
Hormigas caminan sobre una superficie vidriosa, montones de mariposas negras se acumulan en el techo, cadáveres son vomitados por el mar.
Biutiful contiene una serie de escenas perturbadoras que reflejan el deplorable estado anímico de Uxbal, un delincuente de poca monta que se ocupa del tráfico de ilegales y del negocio de la piratería.
El personaje protagónico interpretado por Javier Bardem es un hombre moralmente destruido. Uxbal es el creador de su propia vida miserable, con un entorno familiar deshecho y una ocupación indigna, ilegal y socialmente nociva. Nadie tiene la culpa de lo que le ocurre, más que él mismo.
Una notificación médica cambia por completo su perspectiva de la vida.
Con Biutiful, el director mexicano Alejandro González Iñárritu se ocupa del tema de la migración ilegal en Europa, que no se diferencia en nada de la que ocurre en otros países del orbe. El realizador es crudo y expone la realidad de los migrantes con una puntería que parece obscena. Es, el que muestra, el mundo subterráneo de la glamorosa Europa y los pasadizos entre los que se mueve la economía informal.
En ese entorno de desesperanza se cruzan numerosas historias que, independientemente de su resolución, tienen un ineludible final trágico. Aunque alguno de los episodios en los que participan tenga feliz desenlace, los involucrados están condenados a la desdicha, víctimas del sistema político, de la ley, del crimen o del maldito destino.
La nueva película de Iñárritu es como un larguísimo ejercicio de estilo, con la firma del realizador, convertido ya en un virtuoso del cine mundial. No se trata solamente de la disposición de los elementos cinematográficos, como la fotografía de Rodrigo Prieto con coloración alterada y cámara al hombro, o la música estridente del genial Gustavo Santaolalla. Es el lenguaje visual lo que destaca en el cine mundial del tapatío que, además se ocupa siempre de relatar historias de temas alterados con personajes profundos, sicológicamente complejos, como el deprimido Uxbal y su secreta carrera contra el tiempo.
También se toma la libertad de incorporar elementos sobrenaturales, que bordean el realismo mágico y que comprometen la verosimilitud del relato que, pese a ello, se salva por la soberbia dirección y la actuación impresionante de Bardem.
En su trabajo de guionista, Iñárritu le aprendió bien los trucos literarios a Guillermo Arriaga, quien hizo los libretos de sus grandes éxitos anteriores (Amores Perros, 21 Gramos, Babel) y de quien ya se encuentra artísticamente divorciado. En esta historia, en la que se acredita como coguionista, el director muestra historias paralelas que terminan intersectándose a partir de un acontecimiento funesto.
Biutiful es como dos películas. En una primera parte, lenta hasta la desesperación, se presenta el personaje y su entorno. El retrato es al interior del turbio negocio del contrabando de migrantes y toda la corrupción oficial que hay en torno a él. No pasa nada en la primera mitad del film que parece ser, en su primera hora, uno de esos frecuentes casos de grandes producciones, que cubren guiones fallidos. Es necesario invertir una buena hora de paciencia para ver imágenes preciosistas de contextualización.
Sin embargo, la segunda parte es rápida y llena de acción. Los personajes se ocupan de desenredar los problemas que anteriormente estaban presentados y comienza a entretejerse la urdidumbre en la que todos terminan participando… o enlodándose.
Bardem hace aquí el papel de su vida. La interpretación del barcelonés Uxbal lo lleva a otras dimensiones interpretativas desconocidas hasta ahora. El español consigue darle vida y aliento genuino a este pillastre que se mueve en la ilegalidad, mientras se esfuerza por mantener unida a su familia, con resultados estériles.
Maricel Álvarez hace otra interpretación superior, como la esposa bipolar, de laxa moralidad, incapacitada para entender el sufrimiento de sus hijos y la devastación que provocan sus disparates.
Aunque el personaje de Uxbal es el de un delincuente, se mantiene como el corazón de la bondad humana en este drama donde todos son malvados, culpables y contradictorios. El tipo tiene un arrebato de conciencia y dentro de su submundo criminal, donde el delito es la normalidad para la subsistencia, decide emprender una cruzada purificadora con la que ajusta cuentas con la vida.
Es, a fin de cuentas, el único delincuente con sentimientos, inmiscuido en la suciedad del trafique, pero con la suficiente conciencia para evitar mayores destrozos de los que provoca y salvar algunas vidas y también algunas almas.
El principio de la película es como el desenlace, mágico y nostálgico, con una musicalización dulce que cierra con fuerza el drama.
Biutiful es una buena película, de historia original, estilizada en su tratamiento y con grandes actuaciones.