
Estaba un día El Apuntador buscando la paz interior, en tu interior (con perdón para Bon y los Enemigos del Silencio) cuando no cayó el veinte de que tenemos por obligación abordar los recientes sucesos que pusieron a Hora Cero, en su sede central de Reynosa, en el ojo del huracán y en la mesa de las conversaciones tanto en Tamaulipas, en Nuevo León y en otras partes del país.
De entrada, queremos agradecerles a todos nuestros amigos quienes expresaron su preocupación, solidaridad y múltiples muestras de apoyo para directivos, redacción, publicistas y todos los que integran la gran familia de Hora Cero Tamaulipas-Valle de Texas.
Es en estos momentos cuando nos damos cuenta quiénes son nuestros verdaderos amigos e, incluso, enemigos, porque como seguramente ya lo saben, hubo quienes andaban muy contentos con los rumores que empezaron a surgir sobre las razones que provocaron que nuestra empresa estuviera cerrada desde el lunes 7 de mayo a mediodía hasta que abrió sus puertas el jueves 10.
Al final tenemos que reportar que todo está bien, que las cosas aunque no fueron sencillas, tampoco estuvieron tan graves como llegó a decirse, principalmente por las exageraciones de unos cuantos corresponsales que ya parecen integrantes de la Fuerza Aérea, por aquello de que son bien voladores.
Para que nos entiendan estamos hablando de los representantes de la Agencia France Press (AFP), la agencia alemana DPA (con sede en Monterrey) y la tamaulipeca Julia Antonieta LeDuc (pato en francés) que salieron buenísimos para aquello de escribir telenovelas y culebrones que son la envidia de Corín Tellado.
Resulta que el lunes 7 de mayo en horas de la tarde, los citados corresponsables enviaron una nota que fue reproducida por cientos de periódicos, portales de Internet y noticieros de radio no sólo de México, sino de todo el mundo.
Aquí les transcribimos una de esas notas basadas en el reporte de quienes hoy son conocidos como los “Voladores de Monterrey”.
La sede del periódico mexicano Hora Cero, de Reynosa, fronteriza con Estados Unidos, fue tiroteada ayer por unos encapuchados instantes después de recibir una llamada amenazadora dando 10 minutos para evacuar el edificio, informaron testigos presenciales.
“Los balazos dañaron la fachada y hubo ventanales quebrados en el nivel superior, donde está el estudio de televisión y la cabina de radio, y sobre todo el impacto sicológico, porque la gente no quiere regresar a trabajar”, dijo a la AFP vía telefónica la fuente, que pidió mantener el anonimato.
Este nuevo ataque contra la prensa mexicana tiene lugar después del asesinato de cuatro periodistas y una trabajadora de prensa en el estado de Veracruz (este), vecino al de Tamaulipas, donde se encuentra Reynosa, y de varias manifestaciones en el país exigiendo seguridad para los medios de comunicación.
Alrededor de las 13H00 hora local (18H00 GMT), los directivos de Hora Cero ordenaron la evacuación del edificio, situado en la periferia de Reynosa, después de recibir una llamada telefónica advirtiéndoles de que “iban a tronar (destruir) el edificio” y dándoles 10 minutos para desalojarlo.
Algunos testigos llegaron a ver un grupo de al menos seis personas vestidas de civil y con el rostro cubierto, quienes les permitieron retirarse para después abrir fuego con rifles de asalto contra la fachada de dos niveles.
La empresa editora del periódico, Demar, que también edita varias revistas, siempre ha eludido el tema del narcotráfico debido al riesgo que entraña en algunas regiones del país, particularmente en Tamaulipas, uno de los más afectados por la ola de violencia generada por los cárteles del narcotráfico.
Los ataques contra la prensa se han convertido en algo habitual por parte de las organizaciones criminales, que buscan disuadir a la prensa de publicar algunas informaciones, particularmente referentes a asesinatos, o bien de difundir otras, por lo que muchas agresiones no son denunciadas y nadie se atreve a informar de ellas públicamente.
La semana pasada fueron asesinados en el estado de Veracruz, vecino a Tamaulipas, tres fotoperiodistas y una empleada de un periódico, cuyos cuerpos fueron desmembrados y arrojados a un canal, pocos días después de la muerte por estrangulamiento en esa misma entidad de la corresponsal de la revista Proceso.
Según la estatal Comisión de Derechos Humanos, 79 periodistas han sido asesinados en México desde 2000. De ellos ocho desde 2011 en Veracruz.
Aquí es bien importante aclarar una serie de puntos en los que los “Voladores de Monterrey” exageraron.
Primero: No hubo ni un solo disparo en contra de las instalaciones de Hora Cero. Los vidrios de la fachada fueron quebrados con piedras y palos y no con disparos de “rifles de asalto”, como se afirmó en los despachos informativos.
Obvio que tampoco es cierto eso de que las instalaciones recibieron “al menos 100 impactos de bala”, como dijo la otra voladora de la LeDuc (pato en francés), quien incluso hasta se inventó declaraciones de personal de la Procuraduría Estatal.
Segundo: Los ventanales del segundo nivel no fueron dañados y si hay un desgarriate en el estudio de radio y televisión, es porque los compañeros del noticiero La Voz en ocasiones son bastante desordenaditos y no recogen muy seguido que digamos.
Tercero: La empresa Demar no edita Hora Cero. Edita el periódico El Mañana de Reynosa, que es propiedad de la familia Deándar. El grupo que se encarga de editar Hora Cero es Verbo Libre Editores, quienes también se encargan de publicar Clase, Conexión, Contralínea y el portal de internet www.horacero.com.mx. Y disculpen si sonamos muy repetitivos, pero las cosas hay que explicarlas con peras y manzanas porque gente como los “Voladores de Monterrey” de plano entienden lo que quieren.
La verdad es que consideramos conveniente hacer estas aclaraciones pues después de todo la situación en el país es muy delicada y los medios de comunicación tenemos que ser muy responsables con lo que publicamos, más cuando en ello va de por medio la integridad física de decenas de personas.
Porque estarán de acuerdo que tanto los “Voladores de Monterrey”, como Julia Antonieta LeDuc, pudieron haber respetado los principios básicos del periodismo y hubieran preguntado sobre lo que realmente estaba pasando en lugar de andar inventando fuentes anónimas y peritos de la procu buscando “ganar” una nota que, al final, va a estar en la sección de más leídas por 15 minutos antes de que pase de moda.
De hecho, eso fue lo que hicieron en The Monitor de McAllen, quienes aunque también se fueron con la finta (que raro, ¿verdad?) de que balearon las instalaciones, por lo menos tuvieron la decencia de llamar y citar en su nota a Héctor Hugo Jiménez, director editorial general de este changarro.
El directivo de esta empresa negó al periódico texano, la misma tarde del lunes 7, que el edificio de Hora Cero fue rafagueado por armas de grueso calibre.
Y para el jueves 10 de mayo, como viene sucediendo hace más de 14 años, de nuevo se abrieron las puertas de nuestra empresa y dentro sus fieles empleados haciendo su trabajo para sacar a la calle los periódicos y cumplir los compromisos con nuestros clientes.
Retacitos
Queremos mandarle un abrazo al buen amigo Agustín Lozano, director editorial de El Bravo de Matamoros, quien está convaleciendo de una enfermedad.
Y no nos vamos sin antes dejarlos con la pregunta de la quincena: ¿Por qué sigue habiendo periodistas que exageran los hechos en vez de verificar lo que realmente sucedió?