Con El curioso caso de Benjamin Button, el director David Fincher sorprende al mundo al presentar una historia sin paralelo, estelarizada por dos de los actores con los fenotipos más agraciados en Hollywood.
Tierna, bien actuada y mejor producida, la cinta conjuga en una larga historia épica elementos tradicionales de la narración cinematográfica, con sorprendentes adelantos de manipulación de imágenes por computadora, y de dirección artística con acentuación en el maquillaje.
Se observa, a lo largo de la cinta, la mano del escritor F. Scott Fitzgerald, que hizo el cuento que fue reescrito en guión por Eric Roth. Los aforismos y la prosa poética hacen de este curioso caso una experiencia de ficción de la que nadie puede ser indiferente.
Su fuerza está, precisamente, en la insólita premisa. Un bebé nace envejecido como un hombre de 80 años, y conforme crece va rejuveneciendo. Una vida así tiene muchas posibilidades de transformarse en una historia digna de ser contada.
Brad Pitt hace, en esta, la que puede ser la actuación de su vida, al interpretar a Benjamin en prácticamente todas las etapas de su melancólica vida. Demuestra que es también un actor, además de una estrella. Pero, como el mismo personaje, es víctima de su propio físico. En los dos casos, su apariencia llama poderosamente la atención y hasta supera la anécdota que se desa-rrolla.
Cate Blanchett es su interés romántico y ofrece otra de sus actuaciones de primera fila. Juntos conforman una de las parejas más bellas en la historia del cine, llena de glamour y con una calidez mutua que trasciende las barreras del tiempo y la distancia.
Aunque es verosímil dentro de su difícil temática, desafortunadamente el drama de este hombre enigmático de reloj biológico invertido, ofrece muy escasas emociones. A lo largo de las más de dos horas y media, se exponen las peripecias por las que pasa este hombre singular que toda su vida fue un joven y, al mismo tiempo, un viejo. El interés se centra, todo el tiempo, en su transformación con el paso de los años, más que lo que hace en su paso por la tierra.
Hay una finísima escena de acción en altamar, donde se observa que Fincher está en su elemento al ofrecer momentos de intensa adrenalina. Pero esta parte es un sobresalto en el resto del cuento en el que hay encuentros y desencuentros. Al final, el destino irreversible de Benjamin se resuelve de una manera asombrosa, aunque precipitada cerca del final.
El curioso caso de Benjamin Button es una película muy humana y sentimental sobre un hombre dife-rente que, tristemente, alcanzó la plenitud cuando sus contemporáneos entraban en la decadencia.