Hace casi 10 años, Rodrigo Gómez, junto a varios motociclistas visitaron a pequeños de escasos recursos para entregarles juguetes y al conocer sus necesidades se enteró de que a veces, no había en su hogar nada para comer y fue así que, tiempo después fundó el Comedor Comunitario Meraki.
Proveniente de una vida llena de carencias, conocedor de necesidades y tras haber andado en “malos pasos”, con la motivación de “buscar el camino del bien”, Rodrigo Gómez decidió iniciarse en el rubro de la beneficencia, eligiendo a pequeños de escasos recursos de la colonia Ampliación Pedro J. Méndez para ello.
Hace algunos años, fundó el motoclub “Meraki”, con la idea de que fuera totalmente diferente a los que ya existían, bajo otros preceptos.
“Quería formar algo fuera de todo el ambiente de motociclismo porque está formado en la drogadicción, borrachera, loquera, en un mundo sin ley, así está enfocado el motociclismo; yo quería apoyo espiritual, emocional; que Dios me ayudara a buscar algo positivo, algo inusual que no se había visto y así surgió Meraki”, expresó.
Eligió “Meraki” como nombre por su significado: “poner el alma y el corazón en todo lo que hagas”, dijo.
En aquella ocasión llevaron a los pequeños regalos por el Día del Niño, pero estos pequeños solo recibían detalles en fechas importantes, como lo era también Navidad o el Día de Reyes, olvidándose del resto.
“Les preguntamos qué iban a cenar el 31 y dijeron que nada, que lo que hubiera en sus casas, así que ese día, varios motociclistas les llevamos la cena y la pasamos con ellos”, recordó.
La ayuda se volvió una costumbre y fue así que, regresaron cada mes, luego cada quince días y después cada semana, hasta que, finalmente, surgió el Comedor Comunitario Meraki.
“El lugar donde actualmente se encuentra estaba abandonado y opté por comprarlo, y de ahí, hemos construido ‘por pocas’”, platicó Rodrigo.
ALIMENTANDO A LOS MÁS VULNERABLES
Esa es la historia sobre cómo hace dos años surgió el comedor que hoy se ubica en la colonia Ampliación Pedro J. Méndez, frente a las calicheras, donde antes era un basurero.
Reconoce que antes su vida era de excesos y adicciones, que se rodeó de malas compañías y que sus acciones lo afectaron a él y a su familia, pero llegó el momento en que retomó el camino del bien y de darle sentido a su vida.
Rodrigo, conocido como “Choper”, es tatuador y cortador de pelo, y el 10 por ciento de sus ganancias las destina a los ingresos del comedor, además, compra y vende toda clase de artículos; y es apoyado por aproximadamente 10 personas que asisten diferentes días para preparar y servir alimentos. “Ellos son la clave del comedor”, expresó.
También existen personas que apoyan su causa al hacer donaciones de arroz, frijol, aceite y otros productos.
Actualmente son 76 personas beneficiadas por “Meraki”, incluyendo a niños y adultos. “Nos enfocamos más en la niñez porque son el futuro, pero no le cerramos las puertas a la gente adulta, a nadie, toda la familia puede ir, es bienvenida”, apuntó.
Los pequeños arriban a las 9 de la mañana para jugar, pintar y dibujar, y posteriormente, a las 10:30 se les da el almuerzo.
Según Rodrigo, es importante que los niños sepan que las cosas deben ganárselas, pues eso les ayudará para convertirse en personas de bien, porque si se hacen a la idea de que pueden obtener las cosas gratis pensarán que todo es fácil.
“Cuando llegan los niños, toman un trapo, agua y jabón y tienen que limpiar su lugar, o si llegan muy temprano pues limpian toda la mesa y el lugar de sus compañeros”, platicó.
Dijo que, motivar a los pequeños a hacer algo puede cambiar su mentalidad, pues es “sembrar una semilla para que logren un mejor futuro para ellos mismos”.
Al terminar sus alimentos, los niños y su familia, recogen y lavan los platos; así, además de apoyar, sienten que están aportando su granito de arena para el comedor, porque, dijo, “es de todos”.
Por los alimentos se pide un costo de recuperación que va de los 5 a los 10 pesos, pero si no cuentan con ello no es problema para recibir los alimentos.
“El platillo que nosotros damos, el precio normal es de 60 a 80 pesos, el de menor costo lo encuentran en 30 o 40 pesos en donde quiera que ustedes coman; en si lo que se reúne es solo para comprar el gas, aceite y lo que haga falta; muchas veces no tenemos ni un quinto”, expresó.
SUPERANDO OBSTÁCULOS
Dijo que, debido a su pasado, mucha gente piensa que anda en malos pasos, pero lo descartó completamente, pues afirma, se guía por la fe.
Comentó que, debido a la pandemia, su barbería estuvo cerrada por dos meses, pero en lugar de deprimirse se dedicó a hacer otras cosas que fueran de beneficio, tanto para él como para el comedor.
Sin embargo, aceptó que, en algún momento, pensó en retirarse y dejar su labor, pero que los niños son su mayor motivación para seguir adelante.
“Cuando me dicen: ‘¡hola Choper, nos vemos mañana en el comedor!’, o ‘¡gracias!, está muy rica la comida que hacen’, me levantan el ánimo; también cuando me dejan un kilo de frijol y me dicen: ‘ten para que les des a los niños’, me quitan esos pensamientos negativos.
Además de que parte de las ganancias de su negocio son para el comedor, los niños son alimentados gracias al apoyo de muchas personas, quienes por medio de donaciones en especie contribuyen a la noble labor.
“Cuando me preguntan que qué necesito siempre les digo que arroz, frijol o leche; también les pido que se acerquen al comedor para que vean qué es lo que hace falta y si de eso me pueden dar un kilo se los voy a agradecer”, declaró.
Comentó que, considera que los apoyos monetarios pueden malinterpretarse, pero en caso de que lleguen a aceptarse, se proporciona el ticket al donador para que vea en qué se invirtió el dinero y que todo sea transparente.
Rodrigo Gómez dijo que actualmente realizan labores para constituir una sociedad civil, además, se trabaja en la creación de una escuela para enseñar oficios y “sacar a muchos niños de la calle”.