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Que no se nos olvide de dónde venimos

26 de mayo de 2025 por Jorge Badillo, Doctor J

En un Estado donde el orgullo texano se respira en cada esquina, es fácil olvidar que Texas no siempre fue parte de Estados Unidos. La historia lo dice claramente: esta tierra fue, durante muchos años, parte de México. Y no solo eso, estuvo dividida entre tres Estados mexicanos: Coahuila, Tamaulipas y Chihuahua.
En 1824, cuando México se organizó como República federal, se creó el Estado de Coahuila y Texas, con capital en Saltillo. Este no era un Estado improvisado: tenía estructura política, leyes y representación. Familias mexicanas habitaban esta región desde mucho antes de que llegaran los colonos anglosajones. Se hablaba español, se practicaban tradiciones mexicanas y se construía una identidad ligada al sur, no al norte.
El sur de Texas —especialmente el Valle del Río Grande— pertenecía a Tamaulipas. La zona noroeste del actual Estado, lo que hoy es El Paso y regiones colindantes, estaba ligada a Chihuahua. Esto demuestra que Texas no era un territorio aislado, sino una parte vital de México, rica en cultura, comercio e historia.
Pero con el paso del tiempo, muchos han olvidado esa raíz. Hoy en día, es común ver generaciones enteras que, aunque llevan apellidos latinos, desconocen que sus antepasados nacieron en lo que era México. Se sienten ajenos a una historia que les pertenece, que vive en su sangre, en su idioma, en sus costumbres, aunque muchas veces se intente negar.
Texas se independizó de México en 1836, pero no fue por romanticismo o libertad absoluta. Fue, entre otras razones, porque México abolió la esclavitud y eso no fue bien recibido por los colonos estadounidenses que ya vivían aquí. Ese dato histórico pocas veces se menciona.
Recordar nuestras raíces no es un acto político, es un acto de dignidad. No se trata de dividir, ni de mirar con resentimiento el presente, sino de honrar el pasado. De enseñarle a nuestros hijos que hablar español es una herencia, no una desventaja. Que sus raíces no empiezan con una bandera, sino con una historia que vale la pena conocer.
Hoy más que nunca, es momento de mirar atrás con respeto. De caminar estas tierras sabiendo que nuestros ancestros también las caminaron. Que lucharon, que construyeron, que sembraron.
Porque un pueblo que olvida de dónde viene, se pierde.
Y nosotros, los que llevamos México en el alma, no podemos permitir que eso pase.
Que no se nos olvide de dónde venimos.

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