en escenarios claustrofóbicos.
Basada en el libro testimonial relatado por el mismo marinero, el guión de Billy Ray luce por su perfecto abordaje del tema, con una descripción bien documentada del ambiente naval, y una terminología impecable de las naves.
Afortunadamente, la historia ofrece la perspectiva de los criminales. Explica cómo es que un grupo de hombres forzados a la violencia deciden emprender el asalto criminal. Las razones son tan simples como increíbles. Pero ahí van, un grupo de pescadores convertidos en terroristas, armados con su fusil y su arrojo buscando enfrentar a la armada más poderosa del mundo, en una empresa suicida con la que buscan satisfacer demandas pecuniarias que ni siquiera los benefician a ellos directamente.
En este contexto hay un comentario político sobre la determinación de Estados Unidos para contener la fuerza del terrorismo y cómo descarga su martillo implacable contra quienes agreden sus intereses.
Hanks está superior en su representación del hombre pacífico obligado al acto heroico, rodeado por una tripulación desconocida, a la que debe liderar, primero, en el comando de la nave, y después en los momentos de crisis.
Junto a él, luce en una gran actuación el debutante Barkhad Abdi, un somalí avecindado en Estados Unidos que, de acuerdo a notas de producción, trabajaba como chofer al momento de hacer el casting para esta que es su sorprendente presentación.
Abdi hace la interpretación del decidido y melancólico jefe de los piratas, que no tiene mayor idea de la tormenta que desata en todo el planeta por su atrevimiento.
Hay una relación intensa entre Hanks y Abdi, ubicados en bandos opuestos, confrontados en sus propias estrategias y expuestos a fuerzas que han sido desatadas por el secuestro. El final es posible de anticipar.
Lo acompañan en su travesía ultramarina otros actores africanos desconocidos: Barkhad Abdirahman, Faysal Ahmed y Mahat M. Alí. Ninguno de ellos se observa intimidado frente a Tom Hanks y cada uno entrega encomiables actuaciones.
Capitán Phillips es una gran cinta, con emoción en altamar.