
En El Avispón Verde, el protagónico y guionista Seth Rogen se burla de todos los súper héroes. En la construcción histriónica de su personaje ridiculiza al hombre enmascarado que representa. En un giro inesperado para una cinta de género, decide descontextualizar en la historia al justiciero, ubicándolo en un entorno que pretende ser real. El personaje, así, se vuelve patético.
Si se le resta el elemento de fantasía y ficción a todas estas aventuras, sería risible ver, por ejemplo, a un tipo que se dice de acero y con capa, volando por la ciudad, o a un hombre murciélago vigilando la metrópoli.
De esta manera, Seth Rogen hace un ejercicio de liberación. Le arranca la solemnidad al prohombre y lo aterriza en su patética dimensión de mortal imperfecto, jugando a ser un vengador social.
Había que anticipar una sorpresa con el canadiense Rogen, rey absoluto de la comedia adolescente, encargado de escribir, también, Supercool, Un Guardaespaldas Escolar, Piña Express y algún capítulo de Los Simpson.
La trama es una reinvención del personaje de radionovela escrita por George W. Trendle, que se convertiría en los 60 en exitosa serie de televisión protagonizada por Van Williams como el Avispón y Bruce Lee como el carismático Kato.
Britt Reid es un vividor, hijo de un magnate editorial. Cuando este fallece, decide encargarse de los negocios de su padre. Pero en el camino encuentra la manera de hacer su vida más movida: se convierte en un vigilante de la ciudad, en su forma más tonta, haciéndose acompañar de un fiel ayudante (Jay Chou) que arregla todos los asuntos técnicos de su casa y que además es experto en artes marciales.
Superman y Batman provocan algunas risas porque son demasiado serios. El Avispón Verde se comporta como un niño enorme, carente de seriedad. Rogen no puede desprenderse de su traje de comediante y tiene la compulsión de proferir torrentes de frases ingeniosas a manera de bromas.
El villano es el recién galardonado Christoph Waltz, que tuvo una obligada convocatoria a Hollywood después de hacer el brillante papel del sádico coronel nazi Hans Landa en Bastardos sin Gloria, obra maestra de Quentin Tarantino. El austriaco se ve titubeante en el antagónico, pero consigue darle matices y dimensiones a su personaje mafioso, como una especie de sucesor de Gary Oldman, en papeles de malvado en control, cool, que dice la línea aguda antes de jalar el gatillo.
En la trama, desafortunadamente el malo no es importante. De hecho no destaca nada más que los intercambios entre El Avispón y Kato, o el patrón y el mayordomo, llenos de referencias actuales.
Hay mucho tiempo en diálogos, demasiada charla y chascarrillos, en detrimento de la emoción.
La producción al final es mucho más comedia que película de acción. Desafortunadamente, al guión le falta un riesgo sólido. No se establece un solo pasaje de tensión dramática y todo se diluye en los comentarios, y los momentos risibles del dueto verde.
Cameron Díaz fue mal seleccionad apara el personaje. Físicamente avejentada, se ve mucho mayor que su interés romántico, el tipo de antifaz, convertido en acosador, más que en enamorado.
El director francés Michael Gondry, genio del video, extrañamente fue elegido para hacer este film de superhéroes. Ha demostrado sus alcances en Eterno resplandor de una mente sin Recuerdos, la regular La Ciencia del Sueño y, más recientemente, Originalmente Pirata. Cuando se antojaba un realizador habituado a las patadas voladoras, fue comisionado en el mando un estilista que creó una cinta que parece cómicamente conceptual, y que quizás no haya sido completamente comprendido por los cinéfilos que querían ver menos neón y más balazos.
El Avispón Verde fue una apuesta muy arriesgada.