
El recuerdo de Vietnam sigue presente en los pensamientos de Juan José Ortega. No son los uniformes de sus compañeros veteranos reunidos en un funeral lo que despierta sus memorias, sino el sepelio de Adriana Alvarez, la primera mujer soldado originaria Valle de Texas muerta en el frente de batalla de Irak.
Las imágenes de hace más de cuarenta años reviven en la mente este veterano de origen mexicano, pues en un evento similar perdió a decenas de compañeros y amigos de infancia quienes como él participaron en el conflicto armado más largo de Estados Unidos.
El hombre de poco más de sesenta años oriundo de Weslaco, Texas, nunca conoció a la soldado fallecida y ningún lazo aparente parece ligarlo con esta joven, excepto que ambos estuvieron lejos de casa, luchando por su país en un territorio extraño.
“La diferencia es que yo regresé y ella no”, lamentó Ortega, quien en un acto de solidaridad con la familia Alvarez acudió con sus compañeros al velorio de Adriana y revivió los recuerdos de Vietnam.
UNA GUERRA SIN SENTIDO
En el año de 1967, cuando Juan José Ortega tenía 19 años de edad, fue llamado para ofrecer su servicio militar en el frente de guerra en un país que era conocido como “La Joya de Asia”, por las reservas de caucho, estaño, arroz y opio que ahí había.
En aquel entonces, el joven que había crecido en la colonia “Los Pajaritos” de Weslaco, Texas, respondió al llamado para servir a su patria en el Escuadrón de Paracaidistas.
Habían transcurrido poco más de diez años del inicio del conflicto y buena parte de la población no estaba de acuerdo con el envío de tropas al territorio asiático –que en su mayoría eran jóvenes hispanos y de otras minorías– pero Ortega consideró su deber patriota defender a su país, algo que ahora considera un error.
“Yo era muy joven para de verdad entender la guerra o porqué se estaba peleando, pero me llamó mi país y pensé que era mi deber servir”, recordó.
El 19 de marzo de 1967, Juan José Ortega fue uno de los más de 500 mil jóvenes enviados a lo que se conoció también como la segunda guerra de Indochina y que a la fecha se considera uno de los conflictos bélicos más sanguinarios de la historia después de la Segunda Guerra Mundial, con un registro de entre los 3 y 5 millones de personas muertas, la mayoría de ellas civiles indefensos.
El español de Ortega, hijo de padres inmigrantes pero nacido en el Valle de Texas, no alcanza para describir los horrores que él y sus compañeros vivieron.
“Fue una guerra muy injusta, nada más para sostener el mantenimiento de los negocios, que los negocios tuvieran más negocios, vender más armas, yo no podía justificar la presencia de soldados americanos en Vietnam”, fustigó.
Como muchos otros soldados americanos que estuvieron en Vietnam, el veterano admite que el conflicto dejó secuelas emocionales en su vida pues como muchos de los combatientes, buscaban olvidar lo que vivieron por medio del alcohol o las drogas.
“Fui muy afectado porque tuve muchos amigos con los que fui a la escuela que perdieron su vida. Me impacto mucho que los amigos que conocí perdieran su vida y además de muchas cosas que pasaban allí, había muchos problemas con drogas y soldados que fueron muy afectados por la situación en que estábamos, me dejó un impacto muy negativo porque no veía la justicia en la guerra”, declaró.
Parte de la misión de Ortega en la guerra era reparar los radios y sistemas de comunicación dañados por el enemigo, un trabajo que constantemente lo ponía ante escenas devastadoras con soldados heridos y muertos
A pesar de que en muchas veces estuvo en peligro de muerte, Ortega se considera afortunado ya que sólo estuvo un año en el frente, pues los dos años restantes de su servicio militar los pasó en Alemania como parte de las reservas militares, lejos del conflicto.
LA VIDA DESPUeS DE LA GUERRA
Cuando terminó su compromiso con el Ejército en el año de 1968, Ortega no quiso saber más de las fuerzas armadas, pues ya no era el mismo joven que se había ido a combatir a Asia. El haber regresado junto a su familia sin el síndrome de Vietnam y en una sola pieza, lo hizo valorar las oportunidades que se le presentaron.
Al regresar a su país fue a la Universidad en El Paso, Texas, donde estudio la carrera de Ingeniería Eléctrica, al terminar sus estudios trabajó en la compañía AT&T y se casó con una mujer que entendía lo que había sufrido.
“Ella misma había tenido un hermano que había ido a la guerra en el mismo lugar donde combatí, pero a él lo mataron antes de que entrara yo”, comentó.
Y es que en esos tiempos prácticamente todas las familias de los Estados Unidos habían perdido un ser querido en Vietnam o tenían a alguien combatiendo en el frente.
“Me casé con mi señora y trabajé 35 años en AT&T tuve cuatro hijos Jessica, Abel, Andra y Jey Junior que lo llamamos así en honor a su tío que murió en Vietnam”, relató el veterano.
Tras su experiencia en la guerra, Juan José Ortega se propuso no permitir que ninguno de sus hijos combatiera al frente de ningún conflicto, aún cuando ellos lo quisieran.
Y es que parte de sus recuerdos en Vietnam era que los primeros enviados a combatir fueron los hijos de mexicanos, minorías de razas y los hijos de la clase trabajadora.
“Muchos de los republicanos que promueven las guerras les digo los ‘chicken hawks’, son muy buenos para hacer guerras pero son los primeros en evitar que sus hijos vayan. Ellos tienen dinero para mandar a sus hijos al colegio para que no vayan a la guerra y yo me propuse hacer lo mismo”, explicó.
Así que cuando el menor de sus hijos quiso enlistarse en el ejército, el veterano le exigió terminar su carrera universitaria.
“Cuando mi hijo se graduó de ingeniero le dije que estaba libre para hacer su decisión de ir a la guerra, pero me dijo ‘no papá ya pienso diferente’ todo fue gracias a la educación”, sentenció.
MUERTES ABSURDAS
Para este veterano la muerte de la soldado Adriana Alvarez despierta un sentimiento de injusticia y dolor. Su congoja trasciende el tiempo y se remonta cuatro décadas atrás para unirse al lamento que tiene por sus compañeros de preparatoria y de vecindad y muchos otros miles de jóvenes que junto a él combatieron en el frente vietnamita y no regresaron a casa.
“A mí me afecta mirar y saber de individuos que pierden sus vidas en las guerras porque están muy jóvenes y es muy injusto que tan pronto pierdan su vida”, opinó.
Agregó que la guerra de Vietnam y de Irak son similares, pues no encuentra una justificación para la presencia de tropas americanas en el país del Medio Oriente, tal como ocurrió hace 40 años en Vietnam.
“Estoy en contra de lo que está pasando. Quiero ver que los jóvenes y las jovencitas regresen a casa con su familia. Veo otra vez la injusticia en esta guerra. Son conflictos donde vamos según a ayudar a la gente (del país local) pero esas guerras sólo deben ser cuando nuestra patria está en peligro”, criticó.
En opinión del veterano, luego de los ataques del 11 de septiembre de 2001 y de la invasión a Afganistán, no se siguió una línea congruente pues considera que no se debió atacar al país de Irak.
“¿Porqué no estamos en Arabia Saudita, cuando se comprobó que muchos de los terroristas eran de allá?, ¿por qué están nuestras tropas en Irak cuando se supo que Sadam Husein no tuvo nada que ver con el ataque a las Torres Gemelas”, cuestionó.
Para el veterano la presencia de las tropas en Medio Oritente sólo lleva a los soldados a una muerte absurda por el petróleo de aquel país.
Asimismo, el veterano manifestó su inconformidad con el actual presidente demócrata de Estados Unidos, Barak Obama, quien en su campaña prometió la retirada de las tropas de Irak.
“Estoy inconforme porque yo voté por él y quiero que cumpla su palabra y que nos saque de allí. Un hombre que da su palabra a la patria tiene que cumplirla, muchas de las personas que fueron y votaron por él fue por esa promesa”, enunció.
Pero la opinión del veterano y otros muchos estadounidenses que coinciden con él, no pesa mucho en la toma de decisiones de las grandes esferas políticas de su país.
Mientras continúa la guerra en Irak el veterano sigue observando con tristeza el envío de más jóvenes al frente de guerra y cómo no todos regresan como él, sanos y salvos con sus familias, tal como sucedió con la soldado Adriana Alvarez.
“Es una injusticia que buenos muchachos mueran en la guerra”, finalizó.