
Aunque su situación económica no es formidable e incluso, podría decirse que complicada, un humilde abuelo originario del municipio de Bustamante, Tamaulipas, y con 20 años residiendo en la frontera, destina parte de su tiempo y recursos para ofrecer un poco de felicidad a quienes más la necesitan.
Y es que este hombre de gruesa voz y abultada barriga, prefiere pasar la Navidad en las calles vestido de ‘Santa Claus’, que quedarse cenando en casa, mientras otros sufren sin la compañía de sus seres queridos o se encuentran enfermos.
Desde hace ocho años que puso en práctica dicha idea cada vez es mayor el número de personas que se unen a esta causa, colaborando con donaciones y acompañándolo a repartir los regalos que va recolectando en su puesto de elotes.
Cuenta que lo que surgió como una práctica familiar ha tomado un tamaño inimaginable, ya que en la última temporada decembrina se alcanzaron a reunir más de 300 juguetes, que se tradujeron en una cantidad incalculable de sonrisas.
Los presentes que sobran en Nochebuena son llevados el Día de Reyes Magos a los habitantes de comunidades pesqueras en la costa de Matamoros.
“Nosotros lo que hacemos cada año es que me visto de Santa y regalo los elotes a todos los clientes que pasan. Esta ocasión lo estaremos haciendo, pero vamos a cambiar un elote por un obsequio que será para llevar a los hospitales. Lo que nos queda se los vamos a dejar a los hijos de los pescadores, que en verdad tienen necesidad.
“Quiero decir que mucha gente no se da cuenta, pero en realidad cuando se supone que uno debería de estar en casa festejando, hay quienes al mismo tiempo se encuentran pasando por momentos muy difíciles y a ellos nos dirigimos, a personas que están dentro y afuera de los nosocomios, que tienen dos o tres días que no han comido”, relata.
Cabe decir que Dagoberto y algunos de sus parientes son conocidos en varios sectores de Reynosa no sólo por esta noble labor, sino también por haberle tenido que hacer frente a la leucemia de su nieto Pedrito, en un caso que los medios de comunicación locales divulgaron con notoriedad.
El niño murió hace cuatro años, pero su espíritu de alegría se quedó en esta familia, ya que la oportunidad de compartir un regalo en los hospitales de la ciudad, menciona, lo hacía muy feliz, porque él también participaba.
SONRISAS QUE NO TIENEN PRECIO
Identificado en las calles como el “Gordo de los elotes” y en invierno como el “Santa Claus” de los niños enfermos, Dagoberto manifiesta no encontrar palabras para describir la reacción de los pacientes y familiares de éstos cuando acuden a dejar regalos y comida el 24 de diciembre.
“Se ponen bien contentos, porque desde hace varios años que hacemos esto nos ha tocado llegar y encontrarnos con personas que no se han alimentado, que está haciendo frío y somos los únicos que vamos y los primeros que llegamos, es por eso que la gente se queda contentísima.
“Hay quienes en verdad necesitan más que nosotros, hay personas que no son de aquí, sino que vienen de fuera. Nos preguntan que si les llevamos la ayuda de una iglesia, que si pertenecemos a un grupo religioso, pero les decimos que no, que lo hacemos con la cooperación de la ciudadanía y porque es la voluntad de toda la familia”, agrega.
Detalla que a la hora de la repartición le ayudan 12 miembros de su casa, entre sus hijas, sus yernos y los nietos. Además de los juguetes, preparan comida para esa fecha, guisos, tortas y compran pasteles para regalar.
Tapizan una vieja furgoneta Chevrolet con las cosas y en otras unidades se llevan las ollas y el café, que hace felices a muchas personas.
Desde el Hospital Materno Infantil hasta el General y la Cruz Roja, los Aguirre recorren varios centros hospitalarios y afirman que los doctores ya saben que irán, por lo que éstos se preparan con sus cámaras para tomarse las fotos de recuerdo. Sobretodo, destacan que es mayor la satisfacción de dar que la de recibir.
“Yo salgo de la camioneta disfrazado. A los niños les llevamos el pastel, un juguete y se ponen bien contentos, porque están en su camita acostados, tristes, pues no van a poderse ir a su casa y en cuanto nos ven les cambia bastante el ánimo.
“La vez pasada una enfermera le decía a un niño que estaba internado: –¡Te dije que iba a llegar ‘Santa’!, y el niño no le creía y que se agarra risa y risa cuando va entrando ‘Santa Claus’ y dice: –¡Ay sí, no me echaste mentiras sí vino ‘Santa Claus’ aquí!
“Hay niños que dicen, ‘Santa Claus’ no existe, pero ya cuando te ven llegar, con la sorpresa que se quedan. Con los regalos se animan más e incluso hay bebitos de cuneros, a los que les llevamos pañales y toallitas húmedas”, describe.
UN HOMBRE DE TRABAJO
Cuando no es ‘Papá Noel’, Dagoberto tiene su puesto de elotes todos los días en la colonia Petrolera sobre la calle 18 de Marzo, esquina con Veracruz. Muchos de sus clientes llevan años comprándole y es ahí donde consigue la mayoría de las donaciones.
“La gente que ya nos conoce lo hace con más fe y le echa más ganas, porque saben lo que estamos haciendo y saben que los niños que están encamados en el hospital se quedan felices. Yo le diría a los que están leyendo este reportaje que se toquen el corazón, porque hay niños que sí lo necesitan”, comenta.
Cada día este hombre tiene la rutina de comprar y alistar invariablemente los implementos de su negocio. No puede darse el lujo de quedarse en casa, porque debe llevar el sustento a su familia.
Pero vivir en un barrio pobre que no cuenta con todos los servicios no es impedimento para que quiera ayudar a los demás. Su hija, Astrid Yuridiana está convencida de ello y apoya totalmente a su progenitor llevando “lonches”, pan, café y juguetes.
“Se siente una alegría muy inmensa poder ser parte de este sueño, porque vas y haces feliz a personas que lo necesitan. A mí me tocó vivirlo en carne propia, pasar navidades en el hospital y que mi hijo estuviera en terapia intensiva y te sientes triste de estar ahí y es muy raro que alguien se acerque a los hospitales, que vaya un buen samaritano al hospital, por eso hemos concentrado nuestro esfuerzo en hacer esa labor.
“No es casualidad y pienso que Dios puso eso en nuestros corazones y como dice mi papá, en vez de festejar nosotros, mejor procuramos ir a los hospitales, haga frío, esté lloviendo o cayendo aguanieve. Mi hermana y yo recién aliviadas así andábamos vestidas de duendes en el hospital, es una sensación muy padre, porque le dejamos una sonrisa, su juguete y bolsita de dulces a los chiquitines”, refiere.
Al final esta servicial familia pone a disposición de la comunidad el número telefónico 8991 526541, por si alguien desea colaborar en dinero o en especie.
“Si hay gente de buen corazón que se quieran unir, que quieran apoyar y deseen ir con nosotros con todo gusto, ya saben donde encontrarme y aquí estamos para acompañarlos y que nos acompañen”, menciona Dagoberto, quien pronto dejará de ser por un momento el “Gordo de los elotes” para convertirse en el “Santa Claus” de los niños enfermos.