
Voy a Explotar pretende identificarse con los muchachos de la generación del Facebook, entender sus problemas y solidarizarse con ellos. La historia sigue a dos adolescentes problemáticos que escapan de la secundaria para emprender un viaje a un lugar insospechado, donde esperan no ser localizados.
Su intención es huir de todo el mundo que los agobia y los atosiga, impidiéndoles ser felices.
Sus padres, mortificados, emprenden una búsqueda tan desesperante como absurda, mientras ellos, en su refugio, comienzan a conocerse, a encontrarse y a descubrirse como personas.
El film de Gerardo Naranjo es transgresor. Convoca a la violencia y a la rebelión de los chicos. Como en un panfleto juvenil, sugiere que los muchachos deben tomar un papel más activo en sus vidas, aunque, al hacerlo, deben enfrentar las consecuencias.
Es una película para chavos, que puede ser mejor entendida por los papás de los chavos. Muestra inquietudes juveniles universales y atemporales, entre chicos y chicos que no saben en qué lugar de la vida colocarse. Desorientados, buscan afecto y comprensión al interior de sus familias desintegradas y con padres cada vez más distantes.
Naranjo muestra su habilidad narrativa al presentar un interesante manejo temporal, de inicio, un recurso inusual para la esquematizada producción nacional. Con una muy buena edición de imagen y sonido, presenta el problema relacionándolo directamente con la violencia cotidiana, que ocupa todos los días los periódicos nacionales.
En ese primer incidente que desata la trama, hay un arma de fuego, torpemente manejada, imprudentemente utilizada. Con ella, el muchacho de la historia busca, en su desorientación, saltar etapas, comportarse como lo que, supone, debe ser un hombre.
En su huida se encuentra con una chica de su edad y juntos comienzan a delinear ensayos de ellos mismos, tratando de encontrarse con honestidad, pero sin guía. En ese viaje que ellos hacen al centro de su propio ser, los jóvenes encuentran desesperación y soledad, lo que los lleva a tomar decisiones precipitadas y riesgosas.
Pero no lo saben aún. Su aventura está llena de romance y la expectativa de la iniciación erótica. En este universo pueblerino, los adultos son unos tontos irresponsables. En papeles de excelencia, Daniel Jiménez Cacho y Rebecca Jones son los padres del chico. El es un diputado de aspecto y modos priistas, corrupto, institucional, vulgar, adinerado y pretendiendo urbanidad y buenos modales. Ella es su secretaria convertida en esposa.
Los muchachos podrían permanecer aislados en su realidad paralela si no es por la intromisión de los importunos señores, que destruyen su paraíso y provocan la aniquilación de esa sociedad de ensueño que habían construido.
Voy a Explotar es una buena opción. Su temática es intensa. Los adolescentes y los adultos la disfrutarán.