Rafael Delgado es un caso de superación personal: sobrevivió al cáncer, pero lejos de dejarse doblegar por la peligrosa enfermedad se dedicó a cumplir uno de sus mayores sueños, renovar su Chevrolet ’51, con sus propias manos y la convirtió en un objeto de admiración.
En las calles de Reynosa rueda una camioneta antigua de la segunda mitad del siglo XX, pero no se trata de cualquier unidad, sino de una joya automotriz que literalmente estaba desahuciada y que un ingeniero civil mexicano –con mucha dedicación, paciencia y talento– rescató para convertirla en una obra motorizada.
Sin tener más que la pura lámina (ni motor, transmisión, volante ni vestiduras) Rafael Delgado Guillermo afrontaba un trabajo monumental por delante para poder darle vida a una reliquia en completo desuso, empolvada y corroída por el inexorable transcurso de los años.
Más de seis décadas después de ser puesta en circulación esta Chevy 51 modelo 3100 –la cual perteneció a la familia de su esposa Myriam desde que salió de la agencia–, finalmente tendría otro destino, cuando él la compró para empezar a restaurarla, pero con un toque más personalizado.
El hombre apasionado de la velocidad, de los motores y los vehículos clásicos trazó nuevos cortes para modificar la cabina y ensanchar los faldones. Desde un principio quería que se viera diferente, más moderna, pero sin perder el espíritu antiguo y lo consiguió.
Rafael aprendió a fabricar piezas metálicas, a soldar, a pulir y a pintar, para realizar después un ensamblaje milimétrico de la carrocería, con tornillería de acero inoxidable y un acabado estético digno de los más prestigiados talleres del mundo.
HECHO EN REYNOSA
Sorprendentemente esta camioneta en color verde cromático no fue transformada en Detroit, Michigan; Las Vegas, Nevada; Chicago, Illinois o Miami, Florida, como pudiera pensarse (por ser en la actualidad estas ciudades el mejor referente de rehabilitaciones automotrices de Norteamérica).
La Chevrolet salió del taller que le prestó su amigo Lalo Martínez en Reynosa, Tamaulipas, en el que desde hace varios años se restauran coches clásicos.
Pero quizás el mayor mérito de Rafael es que no solamente él mismo hizo la mayor parte de la renovación, sino que al mismo tiempo luchó por salvar su vida, a raíz que en 2012 le fue diagnosticado cáncer y su cuerpo comenzó a debilitarse, hasta el punto de no tener si quiera la fuerza para poder subir un escalón.
Cuenta que perdió de manera drástica más de 30 kilos. La operación de transplante de médula ósea, las quimioterapias y el desgaste propio de la enfermedad lo tenían casi imposibilitado, pero no se rindió y, junto con el apoyo de su familia, en el año 2015 encontró en su camioneta un motivo para mantenerse animado.
Logró recuperarse, recobró la energía, se sobrepuso al difícil padecimiento y hoy comparte su historia de ahínco, de esperanza y de supervivencia, ya con su ‘pick up’ arreglada en señal de trofeo.
QUERER ES PODER
Es por eso que esta Chevy 51 tiene un significado muy especial para Rafael y sus seres queridos, quienes ahora disfrutan ver culminado un gran esfuerzo, tanto en el aspecto familiar como en el profesional, ya que este trabajo no lo desmerece.
“Puedo decir que hace tres años yo libré el cáncer. Estuve hospitalizado 60 días y salí sin fuerzas. Con los amigos del Club de Autos Clásicos Antiguos de Reynosa, inicié la restauración y luego de un año y medio faltaba meterle mi mano y fue cuando directamente empecé a trabajar en la camioneta.
“Me sirvió de terapia de reanimación, porque en un principio no tenía nada de energía, pero después aparezco en una foto cargando una llanta, en muestra de que ya estaba recuperado. Para mí esto fue un gran logro”, confiesa Rafael, quien enseña al reportero un álbum con las imágenes del proceso armando él las piezas de su unidad, al mismo tiempo que se aliviaba.
Imaginar muchas veces la Chevrolet renovada, relató, le daba mucho empuje, desde que éste vehículo se encontraba guardado en una cochera.
“Esta es una Chevrolet modelo 3100 de 1951 que tenían mis suegros en la ciudad de Saltillo, Coahuila. Hay fotos en su estado original, pero con el paso de los años el vehículo se quedó sin motor ni volante ni asientos.
“Debido a que era muy difícil conseguir todas las piezas originales de ese año, pensé en hacer algo que estuviera más adaptado para funcionar en la calle, como el estilo personalizado ‘hot rod’, con instrumentos modernos, pero siempre apegado a la época en que fue fabricada.
“Así que montamos su carrocería en el chasis de una Yukon 2007, con un motor 5.3 automática con todo y los frenos, la suspensión y el aire acondicionado”, pormenorizó.
ALGUNAS ESPECIFICACIONES
En otras palabras, Rafael estaba ante un gran reto: modificar el caparazón de una camioneta antigua y colocarla sobre una de modelo reciente.
Aunque ya había dirigido ciertas restauraciones, motivo por el cual fue invitado a ser integrante del Club de Autos Clásicos y Antiguos de Reynosa, A. C., él se dedicaba a la construcción, no a hacer carros.
Pero con ingenio y organización, una vez que trasladó la unidad desde Coahuila a Tamaulipas, se puso a estudiar todas las posibilidades para poder llevar a cabo sus ideas, entre ellas acortar el techo de la cabina y lograr que la carrocería coincidiera con los ejes.
“Son 119 pulgadas entre uno y otro y yo requería 116 (tres pulgadas menos) y la que tiene exactamente la medida es la Yukon, así que la conseguí. Realmente la adapté a un modelo que le quedara y que fuera compatible.
“Se arreglaron los tacones para que se agarrara bien la camioneta, que sentará bien y fue como se armó. Parece sencillo, pero requirió de mucho trabajo, ya que la carrocería se hizo más ancha para que pudiera bajar y quedara más pegada al piso como el estilo ‘hot rod’”, señaló.
En las ruedas frontales Rafael colocó unos rines 17 y atrás 20. Renovó el interior con asientos de piel, a la caja le puso madera de encino y en la lámina aplicó una pintura verde semi-mate original de la Chevrolet.
Al mismo tiempo mantuvo las entrañas de la Yukon con la suspensión, el motor y la dirección hidráulica, para que pudiera circular cómodamente y tomar carretera si así prefería.
“La camioneta tiene muchas modificaciones que, de hecho, son calificadas cuando se meten a concurso. Se adaptaron también los vidrios y las chapas eléctricas, porque las puertas se abren con un control”, destacó.
LOS ALCANCES
Este ingeniero detalló que transformar un vehículo cuesta mucho dinero y esfuerzo, ya que hay que invertir en llantas, en refacciones y muchas horas hombre. Los costos para una unidad terminada van desde los 15 mil a los 30 mil dólares (en acero inoxidable).
Explicó que hay varios tipos de restauraciones, pero las más comunes que están de moda son la ‘street rod’ y la ‘hot rod’.
“La primera es más como para usarse en la calle, manteniendo prácticamente los mismos elementos clásicos de la unidad, mientras que la segunda lleva más modificaciones y un estilo personalizado, sin perder la esencia de la época en que se fabricó”, comparó.
Consideró mantener la Chevrolet ’51 de por vida, ya que para él sería muy difícil venderla, no tanto por el dinero que invirtió, sino por el sentido particular que tiene.
Especificó que la pintura de la camioneta la trajo de Estados Unidos de una tienda especializada en ‘hot rods’. Además su vehículo posee una protección para los estribos con una fabricación especial que él le hizo, así como las defensas metálicas y los escapes de acero inoxidable.
Señaló que durante todo el proceso de renovación lo que más trabajo le dio fue terminar las puertas, ya que los vidrios llevan
un corte especial.
“Los tuve que reducir. Las ventanas tienen una apertura electrónica y la chapa no está expuesta. Armar todo ese mecanismo es lo más complejo.
“Por ello mucha gente no cree lo que se tiene que invertir. Se adaptó el tablero digital. También hice las cuencas que sostienen los faros y les coloque luces tipo led. Ya va a cumplir el año con ocho meses que terminé la camioneta”, aseveró, después de mostrar la taza en la que desde hace 15 años se prepara su café capuchino y se pone a trabajar.
El empeño que Rafael puso en esta Chevy fue muy minucioso, ya que armarla fue prácticamente un rompecabezas. Ya con todas las piezas pintadas, él mismo la ensambló varias veces con su caja y cabina al chasis, hasta que la culminó.
“Llevó mucho trabajo alinear los cortes de los faldones, para que no quedaran chuecos. Fueron tantas horas y muchas más pensando y diseñando”, añadió.
Los asientos son de piel y tienen costuras. Por dentro está equipada con un sonido muy potente de pantalla. El logotipo de la Chevy 51 ‘hoy rod’ Rafael lo diseñó y en la parte superior le colocó una antena moderna.
EL DESTAPE
Para lucir así de exótica le costó mucho esfuerzo y desvelos, pero todo sacrificio tiene su recompensa, ya que Rafael y su familia festejaron en grande durante la ceremonia de presentación.
Aunque la camioneta en color verde cromático ya había concursado en el ‘auto show’ de McAllen, Texas (del que consiguió un segundo lugar), la exhibición formal ante la prensa y los integrantes del Club de Autos Clásicos y Antiguos de Reynosa, A.C., se llevó a cabo el pasado viernes 21 de septiembre en un conocido restaurante de la ciudad.
En el evento este realizador brindó una charla con algunos pormenores de la renovación de su ‘pick up’. Les presentó un video con ilustraciones y antes de la cena que ofreció para todos los invitados, efectuó el destape ante el asombro de los presentes, que aplaudieron la gran labor que Rafael llevó a cabo.
En un recorrido pudieron apreciar los detalles de la carrocería, de la pintura especial –que no se mancha al tacto de las manos–; del motor y los interiores, con todas las comodidades de una camioneta moderna, pero con alma antigua.
Ahí los miembros de esa organización aprovecharon para afinar detalles para la próxima exhibición de autos que están organizando en el Parque Cultural Reynosa para el mes de octubre, en la que se espera la visita del famoso restaurador Martín Vaca, de Mexicánicos, que aparece en programas de televisión de Discovery Channel. Aseguró Rafael que ahí estará su camioneta.
Y mientras por las calles de Reynosa ya rueda esta asombrosa Chevrolet 1951 (siendo uno de los pocos vehículos en su tipo que existen en la ciudad y Tamaulipas), este sobreviviente del cáncer la aprovecha como un extraordinario ejemplo para compartir y llevar su mensaje de superación.