
En tiempos de crisis, los buenos gobiernos no buscan el bullicio, buscan la firmeza y el carácter. Roma lo sabía bien cuando ante una crisis mandó a buscar a Lucio Quincio Cincinato, un viejo cónsul retirado que se dedicaba a cultivar sus tierras. Cincinato estaba en retiro porque comprendía bien que el poder se ejerce mejor cuando no se ambiciona, por eso cuando el Senado le pidió salvar a la ciudad, dejó el arado, se puso la toga y en solo 15 días resolvió lo que parecía imposible. Después, volvió a sembrar en silencio.
Algo similar es lo que pasa con Alejandro Gertz Manero. El político y funcionario en cuestión es abogado por la Libre de Derecho y Doctor en Derecho por la UNAM. En 1976, a través de la Operación Cóndor fue coordinador nacional de la campaña contra el narcotráfico, también desempeñó los cargos de secretario general del Instituto Nacional de Antropología e Historia y Procurador Federal de Defensa del Trabajo. En las administraciones de los Jefes de Gobierno del Distrito Federal, Cuauhtémoc Cárdenas y Rosario Robles, fungió como secretario de Seguridad Pública. Vicente Fox, el primer presidente de un partido distinto al PRI lo nombró titular de la nueva Secretaría de Seguridad Pública federal. Desde el 2009 hasta el 2012 fue diputado federal plurinominal por la quinta circunscripción y ya en el 2018 fue encargado de despacho de la actual Fiscalía General de la República, cargo al que fue ratificado por el Senado y el cual ocupa hasta el día de hoy.
Después de algunos años, los cuales coincidieron con el gobierno de AMLO, se le especuló enfermo, ausente o en retiro, su desaparición de la escena pública y su involucramiento con un supuesto caso de abuso de poder y tráfico de influencias lo alejó más del foco, esa ausencia lo mantuvo con aura oscura de más incógnitas que respuestas. Ahora, Gertz Manero regresa sin estridencia, pero con el mismo rigor técnico y firmeza institucional que lo distinguió desde sus primeros pasos en el servicio público. Si bien ya había salido a cuadro en algunas conferencias mañaneras con la presidenta Claudia Sheinbaum, su regreso triunfal fue con el sonado caso del Rancho Izaguirre. Los adelantos en las investigaciones, las respuestas contundentes y el manejo preciso de prensa que tiene, lo retrata como una navaja afilada, esas que son de buen acero y que a pesar de los años, aún conserva su temple. Don Alejandro no viene a rendir cuentas personales en medios, viene a ejercer su función con la entereza que da la experiencia, con el respeto que solo impone quien ha resistido vendavales sin despeinarse.
El país necesita instituciones, sí, pero también hombres ecuánimes que sepan cuándo hablar y cuándo actuar, que entiendan que el protagonismo no es una herramienta de la justicia, sino un estorbo.
En ese perfil encaja hoy Gertz Manero, cuya sola presencia marca un reequilibrio en el tablero de poder.
Cincinato fue llamado de nuevo años después, y nuevamente volvió a Roma solo para resolver una crisis, antes de retirarse por voluntad propia.
Hoy, el manejo de crisis, el control de daños y las dudas despejadas dejan claro que hay Fiscal para rato, pero principalmente, que hay Fiscal.
Reenviado
“En la República, la incompetencia política debería ser castigada severamente…”.
– Lucio Quincio Cincinato