
El cronista municipal, David López Urtaza, comparte detalles históricos sobre la relación poco común de los habitantes de esta localidad fronteriza con el nombre del ex presidente de México y aborda cuál es la verdadera identidad que refleja el interés público por cambiarle a la ciudad su título.
Poco antes de asumir como alcaldesa, en el mes de septiembre, Nataly García se volvió tendencia a nivel nacional al dar a conocer que buscaría modificar el nombre del que es el municipio más joven de la entidad.
Las razones son demasiado obvias: Gustavo Díaz Ordaz fue el mandatario que ordenó la masacre estudiantil de Tlatelolco. ¿Pero, por qué entonces se le llamó así a esta localidad?
De acuerdo con historiadores el deseo de los habitantes de la añeja comunidad fronteriza había sido el de emanciparse de Camargo. De hecho hubo varios intentos previos, pero no fue sino hasta marzo de 1968 cuando esto pudo ser posible, siete meses antes de la matanza de alumnos de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) y del Instituto Politécnico Nacional (IPN) en Tlatelolco.
El entonces gobernador, Praxedis Balboa, fue un cercano amigo del que era secretario de Gobernación en ese entonces, Luis Echeverría Álvarez. Para congraciarse con el presidente es que decidió nombrar a este poblado Díaz Ordaz. Y así se le quedó.
Con el paso del tiempo, cuando aquel capítulo negro en la historia del país se fue
divulgando la masacre hasta esta región, y empezó a ser más molesto llevar el gentilicio de diazordasense; sin embargo, aunque los años ya habían pasado, ningún presidente municipal, la gran mayoría emanados del Partido Revolucionario Institucional (PRI) se animó a intentar retirar ese nombre y buscar ponerle uno con mayor arraigo, hasta ahora que llegó Nataly García.
La alcaldesa (Morena-PT) ha prometido hacer una consulta ciudadana y elevar esta petición al Congreso del Estado. El asunto podría tener demoras, pero ella dijo que el tema se mantendrá dentro de su agenda.
Para el investigador David López Urtaza ésta es una posibilidad viable. El cronista asegura que existe una factibilidad para que la presente administración 2021–2024 pueda modificarlo.
Este cronista –egresado de las universidades Autónoma de San Luis Potosí (Uaslp) y de Tamaulipas (UAT), donde cursó la licenciatura y maestría en Administración de Empresas (con especialidad de Formulación y Evaluación de Proyectos Agropecuarios), con estudios también en Filosofía y Letras por la Universidad Autónoma de Nuevo León (UANL) y quien además de ser catedrático se ha desempeñado como funcionario federal, estatal y municipal–, hizo hincapié en que para poder recuperar la identidad de este lugar es muy importante remontarse a la historia.
“Los moradores originales estaban fascinados con el nombre de San Miguel, aunque anteriormente esta región se llamó Cuevas (porque había unas cavernas pegadas en el lado norte del río Bravo). Ahí vivían los indios carrizos. Existen algunas cuevas todavía que tienen pinturas rupestres.
“Cuevas se llamaba desde antes que existiera el último límite internacional. Estamos hablando de 1685, que ya se decía que a 300 varas de la misión de San Joaquín y Santa Anna (Camargo) y otras tantas a la misión de San Antonio (Reynosa), había un paraje distinguido por cuevas y así era como se le identificaba a este lugar”, refirió.
Cuando llegaron las avanzadas cristianas de Camargo y de Reynosa vieron que había habitantes descendientes de las etnias Pames, Carrizos y Tejones y comenzaron a evangelizarlos, fue así que le pusieron al poblado San Miguel de las Cuevas.
“Ese nombre perduró hasta 1751, que se pelearon Reynosa y Camargo por este lugar. Los cueveños, los que vivían aquí (pues había unas dos o tres haciendas grandes con gente, con los Longoria de Valadeces, por citar un ejemplo) mencionaron que para que no discutieran mejor se iban a unir al tratado americano. Nos vamos a llamar Texas, advirtieron.
“Fue entonces que el gobernador en turno, Servando Canales, para evitar más conflictos definió que se iban a llamar San Miguel de Camargo en 1781”, cuenta el cronista.
INTENTOS DE EMANCIPACIÓN
Pero nueve décadas más tarde los habitantes intentaron cambiar el estatus legal de este poblado, pues querían ser independientes.
“En 1873 intentaron fundar un nuevo municipio llamado Alejandro Prieto, pero no se los dieron por válido en Tamaulipas. Sin llegar a la aprobación el decreto 240 del 13 de octubre del año 1897 quedó San Miguel como potestad de Camargo. Y así duró hasta el 20 de marzo de 1968 cuando es nombrado Gustavo Díaz Ordaz”, explicó el cronista.
Y aunque la emancipación fue meses antes de los acontecimientos violentos del 2 de octubre en Tlatelolco, en esta comunidad siempre hubo quienes no desearon llamarse así, pero 53 años después es que volvió a cobrar fuerza.
“El primer paso para cambiar de nombre a Díaz Ordaz debe ser una consulta popular y luego el ayuntamiento constituido, como el poder jurídico representativo del pueblo, tiene que elevarlo hasta el Congreso Local. Para eso se tarda dos años y por eso dejan correr el proceso. Si se logra ese cambio de nominación se vería hasta dentro de dos años y medio”, consideró López Urtaza.
Reconoció que si la gente dictamina una postura a favor de la modificación, una de las posibilidades es que el municipio se llame San Miguel, aunque eso también sería sometido a consulta.
“Algunas personas desconocen aquellos esfuerzos que hicieron estos viejos de Los Herrera, Los Villarreal, de tener un nombre adecuado para el pueblo; no obstante, creo que sí vale la pena que se le haga la propuesta de cambio.
“Yo no tengo un juicio contra la agresión cometida en 1968, sino que me identifico con un nombre más provinciano, más de manejo agradable que la gente se sienta identificada con su pueblito y la primera vez que se le puso San Miguel fue en 1781, con la familia Longoria”, indicó.
Oficialmente el registro del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi) establece, de acuerdo al último censo de 2020, son 15 mil 622 las personas que aquí habitan. Para que una consulta popular se apruebe se requiere un porcentaje de participación de 40 por ciento.
“Probablemente tenga que participar el Instituto Electoral de Tamaulipas (Ietam)”, mencionó el cronista.
En tanto que de proceder el traslado de nombre a nivel educativo como jurídico, las nomenclaturas, escrituras domiciliarias y otros trámites estarían sujetos a cambios también, que van a tener cierto costo, pero con mucho más beneficios, de acuerdo con el historiador.
“Como que va a tomar fuerza por aquel momento bello de una ciudad, yo creo que sí se puede recuperar y podernos sentirnos muy identificados todos los que vivimos aquí con un nuevo nombre, sí vale la pena.
“El pueblo en sí va a tener otra vida, porque se va a luchar para retomar ese ímpetu que tuvo San Miguel, como cuando hubo gran producción de la agricultura, ganadería y comercio”.
De hecho este lugar, desde que era un pueblo joven, siempre tuvo una cantidad similar de habitantes a la de Camargo. Disminuyó en los últimos años a causa de malos manejos en las administraciones gubernamentales.
“Es que fueron quitando las maquiladoras y pues se fue mucha gente. Muchos salieron de los ejidos a otras ciudades a vivir. Encima de que la agricultura tuvo una caída en su productividad quitaron las bodegas de gran almacenamiento.
“Dañaron directamente al campo, en los últimos 20 años lo fueron desmantelando. Antes era otro escenario porque existía un mayor sostén para que el agricultor produjera y viviera en el área rural, que no estuviera con la necesidad de trasladarse a las zonas urbanas. Mucha gente se vino a la ciudad porque allá no hay iglesia, no hay mercado, no hay doctores”, comentó.
Actualmente Díaz Ordaz tiene nueve ejidos, el más grande alcanza una población aproximada de 600 habitantes. Es Lucio Blanco, camino a Nuevo León por la brecha de Valadeces, hacia el fondo, pero hubo una época en la que el municipio tanto en la zona rural como urbana estaba floreciendo.
“Hubo cinco plantas maquiladoras. Había mucho movimiento, solamente queda una que es Liga Mayor, la cual se localiza de la avenida principal por la calle Madero. Elaboran hilados y tejidos, pero anteriormente había de todo, electrónica, otro tipo de manufactura, hubo variedad de producción.
“Hace mucha falta que asienten nuevas empresas y capaciten a la gente de Díaz Ordaz para que su mano de obra tenga un valor. Lo que se busca es recuperar la identidad, pero también crecer económicamente. Se pueden poner explotaciones pecuarias de pequeña escala, como son las hortalizas en domicilios, las granjas porcinas, bovinas, caprinas.
“En las huertas del área rural puede sembrarse lo que quieran. Hay mucho que se puede hacer para elevar las oportunidades”, destacó el entrevistado.
EPOCA DE ORO
Fue tan importante el pasado de Díaz Ordaz que por este sitio llegó a haber presentaciones de artistas afamados, además de que recibía a una gran cantidad de turistas de los Estados Unidos, que venían de vacaciones y también a la cacería de paloma.
El cronista recordó que en aquel entonces había varios chalanes que eran de madera, hasta que se construyó el de 1953, que fue renovado entre 1973 y 1974, el cual sirvió como paso de miles de visitantes.
“De los personajes ilustres que estuvieron aquí podríamos mencionar a Servando Canales. Por aquí muy probablemente pasaron las caballerizas de los franceses durante el imperio de Maximiliano. Las carreteras normalmente se hicieron sobre caminos reales. La Ribereña que se construyó en los años cincuenta era un camino real.
“De hecho hay un personaje de la Revolución Mexicana conocida como la Pilcata. Aquí anduvo y caminó por estos lados con otras como Juana Gallo. En los años cincuenta encontramos artistas que vinieron acá. Pedro Infante estuvo en el ’54 en el cine Gloria. Era una terracita y estaba de conductor de espectáculos Eleazar García, mejor conocido como ‘Chelelo’. Como referencia en el Casino Herrera estuvo también Luis Alcaraz y su orquesta”, aseguró.
Y desde aquella época los habitantes de este sitio ya querían independizarse.
“De hecho hubo un decreto en 1952, otro más que fue echado abajo, porque el entonces gobernador no lo apoyó. La idea de separarse de Camargo es porque San Miguel era un lugar muy próspero. Al decir que vinieron artistas de talla internacional es porque aquí rodaba mucho dinero.
“Había cinco bancos, los que no hay ahorita y no existía la pavimentación, pero teníamos hielera, hoteles. Hubo hasta un hospital, que estaba donde ahora es la escuela Guadalupe Mainero, la cual perteneció a la Dirección Nacional de Irrigación, que después se llamó Recursos Hidráulicos.
“Esta ciudad definitivamente tuvo una época de oro, con un crecimiento enorme. En 1954 había camionetas del año rodando aquí. Hubo agricultores que traían su vehículo. Chaparro Morales, que fue presidente municipal en ese año andaba ‘pipirisnais´ rodando su camioneta ’54”, relató.
En el campo generalmente se ha sembrado maíz y sorgo, pero hubo una época entre 1948 y 1962 que fue el algodón. Con una identidad propia los habitantes querían su propio ayuntamiento.
“Los antiguos todos deseaban que aquí se llamara San Miguel, regresarle al municipio el título que tenía, porque Díaz Ordaz ni siquiera les dio las gracias por ponerle su nombre”, platicó. Y así es como a través de los años se ha ido desenvolviendo la historia de este municipio importante en la frontera de Tamaulipas, cuyo actual gobierno ha hecho patente el deseo de darle un nuevo impulso. Solamente el tiempo dirá si es que se logra el deseo de muchos de tener un nombre más apropiado y conveniente con los principios de las personas que radican en la localidad.