
En la toma de protesta de la Asociación de Historia Riobravense, cronistas, antropólogos e investigadores, brindaron una reseña de lo que fue el latifundio empresarial más grande y antiguo de la región, cuyo territorio de 8 mil kilómetros cuadrados (cuatro veces más grande que el tamaño de Mónaco), se otorgó en concesión por la Corona Española.
Sobre la avenida Francisco I. Madero, a unas cuadras de las vías del ferrocarril, resalta uno de los edificios emblemáticos de finales del siglo XVIII en el noreste de México. Su historia tiene antecedentes muy concretos de lo que fue, años antes de su construcción, la finca agrícola La Sauteña, cuna de lo que ahora es esta ciudad de Río Bravo y también los municipios de Reynosa, San Fernando, Valle Hermoso y Matamoros, así como su esquema de irrigación, que dio paso a los actuales distritos de riego.
Ante distinguidos visitantes, cronistas, filántropos, historiadores y funcionarios de gobierno, la tarde del pasado viernes 26 de abril se llevó a cabo una ceremonia solemne para efectuar la primera toma de protesta del Consejo Directivo de la Asociación de Historia Riobravense, A. C., como parte de una iniciativa para promover y preservar el acervo de la región.
Justamente el evento tuvo como marco oficial el edificio histórico de La Casa de Ladrillo, lugar en el que Octavio Herrera Pérez, director general del Instituto de Investigaciones Históricas de la Universidad Autónoma de Tamaulipas (UAT), dirigió a los presentes un compendio acerca de la influencia económica del latifundio empresarial La Sauteña, creado durante la época colonial en una vasta extensión territorial para potenciar el desarrollo agrario de la Nueva España.
El también investigador enarboló los esfuerzos por la conservación de este antiguo recinto, que al día de hoy es la obra arquitectónica más representativa del sistema administrativo de esa época final del siglo XIX y cuya pertenencia cambió de dueño a través de los años.
El lugar donde La Casa de Ladrillo fue erigida fue producto de los últimos repartos de tierras del Virreinato y esta construcción no solamente sobrevivió a la erosión de la naturaleza, sino a conflictos trascendentales en la historia de la nación como la era post-independentista, la Invasión Norteamericana, la Intervención Francesa y la Revolución Mexicana, pasando posteriormente a manos del Banco de México (Banamex), y después en comodato a uniones agrarias locales.
En su disertación, Herrera Pérez propuso la factibilidad de que este espacio pueda albergar un museo y felicitó a la Asociación de Historia Riobravense,
A. C., para impulsar la cultura y la realización de actividades que permitirán a las juventudes tamaulipecas conocer el tesoro histórico norestense.
El primer Consejo Directivo para el periodo 2024-2026 quedó conformado por Felipe Reyna Herrera, como presidente; Omar Longoria Reyna, vicepresidente; Gabriel A. Parra Salazar, tesorero; Bernardo Gómez Villagómez, secretario general y Rogelio Peña Salazar, como secretario de actas y acuerdos.
RELEVANTE ENCUENTRO
El vicepresidente de esta nueva sociedad, Omar Longoria, celebró la firma del convenio, ante la presencia también de representantes del Instituto Tamaulipeco para la Cultura y las Artes (ITCA), la Sociedad de Historia de Reynosa; cronistas también de Reynosa, de Díaz Ordaz y Camargo; e integrantes de fundaciones humanitarias y de la comunidad tamaulipeca en Ciudad de México.
“El objetivo es rescatar y difundir la historia de esta región y particularmente de Río Bravo. Hay mucha historia, por ejemplo la fundación de este edificio, la Casa de Ladrillo, quién lo construyó, etcétera.
“Nos visitaron personajes muy conocedores de la región, entre ellos el profesor José María García Báez, el doctor Octavio Herrera y otras personalidades. Además, estamos iniciando los trámites de una radio cultural comunitaria (no comercial). Ya está, nada más estamos esperando el acta constitutiva para irnos a México para continuar con los trámites con el Instituto Federal de Telecomunicaciones”, afirmó.
La importancia de que también las nuevas generaciones conozcan el ámbito histórico, tiene un papel fundamental que servirá como un eje educador.
“Ese es el objetivo principal, ir a las escuelas secundarias, a las medias superiores para hacer difusión mediante conferencias de los diferentes temas. Por ejemplo, cuándo fue construida la Termoeléctrica, en qué año estuvo la Celanese, la Secundaria Número 1, que se fundó aquí en Río Bravo, tenemos toda la historia”, destacó.
Por su parte, el antropólogo por la Universidad de Texas, Martín Salinas Rivera, enarboló el esfuerzo para conformar una sólida sociedad de historia en Río Bravo, cuyo quehacer está intrínsecamente relacionado con los municipios conurbados.
“Río Bravo era parte de Reynosa, fue una de las comunidades rurales más importantes y que había pertenecido a la hacienda La Sauteña. Ésta última estaba al norte de San Fernando y de ahí posteriormente pasó a ser un centro de operaciones. Es uno de los latifundios más grandes de Tamaulipas, que viene desde el siglo XVIII.
“Este lugar tuvo un auge tremendo y muchos dueños, a través de su historia. Fue cambiando de propietarios y a finales del siglo XIX es cuando se hace este edificio, la Casa de Ladrillo, que era parte de la administración de esa empresa”, refiere.
El cronista municipal de la ciudad de Reynosa relató que La Sauteña tenía una serie de ranchos y comunidades como La Llorona, El Soldadito, que fue la primera base de la finca y estuvo a más de 100 kilómetros de la actual zona fronteriza, trasladándose a Río Bravo en los años finales del siglo XIX, al cambiar de dueño.
“Son empresas a nivel nacional. Uno de sus propietarios, Íñigo Noriega, manejaba varias haciendas en México. Se enfatizan mucho aquí y entra la tecnología nueva de las primeras máquinas de vapor, hacer canales, sistemas de irrigación y una colonia rural. Lo que sucede es que llega la Revolución Mexicana y cambia todo y ya no avanza, pero sí se quedó la comunidad de Los Ébanos. La estación de tren, que estaba aquí a unos cuatro metros era lo principal de la hacienda esa, y aquí se cargaba el producto”, explicó.
El edificio fue parte de la jurisdicción de Reynosa durante muchos años, pero en los años sesenta, con la emancipación de Reynosa pasó a ser un municipio independiente, de los últimos que fueron creados en el Estado de Tamaulipas, además de Díaz Ordaz.
Pero como testigo histórico del pasado de la región queda este edificio, que a través de los años ha sido bien conservado.
“Es un ícono para la cuestión agrícola de la región. La arquitectura es norestense con ladrillo que se producía aquí en nuestra región, con una tradición muy larga. Los acabados en la fachada son tradicionales de la época.
“Se manejó el sillar y el ladrillo. Éste último, en el caso de Reynosa, nace en 1828. A finales de esa década se empezó a construir con ladrillo. Y el caliche con el que se pegaba no es cemento, sino mortero. Ese se producía en las tierras de la formación de Reynosa, que es calcárea, se quema y se hace la cal viva. Y cuando le echan el agua empieza a hervir, se bate con arena y acá en Río Bravo están las areneras. Allá las calicheras. Y se produce esta mezcla y es con lo que se pega el ladrillo y esto iba enjarrado”, mencionó el antropólogo.
MEGA PROYECTO DEL PASADO
De acuerdo con Octavio Herrera Pérez, director del Instituto de Investigaciones Históricas de la UAT, el acervo documental y estructural de los recintos físicos permiten estudiar la magnitud y capacidad de organización de las sociedades antiguas para poder producir alimentos y materias primas por medio de las actividades agropecuarias rudimentarias, previas y posteriores a la Revolución Industrial.
“En esta ocasión nos encontramos aquí para acompañar a un grupo de gente muy afecta a los estudios históricos de nuestra región, del propio municipio de Río Bravo, que es donde se ha organizado esta Sociedad de Historia local, pero también están presentes compañeros de otras partes de toda esta línea de la frontera, de Reynosa, de Camargo, de Gustavo Díaz Ordaz y en este caso, nosotros venimos de Ciudad Victoria, para acompañarlos y arropar este evento que es muy significativo por la trascendencia cultural que tiene y de que haya este tipo de organizaciones, que fomenten el estudio del pasado, la revalorización de nuestro patrimonio cultural a través del tiempo y lo significativo que tiene este tema es que nos encontramos en el edificio conocido como la Casa del Ladrillo, que eran las instalaciones administrativas de la compañía agrícola La Sauteña, que fue una empresa organizada a fines del siglo XIX y principios del XX, de manera moderna por el empresario Íñigo Noriega, que pretendió hacer un emporio agrícola, algodonero en esta región del norte del Tamaulipas.
“Aunque hay que señalar que La Sauteña como propiedad privada, se gestó desde 1784, cuando unos señores comerciantes de la ciudad de México, los Urizar, obtuvieron concesiones extraordinarias por parte del rey (de España), que comprendían prácticamente todo el norte de Tamaulipas, desde San Fernando hasta Reynosa y lo que es Matamoros, que también estaba incluido en El Sauto.
“Esta propiedad trascendió a lo largo del siglo XIX con distintos descendientes de ese tronco familiar, hasta casi al terminar ese mismo siglo, Íñigo Noriega y otros personajes, otros potentados empresarios de la ciudad de México, queriendo imitar el modelo que estaba en pleno desarrollo en La Laguna entre Coahuila y Durango, donde estaba surgiendo la poderosa ciudad agrícola de Torreón, pretendieron hacer algo similar en esta zona.
“Entonces fue que él organiza esta empresa, se queda como socio mayoritario y emprende una serie de trabajos muy importantes para desarrollar la infraestructura. Entre las cosas que se realizan es la construcción de este edificio, que es un legado del patrimonio edificado de Tamaulipas. Es un lugar históricamente importante y entre Matamoros y la iglesia de Reynosa, sería el inmueble histórico más relevante de esta zona en el norte de Tamaulipas”, afirmó.
El entrevistado recomendó abrir más espacio a la cultura como una política pública de las administraciones gubernamentales.
“En el caso de La Sauteña, aquí se merece un museo en toda forma, de todo esto y la creación en el siglo XX de todos los distritos de riego del bajo río Bravo y el bajo San Juan. La construcción de la gran infraestructura hidráulica que está presente hasta hoy y es lo que le da vida a estos asentamientos.
“Esto es lo que debemos destacar. La gente no sabe estos datos, no tiene idea, no sabe dónde está parada. Viven aquí, nacen aquí, mueren aquí y no saben qué pasó y toda la trascendencia que han tenido estos hechos históricos de otras sociedades que nos antecedieron; nuestros antepasados que tuvieron proyectos, que tuvieron utopías y tuvieron luchas sociales hasta construir lo que ahora es esto”, dijo Herrera Pérez.
El director del Instituto de Investigaciones Históricas de la UAT manifestó que se necesita revalorar el legado del pasado y para eso sirven estas organizaciones, como la Sociedad de Historia Riobravense, para estimular y conducir esfuerzos que haga el poder público y existan inversiones.
“Así como construyes una calle, pones luminarias, lo mismo hay que hacer un museo en toda la forma, para que esta casa tenga otro sentido, si no es un cascarón de ladrillo muy bonito, pero hasta ahí. O sea, debe de tener otra dimensión. En Reynosa se está construyendo un museo, lo cual puede revitalizar mucho esta inercia positiva a favor de la cultura histórica.
Entre otros invitados al evento estuvieron presentes María del Carmen Martínez, presidenta de la Sociedad de Historia de Reynosa; Martín Salinas Rivera, Jesús Cavazos Reyes, Adolfo Kott Gramlich y Carlos Fonseca, integrantes de esta misma agrupación, así como los cronistas de Díaz Ordaz, David López Urtaza, y del municipio de Camargo, el profesor Víctor Sáenz Ramírez. v