
La Revolución Francesa en algún momento prometió justicia, libertad e igualdad, pero la lucha encarnizada por el poder degeneró en lo que hoy recordamos como “El Terror”. En este periodo la guillotina no distinguía entre enemigos y antiguos aliados; un día alguien tenía el poder absoluto y al siguiente su cabeza rodaba en la Place de la Révolution.
Tamaulipas vivió su propio “Reinado del Terror”. No con guillotinas en plazas públicas, pero sí con políticos que terminaron perseguidos, encarcelados o huyendo. Cuando el PAN llegó al poder en 2016, el Estado no solo fue rehén del crimen, sino también de una vendetta política que parecía no tener fin, minimizaron al recién derrotado PRI, persiguieron a sus líderes, compraron a sus operadores territoriales, encarcelaron empresarios, acosaron periodistas, denostaron y acusaron opositores, inventaron crímenes a quienes no coincidían con ellos, usaron el poder de las instituciones de impartición de justicia para doblegar a los más fuertes, todo se convirtió en una carnicería.
Al igual que en la Francia revolucionaria, en Tamaulipas, los que ayer fueron líderes hoy son criminales. El ejemplo más claro es el del exgobernador Cabeza de Vaca, quien pasó de ser el hombre fuerte del panismo a convertirse en un prófugo de la justicia, fue una especie de Robespierre que, después de mandar a muchos al cadalso, terminó siendo blanco de su misma receta.
Antes que él, otros gobernadores tamaulipecos ya habían caído en desgracia, exmandatarios priistas, también terminaron con expedientes judiciales por corrupción y vínculos con el crimen. Como en la Francia del Terror, cada nueva administración encontraba enemigos internos que debían ser eliminados. Y mientras los poderosos se acusaban entre sí y buscaban su salvación personal, el Estado seguía sumido en la violencia y el abandono.
La historia nos dice que el Terror francés no fue eterno, la gente se hartó de las purgas y las persecuciones, y cuando la cabeza de Robespierre cayó en la guillotina, con ella terminó una era de caos. Hoy, parece que la luz se alcanza a ver al final del túnel, porque por fin bajo el gobierno del morenista Américo Villarreal caerá la primera gran cabeza que aún mantiene al Estado sumido en una ola de desinformación, acoso, venganza, rencores y violencia.
El pueblo de Tamaulipas ha resistido el torbellino de violencia, el gobernador Américo se mantenido de pie ante los embates de los violentos que se niegan a entender que su ciclo terminó y los ex funcionarios de la administración panista hartos de que solo paguen ellos, terminarán entregando a Robespierre.
Reenviado
“Cuando la tiranía se derrumba procuremos no darle tiempo para que se levante…”.
– Maximilian Robespierre