Llama la atención de inicio en Sólo Quiero Caminar el impresionante casting de actores mexicanos y españoles. El interesante director ibérico Agustín Díaz Yanes, consigue meter, en una sola película, una apretada constelación compuesta por Diego Luna, Ariadna Gil, Victoria Abril, Elena Anaya, Pilar López de Ayala, José María Yazpik y Ana Ofelia Murguía, entre otros nombres conocidos que integran el resto del reparto.
Todos se entreveran en una rápida historia de delincuentes, narrada a través de una caótica sucesión de eventos y una desordenada cronología que plantea numerosas dudas sobre la ubicuidad de los personajes y los escenarios donde ocurre la acción.
Como director, Díaz Yanes ha tenido un listado de producciones interesantes desde la intensa Nadie Hablará de Nosotras Cuando Hayamos Muerto, Bendito Infierno y la desafortunada épica de aventuras Alatriste.
En esta nueva producción que parece extraída del taller de guiones de Quentin Tarantino, se presenta una historia de venganzas y traiciones entre cuatro bellas mujeres españolas, ladronas profesionales, que sostienen una hermandad inquebrantable. Cuando una de ellas es lastimada por un capo mexicano, las demás deciden darle al mafioso un escarmiento.
El guión escrito por el mismo director es intenso, como una novela de James Ellroy, donde la moralidad está alrevesada y los personajes cambian constantemente de bando, sin que se pueda definir claramente de qué lado se encuentran y a quien hay que entregarle la simpatía.
La historia arranca con un disparate: Yazpik, en el papel que definitivamente lo posiciona como actor de carácter, es un joven narcotraficante que viaja a España para hacer tratos. En un momento de ocio de la negociación, le ofrecen como “regalito” a una chica que lo complace enfrente de los hombres reunidos.
El absurdo de la escena de un acto íntimo de carnalidad efectuado en público, como un ritual trivializado, se completa cuando el mexicano decide comprometerse, en ese mismo instante, con la mujer que lo dejó satisfecho.
A partir de ese momento, quedan abiertas hasta el infinito las posibilidades de sorpresa y absurdo.
Díaz Yanes hace de sus antiheroínas y villanos un ensamble de personas tan bellas que si no hubieran sido criminales, pudieron haber trabajado en pasarelas. La estilización de los vestuarios es impecable. Aquí los bandidos ameritan ser incluidos en el catálogo de Vogue, por su vestimenta supercool y el innegable porte de modelos.
Pero, pese a su innegable atractivo, todos son seres bajos, corrientes, que caminan en un universo alterno de opulencia donde la justicia y los valores son muy diferentes a los del resto de los mortales.
Llama la atención el atuendo de Diego Luna, extraído directamente de la pandilla de Perros de Reserva, con el mismo traje y corbata negros, y con un comportamiento tan mortal como alivianado.
Desafortunadamente, la película se pierde en los detalles. Hay tantas caras conocidas y actores dotados, que no hay ni uno solo que se defina como protagonista absoluto. Los personajes secundarios se imponen, y no se encuentra uno que comande la acción.
Luna tiene el gran papel. Su personaje de Gabriel es imponente, no sólo por la facha impecable, sino por su semblante fúnebre y simpático, de un hombre joven implacable, pero necesitado de afecto, al punto de atropellar la línea del deber ante el llamado del corazón.
Es capaz de asesinar a sangre fría, disparando su escuadra mientras habla de trivialidades, pero también es un tipo apegado a los suyos, con un indeclinable sentido del auto control.
Sólo Quiero Caminar es un intenso thriller de maleantes, interesante y divertido, con personajes pintorescos y plagado de acción.