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Cruzó el mar por el sueño americano

9 de noviembre de 2013 por Paola Almaraz

En marzo de 2007, Flor de María Cruz salió de su natal El Salvador y recorrió más de 3 mil 372 kilómetros para llegar a la frontera de México con Estados Unidos. Lo que hace diferente su historia a la de miles de sus compatriotas que realizan este viaje, es que ella lo hizo por mar.

La joven, quien ahora cuenta con 22 años de edad, señaló que es originaria de Zacatecoluca, un municipio ubicado la zona central de El Salvador con apenas 62 mil habitantes, donde lo que más resalta es la pobreza.

Con apenas 17 años y las ganas de buscar un mejor futuro, Flor María se convenció que la mejor opción que tenía era salir de su terruño, que es la cabecera departamental (ciudad capital) del Departamento de La Paz.

Allá vivía con sus padres y hermanos en una pequeña casa de alquiler, sin embargo la falta de oportunidades educativas y laborales generó que decidiera salir de su lugar de origen para intentar cruzar ilegalmente a Estados Unidos.

Su trayecto fue peligroso, ya que tanto en El Salvador como en Guatemala tuvo que lidiar con los riesgos de pasar por territorios controlados por la Mara Salvatrucha y otras pandillas.

“Esas zonas están muy feas, es arriesgado por los ‘mareros’ y no puedes salir en la noche porque te asaltan, violan o matan. La pobreza también es difícil y no hay mucha oportunidad de estudiar”, expuso.

Afortunadamente no viajaba sola, venía acompañada de un tío, dos primos y nueve personas más, quienes ya tenían experiencia en este tipo de viajes, por eso fue más sencillo librar los lugares inseguros.

Guiados por un “coyote” fueron trasladados desde El Salvador a Guatemala para cruzar a la frontera mexicana recorriendo más de 520 kilómetros en un camión de carga.

Cruzaron el río Suchiate y se dirigieron a Tapachula, Chiapas, lugar que para muchos indocumentados es la primera etapa mexicana que los llevará a la ruta del “sueño americano”.

El grupo de 13 centroamericanos transitó 30 kilómetros hacia la costa para llegar a Puerto Madero, donde se embarcaron en un lancha grande de doble motor.

“Llegamos a ese lugar en la tarde y al oscurecer aproximadamente seis de la tarde nos subieron a una lancha. Nos pidieron usar ropa negra, escondernos en el fondo de la embarcación y nos taparon con unas lonas. Recuerdo que me acurruqué al lado de tres tanques de gasolina que traían para cuando se acabara el combustible poder suministrarlo rápidamente y continuar el camino. Después de muchos sustos hasta casi las nueve de la mañana tocamos tierra”, narró.

Viajaron en el mar cerca de 15 horas para recorrer mil 116 kilómetros hasta llegar a Acapulco.
“Veníamos por en medio del mar, tenía mucho miedo porque la lancha iba muy rápido y temía que se fuera a voltear de la velocidad que llevábamos. Yo no se nadar y no había chalecos o algo con lo que pudiéramos flotar en caso de que se hundiera la embarcación”, relató.

El temor de Flor de María acrecentó cuando escucharon disparos de “piratas” que querían asaltarlos.
“Dentro del mar hay mucha gente mala que asalta a las lanchas o los extorsionan para que pasen por ahí. Nos aventaron balazos y los ‘guías’ aumentaron la velocidad para que no nos atraparan. Las 13 personas que viajábamos íbamos agachados y aunque nos sentíamos mal teníamos que aguantar. Después de todo el alboroto creo que me quede dormida y al amanecer ya estábamos más cerca de nuestro destino”, relató.

Al llegar a Acapulco fueron alojados en una casa; al cabo de un par de días avanzaron hasta Puebla ocultos por más de cinco horas en un tráiler de doble fondo que viajó más de 447 kilómetros.

En Puebla también “descansaron” unos días ya que seguirían su ruta hacía el Puerto de Veracruz.

“No pasábamos hambre, nos atendían bien, pero sí teníamos miedo de que nos descubrieran, además era cansado viajar escondidos en los camiones. Estamos esperanzados de que pronto acabaría el largo trayecto y estaríamos en la frontera listos para cruzar el río Bravo”, señaló.

Tras viajar 274 kilómetros más llegaron a Veracruz y Flor de María se sentía cada vez más cerca de Estados Unidos.

Después de un recorrido de cerca de mil kilómetros por carretera, y escondidos en el doble fondo de un tráiler, los viajeros estaban a doce horas de la frontera y ya presentían un final feliz.

Tuvieron que pasar más de 14 días para que finalmente pisaran la frontera de Reynosa. Sin embargo, al intentar cruzar el río Bravo, sus compañeros fueron detenidos por agentes de la Border Patrol mientras que ella y su tío lograron esconderse. Fue entonces cuando decidieron que lo mejor era regresar a México.

“Cuando cruzamos ilegalmente el río mis primos y otros compañeros fueron los primeros en pisar territorio estadounidense, pero les cayó la migra y los detuvieron. Les perdí la huella, no supe si lograron asentarse en la Unión Americana o fueron deportados por las autoridades migratorias. Mi tío y yo logramos regresar a México”, dijo.

Su tío Adolfo se regresó a El Salvador, mientras que Flor de María fue refugiada en una casa al norte de Reynosa.

Al observar que transcurrían los días y luego los meses, la joven no sabía qué estaba pasando. Así permaneció cuatro meses.

Su desesperación iba en aumento al ver cada vez más lejos su objetivo de cruzar la frontera de México y Estados Unidos por lo que una noche se armó de valor y logró escapar de la casa.

“En la madrugada logremos irnos de esa casa donde nos tenían a varias personas. Después de vagar por algunas calles del centro de Reynosa amaneció y me acerqué a unas personas que me ayudaron a buscar un refugio. Ellos me guiaron hasta la Casa del Migrante de Nuestra Señora de Guadalupe donde estuve varios días”, recordó.

UNA NUEVA VIDA

Sin embargo, el destino le tenía preparada otra sorpresa. En el albergue conoció a un migrante hondureño de nombre Gustavo Chávez, quien como ella había recorrido prácticamente la misma travesía con grupo.

El joven de 20 años en ese entonces se convirtió en su pareja sentimental meses mas tarde.
“Nunca pensé que aquí en Reynosa encontraría el amor, no nos hemos podido casar pero vivimos juntos desde hace más de cinco años. El también sufrió muchas cosas al emigrar de su país”, comentó.

Al paso de los días decidieron salirse del refugio, buscar trabajo y rentar un cuarto para vivir en unión libre. Después de cinco años Flor de María se embarazó y hace ocho meses se convirtieron en padres de un varón de nombre Jonathan Josué Chávez Cruz.

Ahora con un bebé nacido en México sus planes son estabilizarse en Reynosa y en un futuro buscar nuevamente irse a Estados Unidos.

“Hemos pensado en regresar a Honduras o El Salvador pero las condiciones de pobreza allá son extremas. Aunque no me gustaría quedarme aquí siempre con mi bebé se complican las cosas ya que tenemos que pensar en él solamente”, señaló.

Flor de María estudió hasta quinto grado de primaria, y a pesar de no contar con preparación académica logró encontrar un trabajo como ayudante de un negocio donde se rentan trajes y vestidos de fiesta, mientras que su pareja trabaja como ayudante en la construcción.

“Mi pareja desea irse a la Unión Americana porque necesitamos hacer más cosas para nuestro hijo, pero me da miedo por mi bebé, pues sería muy riesgoso cruzar el río con él”, señaló.

Mencionó que en la frontera de México se vive mejor que en su país. En El Salvador trabajó limpiando casas y su salario no rebasaba los mil pesos al mes. Actualmente logra ganar mensualmente de tres mil a tres mil 500 pesos.

“Aunque en territorio mexicano se vive bien económicamente para irla pasando, extrañamos estar cerca de nuestras familias y raíces. Aquí no tenemos quien vele por nosotros, dijo.

Y añadió: “Acudimos cada fin de semana al albergue Senda de Vida donde se ofician servicios religiosos, aquí nos ofrecen hermandad y nos regalan víveres por lo que nos sentimos arropados. Esto nos ha ayudado mucho para soportar estar lejos de nuestros familiares; aquí hacemos oración, conocemos personas en nuestra misma situación y convivimos, además de que nos apoyan de muchas maneras”.

Gustavo, de 26 años, salió de Centroamérica por hacer algo mejor y ella tenía en mente lo mismo, mejorar. Ahora con el bebé con más razón desean contar con recursos para ofrecerle una vida de calidad.

“Aquí en México se gana para pasarla, pero necesitamos ofrecerle un mejor futuro a nuestro hijo. Además quiero enviarle dinero a mis padres y hermanos, ya que mi familia no cuenta con un hogar fijo para vivir por lo que rentan o piden alojo a algún amigo o familiar”, sentenció.

El plan de Flor de María es arreglar sus documentos en territorio nacional por medio de su bebé y posteriormente solicitar un permiso.

“Quiero arreglar la nacionalidad en México, pero como no tengo documentos oficiales es más complicado. Ya pedimos información y me envían a Monterrey a arreglar el pasaporte salvadoreño; tengo miedo viajar hasta allá por los problemas de inseguridad”, resaltó.

CAMBIOS DE RUTAS Y TRANSPORTE

Francisco Gallardo López, coordinador de la Pastoral de Movilidad Humana en la Diócesis de Matamoros, aseguró que los migrantes han modificado las rutas y formas de viajar a la frontera de Estados Unidos.

“Ahora la modalidad es diferente y la manera en cómo los transportan es distinta: los traen en carros, camionetas, camiones de carga, avión y hasta por mar, según nos platican los mismos migrantes que se alojan en los refugios de Reynosa y Matamoros”, dijo.

Y añadió: “Se buscan mil formas de trasladarlos a la frontera, con cambios de rutas y modalidades para transportarlos de quienes se dedican a la migración. Es un negocio que deja ganancias económicas muy fuertes”.

Sentenció que los migrantes ya no son vistos como personas. Son mercancía o productos que generarán ganancias económicas.

“Aunque sabemos que ellos son los más pobres y necesitados, imagínate si los indocumentados estuvieran en una situación económica cómoda no habría necesidad de emigrar a los países pudientes, pero como su status económico es precario, buscan alternativas para salir y buscar mejorar su futuro”, manifestó.

Gallardo López recordó que los migrantes comparten experiencias muy fuertes, y sobre “las mil formas en que son trasladados, que algunas veces nos quedamos
cortos de pensar cómo los esconden”, puntualizó.

EL MAR, NUEVO CAMINO
El coordinador del Centro de Apoyo a Migrantes y Deportados “Senda de Vida”, Héctor Silva de Luna, aseguró que las rutas de migración para llegar a la frontera de México con la Unión Americana han cambiado.

“El migrante compra o consigue papeles apócrifos para viajar por el tren, autobús, mar y hasta por avión. Si traen dinero van a transportase por donde puedan llegar rápido y seguro a su objetivo: Estados Unidos”, refirió.

Agregó que a algunos los llevan por mar a través de lanchas que navegan en aguas de los Estados de Chiapas, Oaxaca y Guerrero, donde existen islas que son habitadas por trabajadores de la pesca pero también se genera el tráfico de personas.

“Algunos de los pescadores de los barcos camaroneros se dedican a asaltarlos, ya que en esas zonas no hay revisiones de la Secretaría de Marina y es fácil navegar por esos lugares”, afirmó.

Explicó que en Charco Redondo y Río Grande llegan con los migrantes y de ahí los llevan por carretera hacia Acapulco.

“Esa gente ya tiene miedo de subir al tren por los asaltos y descarrilamientos, sin embargo, en el mar también corren peligro por las condiciones del viaje y porque están expuestos a los asaltos”, comentó.
Detalló que muchos delincuentes se transportan en sus lanchas, y como ya conocen las rutas los persiguen para extorsionarlos.

“Se han convertido en ‘piratas’ que asaltan a a los indocumentados y extorsionan a los ‘coyotes’”, indicó.
Mencionó que últimamente han observado que el migrante ha desviado sus rutas, evitando sitios donde se presenta mayor violencia contra ellos.

“Definitivamente es a causa de las circunstancias del país y todo lo que se está viviendo: asaltos, secuestros, robos y extorsiones”, apuntó.

‘MIGRANTES ESTACIONADOS’
La directora de la Casa del Migrante de Nuestra Señora de Guadalupe, María Nidelvia Avila Basulto, informó que va en aumento el fenómeno denominado “migrantes estacionados”.

“Se trata de los migrantes centroamericanos que tienen problemas en el trayecto y que son asaltados cuando vienen en el autobús o tren, llegando al albergue sin dinero y a veces heridos”, mencionó.

Explicó que actualmente son más de 60 personas las que se encuentran en esta situación y, aunque ya no estén refugiados en el albergue, es necesario alimentarlos tres veces al día.

“Ha crecido la cantidad de personas en la calle, de migrantes estacionados, ya que obtienen trabajos eventuales, duermen donde pueden pero van a comer al refugio; ya no están dentro pero son un problema constante”, comentó.

Urgió a las autoridades correspondientes que se generen fuentes de trabajo para ellos, y se brinde seguridad y vigilancia en esa zona.

“Tienen mucho tiempo buscando recursos para su pasaje, pero una vez conseguido un trabajo tienen dinero y siguen su camino. De otra forma continúan aquí. Aquí tenemos un reglamento que marca solamente tres días de estancia, sin embargo, hay personas alojadas más de una semana y hasta dos meses por situaciones de salud.

“Cualquier enfermedad que requiera atención médica se les proporciona, además de refugio, comida, vestido y llamadas a sus lugares de origen; pero no podemos darle hospedaje a todos porque convertiríamos el refugio en una casa de trabajadores o indigentes”, mencionó.

Avila Basulto añadió que la casa tiene una finalidad y desean seguir apoyando tanto al repatriado como al migrante en ruta de cualquier nacionalidad.

“Ellos andan fuera todo el día. Tienen trabajos eventuales porque salen por recursos para regresar a sus hogares o intentar nuevamente cruzar a Estados Unidos”, indicó.

Expresó que es necesario que se controle la llegada de los migrantes que vienen de Centroamérica o del interior de la República; en sus trayectos tienen problemas a bordo del autobús o del ferrocarril; son asaltados e incluso extorsionados, por eso se debe generar –agregó– un mecanismo para controlar esas llegadas.

“A Reynosa llegan sin nada y ese es un problema. Por eso se estacionan mucho tiempo en la casa del migrante. Es grave esta realidad”, puntualizó.

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