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En las vísperas de la ocupación norteamericana del río Bravo, 1846

4 de mayo de 2021 por Martín Salinas Rivera

Desde el 16 de marzo de 1846, según las notas reproducidas en el Monitor Republicano, en ciudad Victoria se conocía sobre la marcha de las tropas norteamericanas hacia la ribera izquierda del río Bravo y el Frontón de Santa Isabel (actualmente Puerto Isabel en el Condado de Cameron, Texas) en número de tres mil hombres. El día anterior, la vanguardia norteamericana llegó al punto llamado de “Las Ánimas” bajo las órdenes del Teniente Coronel Wilson S. Hamilton, quién mandaba una pequeña partida del 2º regimiento de dragones del Ejército Americano. Este militar dirigiría posteriormente la ocupación de la villa de Reynosa en el mes de junio de 1846.
El primer contacto fue con las tropas comandadas por el teniente mexicano Román Falcón. Hamilton le manifestó que la división norteamericana del General Zacarías Taylor venía con las intenciones de ocupar la orilla izquierda del Bravo y el Frontón sin hostilizar a su contraparte militar mexicana, a menos que en caso contrario fuesen agredidos. El General había dejado parte de su división en Corpus Christi.  Curiosamente el escuadrón de milicianos de Reynosa ya se encontraba cubriendo el Frontón de Santa Isabel.
La plaza de Matamoros estaba al mando del General Don Francisco Mejía, quien junto con el Prefecto Jesús Cárdenas tomaron las providencias que se ameritaban para la defensa del territorio nacional en ese momento. Para el 19 de marzo se estimaba que el General Rómulo Díaz de la Vega y su 6ª Brigada y el 1er regimiento de Infantería hubiesen llegado a Matamoros y que la caballería mexicana estuviese pasando a la margen izquierda del río. El comandante de la 2ª línea, don José Manuel Zozaya, todavía no emprendía su marcha hacia Matamoros.
La primera negociación
El 20 de marzo de 1846, sucedió el primer intento de negociación con el General Taylor, según el parte enviado a Matamoros al General en jefe don Francisco Mejía por don Rafael Quintero, desde el campo Laguna Larga. El Escuadrón de Defensores se encontraba en la vanguardia de operaciones, cuando el Teniente Coronel José María Careas, presentó órdenes para tomar el mando de las fuerzas al mando de Quintero.
Todo estaba dispuesto para batir al enemigo en el Paso Real del Arroyo Colorado a donde se dirigían las tropas americanas. A Quintero lo acompañaba esa mañana el famoso botánico francés residente de Matamoros, Capitán Dr. Luis Berlandier, y juntos fueron hasta el otro lado del arroyo, con objeto de manifestarle al enemigo las órdenes que traían y para prevenirlo: que de ningún modo debían permitirles el paso, además de otras varias aprensiones y observaciones que les hizo el Sr. Berlandier. El General Taylor les contestó a todas, que él debía pasar a todo trance, por lo que se vieron obligados a retirarse.
En ese momento Rafael Quintero había dispuesto tirar pie a tierra la fuerza necesaria que impediría el paso de los americanos; situándola en un punto donde ofendiese y no fuese dañada. Fue en ese ambiente cuando lo sorprendió el Sr. Cárdenas, valiéndose de la orden oficial que dispuso que no se tirara ningún tiro.  Quintero describía con lágrimas en sus ojos sobre que tenía que obedecer y contramarchar con el enemigo a retaguardia hacia las orillas del río Bravo.
De este evento fueron testigos Berlandier, el Comandante de Escuadrón Permanente don Antonio Garza, el Capitán de defensores de Reynosa Don Máximo Cavazos, don Carlos de la Garza y varios otros.  Esto demostraba el valor que tenían las milicias en las Villas del Norte al enfrentarse a tan poderoso ejército.    
Desde el día 26 de marzo, las tropas del general Taylor llegaron a las orillas del río Bravo a construir el famoso Fuerte Texas, que muy pronto cambió al nombre de Fuerte Brown, donde se encuentra la actual ciudad de Brownsville.
El día 28 de marzo enviaron al general William J. Worth y cuatro oficiales norteamericanos a dialogar con el General Mejía en Matamoros sobre la ocupación del lado izquierdo del río Bravo.  La contestación fue que México consideraba la ocupación como el rompimiento de hostilidades por parte de los Estados Unidos; no había negociaciones mientras los invasores no evacuaran el territorio de Tamaulipas.
El 10 de abril, el General Zacarías Taylor tomó con una parte de su ejército el Frontón de Santa Isabel. En los ríos Bravo y Nueces, su división contaba en su totalidad con 4,500 hombres de todas armas, 62 piezas de artillería y 300 carros con municiones de boca de guerra, mencionaba el periódico el Monitor Republicano. En el puerto Brazos Santiago pronto aparecieron once buques fondeados, los cuales obviamente traían tropas de desembarco, artillería de grueso calibre y otros pertrechos para reforzar el Frontón.
Las familias mexicanas avecindadas en el Frontón de Santa Isabel se retiraron indignadas, no sin antes de incendiar sus casas.

La primavera de 1846
En 1846, el noreste mexicano (Nuevo León, Coahuila y Tamaulipas), contaba con suficiente armamento y bastimentos de comida; fue una primavera de mucha lluvia y de abundantes cosechas, pero no se contaba con la logística para surtir rápidamente a la línea de defensa en el río Bravo, especialmente a las escuadras de defensores de las Villas del Norte.  El reclutamiento de soldados y el acarreo del suministro eran demasiado lentos, tal vez esto fue el reflejo del divisionismo que existía en los rangos militares y políticos.
Durante la ocupación norteamericana en esa primavera, el parque, fusiles y fanegas de maíz serían enviados desde Cadereyta, Nuevo León, pidiéndole a la villa de Reynosa mulas para su transporte desde Camargo.  Las escuadras de defensores de las villas, a lo largo del río Bravo, estaban bajo las órdenes del General Antonio Canales Rosillo, quién pedía se preparara un escuadrón de rifleros con vecinos que aportaran sus propias armas.
Los vientos de guerra se intensificaron en el mes de abril, como está registrado en la correspondencia resguardada en el Archivo Municipal de Reynosa, intercambiada por el alcalde Luis Guerra y el subprefecto de Mier, Policarpo Martínez.  La prefectura, desde Matamoros y luego desde San Fernando, era manejada por Jesús Cárdenas, que estaba bajo las órdenes del General Pedro Ampudia, el cual tenía el mando del Ejército del Norte en ese momento, antes que fuera prontamente sustituido por el General Mariano Arista en el cargo de Jefe de la División del Norte.
La correspondencia giró sobre la presencia de forajidos, indios bárbaros y la necesidad de mover el ganado a lugares más seguros en la parte sur del río Bravo.  Entre los temas tratados fueron: el robo de una manada de mulas pardas coloradas del General Ampudia en el rancho la Gloria, la presencia de indios bárbaros en la salina, la que se encuentra actualmente en la parte norte del condado de Hidalgo, Texas; sobre la tarea enviada al encargado de la Mesa (cerca del actual Nuevo Progreso) para que recogiera y trasladara cien reses del lado izquierdo al derecho del río Bravo.
Una de las preocupaciones en los diferentes niveles de gobierno fue la presencia de los extranjeros norteamericanos Eligio D. Smith, Luis Riche, Santiago Rudolph y Benjamín E. Kindell.  De más inquietud fue el caso del español Juan Lecture, quién era acusado de repartir propaganda subversiva. El mismo General Pedro Ampudia pedía el arresto de Lecture. Benjamín E. Kindell se había criado desde los seis años en México y estaba casado con una española; a Kindell lo acompañaban dos jóvenes irlandeses, Melchor y Ubaldo Mandubell, provenientes del Departamento de Durango. El General Ampudia pidió que se monitorearan a los extranjeros y que se les otorgaran pasaportes para que se concentraran en Ciudad Victoria.  
Tanto el General Pedro Ampudia como el General Mariano Arista (quién sustituía al primero) llegaron a Matamoros ya cuando estaba avanzada la campaña norteamericana. El enfrentamiento entre las divisiones militares de los dos países era eminente, pero esto será contado en una próxima ocasión.

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