
Es incuestionable que en México se percibe a la inseguridad como el problema que más agobia. Así lo revela la encuesta tanto del Inegi como de los principales medios de comunicación, y en consecuencia, para afrontar ese flagelo social se requiere, por lo pronto y en calidad de urgente, de corporaciones mejor armadas y disciplinadas que las corporaciones policíacas.
Sin embargo, no obstante la obviedad de la necesidad de recurrir a las fuerzas armadas, en la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN) recientemente se aprobó, pero por mayoría, que no fue inconstitucional el decreto del presidente Andrés Manuel López Obrador de recurrir al Ejército y Marina para realizar labores que corresponden a la policía.
Un minoritario disenso que le dio motivo a la oposición para arreciar, lo que ya es una campaña en contra de lo que tildan de militarización del país.
Sí, sí es cierto que el artículo 21 constitucional prescribe que la seguridad pública corresponde a las tres instancias de gobierno, como también lo es que el numeral 129 de la Carta Magna impone que en tiempos de paz, ninguna autoridad militar puede ejercer más funciones que las que tengan exacta conexión con la disciplina militar.
Pero, quisiera ver a ésos anti militaristas explicando a la ciudadanía que aunque no confíen en la policía deben aguantar vara, porque la Constitución Política de México establece que la autoridad militar no debe realizar tareas que competen a las instancias civiles.
Sería tanto como decirle al pueblo, que ni aun en el supuesto de una legítima defensa usen un arma de fuego sino está previamente registrada.
Así de absurda, rayando en estúpida sería la recomendación. Es decir, permite que te asalten aunque sea en tu domicilio, antes que violar la Ley de Armas de Fuego y Explosivos.
¿Y A QUIÉN PREOCUPA LA MILITARIZACIÓN?
Obvio que inicialmente a los delincuentes, y después a los políticos, éstos tiemblan nomás de pensar en la posibilidad de que una militarización conduzca a un reconocimiento popular por haber recuperado la seguridad en calles y carreteras.
Porque lo que es al pueblo, no parece perturbar que fuerzas castrenses realicen labores policíacas, dado el nivel de aprecio ciudadano que poseen esas instituciones.
Sin embargo, una vez recuperada la paz estaría latente la seducción de que altos mandos militares participaran en actividades políticas, y con muchas posibilidades de éxito.
La lección del 2018 dejó el mensaje de que por estar hartos de los partidos votaron por uno que no hablaba como político, esa reacción podría repetirse si en los años por venir los civiles no logran abatir la delincuencia.
Que a como está la situación prevaleciente esto ya no es cosa de solamente abrazos, se requiere también de investigaciones para dar con quienes delinquen, que a juzgar por la evaluación ciudadana, el Ministerio Público y las Policías han fallado y mucho.
Por ende, habrá que preguntar a las autoridades militares si son aptos para labores de investigación del delito, que de no ser así, entonces solamente desarrollarían labores de vigilancia lo que sería una prevención, pero hay Estados en donde ya urge una contundente investigación del delito, de tal forma que le haga sentir al delincuente que la ley es también de observancia para ellos.
EL PAN ABRE SUS PUERTAS
Para la elección de senador que será el 19 de febrero del próximo año, el PAN optó por abrir sus puertas y a ver si dentro de la sociedad civil sale un gallo con espolones, porque los del corral azul salieron muy maltrechos en las jornadas electorales del 2021 y en la del pasado 5 de junio.
El único que salió ileso fue Jesús Nader, el alcalde de Tampico, y si bien no le saca la vuelta al desafío, tampoco se trata de ir por su Termópilas. No es pa’ tanto.
En cambio, sí operará en Tampico, Cd. Madero y Altamira, que si logra que el candidato del PAN obtenga mayoría de votos se configurará como el Adalid que buena falta le hace al panismo tamaulipeco.
El que alardeaba de que “ni me doblo ni me rajo” anda en fuga; César el Truko Verástegui, no asoma la cabeza porque sabe que iría por su segunda derrota al hilo; el cachorro Luis René Cantú Galván, sería como los pitchers de relevo cuando ya está prácticamente perdido el partido.
Pero alguien participará con la evidente intención de negociar, como el echarse un clavado al igual que en las peleas de box arregladas, a cambio de un cese al fuego al bando de los bovinos.
Una rendición anticipada evitaría desgastes, pero tendría un costo político para Américo Villarreal Anaya. En cambio entrarle a la competencia lo amacizaría como el jefe político de Tamaulipas, y de paso enviaría el mensaje de “no corran porque es pior”.
MORENISTAS TAMBIÉN
Y si el PAN abrió sus puertas a “sambare” los morenistas no excluyeron a las mujeres, lo que alimenta la especulación de que Maki Ortiz pudiera ser la candidata a senadora.
Una chamba que ya la desempeñó y con solvencia, y aun todavía durante la primer semana de este mes no expresaba su intención de registrarse, si lo hace le va a poner sal, comino y pimienta al guisado.
Con todo y la creencia generalizada de que los favoritos son Erasmo González Robledo, José Ramón Gómez Leal y Mario López Hernández.
LA REBELION DE LOS ALCALDES
Y aunque hay quienes pregonan que dos que tres alcaldes guindos le van a jugar las contras al candidato a senador morenista, el Oráculo nos dice que ni andando alucinados lo harían, bien saben lo que entraña desafiar a un gobernador que va empezando y a un presidente de México por arriba del 60 por ciento de aprobación.
Sería tanto como bajarse de la locomotora política que anda pitando a toda máquina, y los alcaldes morenistas de las 7 principales ciudades no le pegan al alucine.
Y hasta la próxima próxima.