
Carlos Vela decidió no acudir al llamado de la Selección Mexicana de Futbol.
Hubo una convocatoria y, luego, casi un ruego al jugador de la Real Sociedad para que se integrara al 11 que representará al país en la justa mundial que este años será celebrada en Brasil.
El bombardero de Cancún dio un argumento extraño desde su Olimpo en España. Dijo que no estaba dispuesto a ir, porque no se encontraba en su mejor momento y que, por ello, prefería dejarle su plaza a otro jugador que pudiera cumplir con el derroche anímico requerido para participar en la demandante competencia.
Y, por último, le deseó suerte al Tri y dijo que amaba mucho a México.
De ser cierta la especie, parece que Vela es un tipo inmaduro o, de plano, con un coeficiente intelectual reducido. No me refiero a que es poco inteligente rechazar una posición en la Selección nacional lo cuál, por cierto, sí es un desprecio mayor. En un país de 110 millones, sólo hay once espacios y uno era para él.
No hablo de eso. Me refiero a que el argumento parece poco razonable, porque no puede esperar Vela que, porque anda bajo de pila o pasa por un slump deportivo, decida no participar en un torneo que está a cuatro meses de distancia.
Es obvio que no es desánimo lo que lo aqueja, pues es, actualmente, sin mostrar cualidades de prodigio, el mejor mexicano en el futbol internacional. Y cualquier deportista profesional puede quitarse la malaria o la modorra en el transcurso de los días y, con más posibilidades, de los meses.
Lo que parece es que hay otra situación de fondo, desconocida, que no ha sido revelada. Parece que Carlitos se está dando un disparo en el pie, al querer hacerle un favor a su carrera, cuando los resultados serán, se vislumbra, directamente inversos a su propósito.
Está demostrado que el futbol mexicano termina siendo el cementerio de los europeos. Todos los que pasaron por el Viejo Continente regresan al terruño a vivir de sus glorias y a obtener contratos grandes en sus últimos años de trayectoria. Ahí están para atestiguarlo, Osorio, Salcido, Maza, Hugol, Cuauhtémoc.
Con el desplante, es poco probable que Vela sea requerido por algún equipo. Desde ahora ha sido declarado persona non grata por los aficionados.
Cierto, la tribuna tiene pésima memoria. No toma nota de los agravios y aquel canalla que los despreció, puede enamorarlos de nuevo con un par de goles a tiempo.
No se sabe si Vela mantenga el buen paso para después de esta copa del mundo. Quién sabe si sea llamado para el proceso rumbo a Rusia 2018. Pero, por ahora, ya serás recordado como el que dejó tirada la chancla tricolor.
Tal vez hubiera sido efectiva la solución que propuso Tomás Boy para el conflicto del puntero izquierdo. El “Jefe” señaló que Miguel Herrera, director de la Selección Azteca, debió convocarlo, sin consultarlo. Debió darle la orden directa para que se presentara en la eliminatoria.
Si Vela desoía el llamado, sería castigado de inmediato por la FIFA. Lo mismo podía hacer el DT nacional ahora, para que el atacante se enlistara o se expusiera a ser sancionado.
Pero no, ya no hay aparentes opciones para regresar a la oveja al redil. No descarto que sorpresivamente llegue a un acuerdo y se calce las botas para representar al país.
Pero, por lo demás, hay que notar que Vela ni es un crack, ni es el salvador del Tri. Me parece que su ausencia es un accidente que puede ser reparado de inmediato.
El se lo pierde.