El empate ante Trinidad y Tobago (2-2) no fue la mejor manera de despedirse y en ello se fue el anhelado primer lugar de la Concacaf. Faltó un poco, o un mucho desde la óptica que se tenga, de ese coraje que puso a México en el Mundial y a Estados Unidos en la cima de la zona.
Porque mientras los estadounidenses lograron igualar en la agonía del partido ante Costa Rica, el conjunto tricolor se conformó con el empate en Trinidad cuando tenía todo a favor para llevarse la victoria y el sitio de honor de una zona que ha quedado nuevamente a merced de los del norte.
El técnico Javier Aguirre presentó cinco cambios en relación al encuentro en el que se clasificó ante El Salvador. Las modificaciones tardaron en entrar en la dinámica que venía arrastrando el cuadro, lo que fue evidente, sobre todo, en el cuadro bajo, en donde se perdieron algunas marcas y tiempos por la falta de costumbre entre sus componentes.
Jonny Magallón y Héctor Moreno sufrieron para controlar la velocidad de los atacantes trinitarios, jugadores que juegan con más instinto que otra cosa, pero peligrosos y veloces si se les dan los espacios.
El primer tanto del encuentro cayó luego de una de esas faltas de conexión. Guillermo Ochoa salió a pescar en blanco un balón por arriba, el esférico pegó en la mano de Gerardo Torrado y el silbante marcó penalti. Minuto 32; Kerry Baptiste venció al meta mexicano y los caribeños se fueron al frente.
La reacción de los tricolores vendría justo después de que Aguirre realizó los tres movimientos que le permite el reglamento. Enrique Esqueda igualó los cartones con un golazo y las ganas que no se habían visto antes en el equipo.
Sin embargo, otro descuido dejó servida la oportunidad para que Baptiste se hiciera la figura de los locales y marcara el segundo tanto de los trinitarios al minuto 61. Poco duró el gusto a la gente que se animó a asistir a un juego en el que los de casa no se jugaban más que el honor y los visitantes el primer lugar de la zona, aunque pareciera que no estaban enterados de ello.
Cuatro minutos después del segundo de Baptiste, Carlos Salcido cazó perfecto el servicio de Pablo Barrera (otro de los cambios de Aguirre) y volvió a emparejar el marcador. A partir de ahí, la indecisión de los mexicanos por ir a ganar marcó el rumbo del partido, con sus últimos 20 minutos en un tránsito inestable, lejos de esa imagen que los clasificó al Mundial, en segundo lugar de la Concacaf.
OTRA VEZ SON “EL GIGANTE”
El portal de la FIFA anunció la clasificación de México al Mundial de Sudáfrica como el pase de uno de los “gigantes” de la Concacaf. Para los jugadores del Tri, el encabezado es razonable: “Recuperamos el respeto que se nos había perdido en esta eliminatoria”, comentó Andrés Guardado.
Los momentos que vivió la Selección Nacional en el presente clasificatorio, más el regreso de Javier Aguirre, añadió Guardado, mutaron en una mezcla de “orgullo y coraje para salir del hoyo”. Antes de seguir con el festejo por el boleto a la Copa del Mundo insistió en la recuperación de la jerarquía en la zona. “Acá venían los equipos diciendo que harían un ‘Aztecazo’; ahí están los resultados, todos se fueron derrotados y ahora queremos el primer lugar de la Concacaf”.
Guardado, como el resto de los elementos tricolores, se ha hecho a la idea de vencer a Estados Unidos (también clasificado) en la carrera por el primer sitio de la zona, lo que confirmaría que el “gigante” está de regreso.
“Esta selección ha corroborado la jerarquía que tiene a nivel internacional y en Concacaf, cuando mucha gente dijo que no era más el gigante de la zona, para mí lo es y lo seguirá siendo por mucho tiempo”, se unió Francisco Palencia, que destacó el paso hasta ahora perfecto en la segunda vuelta del hexagonal.
Saberse nuevamente poderoso entre los rivales de una zona que de dominarse históricamente, se había complicado hasta subirse a las barbas tricolores ha sido razón para lanzar las reflexiones de una eliminatoria complicada.
“Hemos pasado por algo muy duro, difícil, de mucha tensión, pero podemos olvidarlo”, dijo Guillermo Franco. “Se recuperó una identidad por sobre todas las cosas, la Selección sabe hoy a lo que juega, es un equipo que propone y muerde en todos los sectores del campo, peleamos hasta el minuto 90. Hoy la Selección tiene una identidad y compromiso de sus componentes”, complementó el atacante.
Rafael Márquez fue más allá de lo que arrojó la algarabía por el triunfo sobre El Salvador y lo que éste trajo para el balompié nacional. El capitán del conjunto tricolor solicitó a los federativos que no desaprovechen la experiencia que se vivió por las complicaciones que el equipo tuvo para conseguir el billete a Sudáfrica.
“Que nos sirva de aprendizaje, que tomemos mejores decisiones para tener continuidad y no pasar por tanto contratiempo”, comentó el zaguero del Barcelona, quien jugará su tercera Copa del Mundo en unos meses, tiempo en que espera que el equipo mantenga la mística que le regresó la “jerarquía” dentro de la Concacaf. “Ojalá que en el Mundial podamos hacer historia”.
Cuauhtémoc Blanco cerró el cuadro. El ídolo de pocas palabras apuntó como Márquez al mejor de los futuros: “Claro que podemos hacer historia, pero hay que trabajar”.
CANONIZAR AL “CUAU”
Conforme se avanzaba sobre Paseo de la Reforma, “soldados verdes” se incorporaban por diversas vías a una gran masa tricolor que ansiaba llegar al Monumento del Angel de la Independencia para celebrar el éxito conseguido por su adorado Tricolor que venció este sábado a su similar de El Salvador (4-1) y consiguió su pase al mundial Sudáfrica 2010.
La edad no importaba, pues desde bebés que no alcanzaban el año, hasta señoras mayores se unieron al festejo, total que “todos”, como reza el dicho, dicen: “Nos vamos al Mundial”.
Y es que había que celebrarlo, no fue fácil alcanzar el boleto a Sudáfrica 2010, por ello, vendedores ambulantes confiaban en el espíritu de esta afición: pelucas y paliacates tricolores, sombreros de charro, de copa y de vaquero pintados con los colores de la Selección se podían ver en el lugar.
Pronto, la afición verde hizo cimbrar la glorieta de Insurgentes, al ritmo de tambores se levantaba la mano a los héroes de la Independencia y se entonaba el mítico y futbolero “olé… olé”.
Sin embargo, estas personas tenían un nuevo héroe, quizá el mismo que los ha acompañado por los últimos 11 años, en esto llamado futbol. Una pancarta agradecía al “Cuau”, otros portaban orgullosos playeras con “El Temo” representado cual santo, mientras que por los aires, combinaba la espuma y pedazos de algodón que el viento desprendía.
Gritos, risas, abrazos y besos se fundían en un ente que parecía cobrar vida, y más cuando ciertos jóvenes empezaron a patear el balón, juego en el que todos querían participar.
También había que recordar la forma en que se consiguió el boleto del combinado nacional este sábado por la tarde en el Estadio Azteca: “4-1, lero, lero” se escuchaba al unísono.
Esta mezcla de colores y sonidos alegraba a los que reunidos se encontraban en el lugar preferido de la afición mexicana. Algunos jóvenes cargaban réplicas de cartón de la Copa del Mundo y la gente se arremolinaba alrededor de las cámaras que captaban lo que ahí se vivía.
No faltaba quien por ahí decía que esta vez, México sería campeón y también se enorgullecían de saberse parte de este triunfo.
Al ir cayendo la noche, más gente se fue juntando para ondear banderas de diversos tamaños que hacían recordar que México estaba por quinta ocasión consecutiva en el máximo evento futbolístico y también aumentaba de intensidad el “olé… olé”. No hubo tanta gente como cuando se celebró la victoria sobre Estados Unidos, pero aún así, hubo fiesta, baile y hasta “canonización”.
“EL VASCO” SE RELAJA
Tras el partido con El Salvador y ya más relajado, Javier Aguirre, director técnico del Tri, se sacude el sudor de la frente con la manga y expresa, satisfecho… “¡misión cumplida!”, tras conseguir este sábado el boleto al Mundial 2010 al vencer a El Salvador 4-1 en el estadio Azteca.
“Hoy había terminado mi contrato y, contra todo, se prorroga hasta el Mundial”, comenta, aliviado. “Tenemos la estructura, el armado, ahora viene el proyecto a Sudáfrica y hay que elegir bien, estar atentos a la gente que está fuera y a la de aquí”, añade.
“¡Caramba!, no es fácil chambear así y llegar contra reloj”, reflexiona. “Lo ideal sería iniciar y terminar con un técnico. En lo personal vamos de 2-2, no sé si aguante la tercera, porque ya no da para más, pero como experiencia a futuro me agradaría un proyecto a largo plazo, bien sustentado, lo cual permite estar más cerca del éxito. Esto es culpa de todos y no es culpa de nadie”.
Con la votación unánime de los 18 clubes del máximo circuito para llevar a efecto su plan de trabajo, “El Vasco” Aguirre se apura a concluir la etapa eliminatoria frente a Trinidad y Tobago con la mejor plantilla posible.
Melancólico, el estratega de la Selección Nacional abraza el micrófono y hace una serie de reconocimientos… “Gracias a la gente, después a los jugadores, quienes se metieron en mi disciplina, en mi orden y en mi ritmo, sacrificando cosas y no miraron atrás. Gracias a mi cuerpo técnico, que se la rifó, como decimos en el barrio. Luego, me gustaría acordarme de mi familia y quiero dedicarle todo esto a mis cuates entrenadores y a los que no son también, porque está cañón ser entrenador. Cada día se complica más. A los mexicanos y a los que se formaron aquí, a Romano, “Tuca” Ferreti, La Volpe, a De los Cobos (director de El Salvador), quien trabaja fuera, a Hugo. A toda esa bola de locos que peleamos por la chuleta, va por ellos…”.
A la hora de las comparaciones, Aguirre pone en la balanza lo ocurrido en los dos procesos, el de 2002 y el actual. En ambos llegó para sacar al Tri del hoyo en que se encontraba.
“Hay una diferencia sustantiva. El pesimismo que existía en esta eliminatoria. Hace ocho años no, porque aún así la gente confiaba en su selección. Ahora veía un abatimiento y dejadez. Además, en este me encontraba fuera del país, tenía que aterrizar y ver la dinámica del futbol mexicano. Antes, en 2002, estaba al día. Te vas siete años y algo cambió, pero la presión es la misma, ganar o la silla eléctrica”.
Hubo una mención especial, la de Cuauhtémoc Blanco, el ídolo heredero.
“Cuauhtémoc es un ídolo de este país. Tenemos ídolos cronológicamente y es el sucesor de lo que dejó Jorge Campos. Blanco tiene ese don que le agrada al mexicano y pase lo que pase y haga lo que haga, ese es mi “Cuauh”, aunque sea “pedote” (Borracho) y lo que sea, pero ese es mi Cuauh”, expresa, sincero. Y ante las risas, que provoca el comentario, corrige, bromista: “Borren eso, por favor, porque no lo es, estamos curados…”.
–¿La victoria supo a revancha, por lo sucedido en el Cuscatlán?
Revancha ninguna, no tengo sentimiento en lo absoluto, Carlos (De los Cobos) es mi hermano y me dolió verlos fajarse y perder, porque presentaron cara dignamente, y no necesito quedar bien, pero me gustó el equipo salvadoreño, ojalá por el bien de todos hagan un buen proyectito, que Carlos lo encabece, porque de ser así va a dar mucho de qué hablar a futuro, seguro.