
El director Guy Ritchie, que nunca deja la acción, vuelve en un plan sobrio, elegante y brutal.
Como es la costumbre, se hace acompañar de Jason Statham, su pistolero de cabecera que, aún con el paso de los años, sigue con su misma cara de piedra, carente de expresiones, pero con una indeclinable letalidad en el combate.
Justicia Implacable se concentra en la venganza de un misterioso tipo que vigila los golpes que emprende una banda que se especializa en asaltos a camiones de valores. En una de esas, hay una confusión que resulta en una tragedia para él, lo que desatará una cacería que lo llevará hasta el más ardiente de los infiernos de la violencia.
Y no habrá piedad para nadie. Buenos y malos caerán bajo la metralla.
La producción se basa en la cinta francesa Cash Truck (2004) para presentar a un solo hombre en torno al cuál hay un frenesí de disparos y muerte.
H (Statham) se contrata como guardia de seguridad en una empresa que transporta efectivo. Cuando comienza a revelar sus inusuales habilidades con las armas, llama la atención de sus jefes y sus compañeros, que no saben cuáles son sus verdaderas motivaciones para tomar ese insólito trabajo. Y mientras desempeña su ocupación con mortal eficiencia, en una doble vida lleva una persecución que no parará hasta que encuentre a quien tiene con él una deuda enorme.
El thriller es un gran rompecabezas que se recompone en fragmentos de tiempo, con una narrativa caleidoscópica, en la cuál se van desarrollando eventos trágicos, desde diversas perspectivas.
En esa ocasión Ritchie relega sus refinamientos estilísticos, que maneja con maestría y, en lugar de eso se concentra en la acción, con un largo desenlace, con incesante intercambio de fuego que inevitablemente remite a Heat (1995) de Michael Mann, aunque con el sello propio del inglés.
Las traiciones son crueles en este juego de apariencias entre profesionales del crimen, altamente entrenados, que tienen que enfrentar a uno que es igual a ellos, aunque con una enorme capacidad para almacenar odio y rencor en su corazón.
El tono es ambiguo. Aunque las motivaciones del ejecutor son desoladoras, Ritchie se permite algunas bromas que hacen suponer, por momentos, una comedia de balas. Sin embargo, conforme se aproxima el momento de la confrontación, los eventos se vuelven sombríos y carentes de humor, hasta alcanzar un clímax trepidante, que no da concesiones, y termina por atar los listones que estaban sueltos.
El trabajo de edición es sobresaliente, para mantener coherente la descripción de hechos que se van sucediendo, entre tipos que pueden o no estar enterados del plan que está en marcha.
Para los fans del director británico, la cinta cumple con todas las expectativas que genera. Está llena de acción, algo de vísceras y mucha sangre, con excelentes coreografías, un soundtrack inquietante y un hombre indestructible, que está siempre en control.v
@LucianoCampos G