
Con gran habilidad, el gobernador del estado, el doctor Américo Villarreal Anaya, impidió que el paro magisterial en Tamaulipas se saliera de control y contaminara al magisterio de otras entidades. Ante la cerrazón del líder sindical de la Delegación 30 del SNTE, Arnulfo Rodríguez, el mandatario evitó la confrontación y acudió a instancias superiores que tienen competencia en cuanto se refiera a la educación de las nuevas generaciones y el respeto a los derechos de los maestros.
No tuvo que ensuciarse las manos. Lejos de su zona de confort, el dirigente magisterial mostró el calibre de sus capacidades. No escuchó aquí, tuvo que entender allá, donde el paro de labores docentes fue considerado siempre como un evento caprichoso e ilegal, que lesionaba los intereses superiores de los educandos, que, lo entiendan o no, son la sustancia, la esencia, la razón de la existencia de la educación, la escuela y el magisterio.
Por alguna razón ignota, los maestros se asumen como trabajadores, a nivel de obrero; pero, trabajan como burócratas, cinco horas diarias, cinco días a la semana, ganando no menos de 16 mil pesos mensuales, más una serie de prebendas que incluyen vacaciones tres veces al año; dos por quince días y una por sesenta; más, según acaban de argumentar, tres permisos económicos de tres días por año.
Lo peor es que realmente no hay forma de evaluar su desempeño, aunque le hagan al cuento.
El gobernador mantiene íntegra su autoridad, que deberá ejercer sí, como acaban de gritar algunos, el paro persiste y las demandas absurdas se sostienen. La paciencia puede ser infinita; pero, la tolerancia no, menos cuando se atenta en contra de los niños y del futuro de Tamaulipas.
Si Arnulfo, como señaló, se escuda en la artimaña de que los maestros se han manifestado por continuar la holganza, malos resultados va a tener.
Las fuerzas conservadoras de la entidad calaron al gobernador y éste actuó con prudencia y legalidad, evitando la violencia; pero, una cosa es Chana y otra su hermana. Si siguen las provocaciones y se agotan todos los recursos de conciliación, tendrá que aplicarse el rigor de la ley, porque, precisamente para eso eligieron los tamaulipecos a un hombre como el doctor Américo Villarreal Anaya.
¡Que con su PAN se lo coman!