Mientras que en Suiza y Estados Unidos existen grandes talleres manejados por relojeros especializados, en México son muy pocos los que hay y en Reynosa solamente hay cuatro o cinco profesionales que cada año asisten a congresos, porque ellos también estudian y se actualizan.
Aunque inició en lo que el dice es una profesión, no un oficio por necesidad, ahora cuenta con su propio negocio y es uno de los cinco relojeros que existen en la ciudad, lo cual le ha costado tiempo, esfuerzo y dinero, pero le ha dado la satisfacción de ser un profesional en lo que hace.
Miguel Ángel Flores Medrano es relojero, empezó en 1987, cuando trabajaba en un restaurante y quien era su patrón, Merced Muñoz Esquivel lo instruyó.
El originario de Hidalgo, Tamaulipas vive en esta ciudad desde 1978 y tiene su negocio en el “Mercado Zaragoza”.
PREPARACION Y ACTUALIZACION CONSTANTE
“Sí, fue difícil aprender, es una profesión o un trabajo muy delicado, las piezas son muy pequeñas, al principio salía con dolores de cabeza porque a veces dañaba piezas que no estaba acostumbrado a manejar, después me empezó a gustar”, platicó.
Cuando la persona que lo enseñó se fue a Estados Unidos se independizó y puso su propio negocio de relojería.
Comentó que mucha gente le ha dicho que seguramente para ejercer se debe tener muy buen pulso y vista, pero, dijo, no es necesario, pues el pulso se controla y la vista se apoya con los diferentes lentes que utiliza.
“Lo que más debe tener un relojero es la paciencia porque en cualquier otro trabajo una pieza que quieras acomodar si no te funciona lo haces a golpes, un joyero si una pieza no le salió bien pues la vuelve a fundir y la vuelve a hacer, pero el reloj lo maneja uno, tiene que acomodar las rueditas con mucho cuidado, si aprietas mucho truena y ya no sirve”, detalló.
En el interior del “Mercado Zaragoza”, hay aproximadamente 20 talleres, pero según Miguel Ángel son joyeros que también arreglan relojes, lo que hacen es cambiar pilas, cristales o algunas máquinas pero no son relojeros.
Flores Medrano mencionó que un relojero es alguien que está especializado y compra los aparatos necesarios y adecuados para esta práctica; también debe tenerse un lugar adecuado limpio y libre de polvo o pelusa para ello, porque pueden afectar las máquinas.
“El relojero desarma un reloj completamente para después meterlo a lavar en unos líquidos especiales, luego se lubrica todo y ese es el verdadero trabajo”, expuso.
También debe checar algún defecto que tengan porque, aseguró, los clientes regularmente los llevan por algún desperfecto y el relojero deberá descubrir qué lo ocasionó.
Cuando supo que se impartían cursos y talleres para relojeros decidió prepararse y actualizarse constantemente, por lo que empezó a hacerlo en el 2003.
“He asistido a varios, por ejemplo en el 2008 estuve en Monterrey, Nuevo León; en Oaxtepec, Morelos; en Celaya, Guanajuato, en Puebla y el de este año será en la Ciudad de México”, aclaró.
Platicó que muchas personas la consideran una ocupación que está al borde de la extinción porque hay pocos relojeros y pocas personas que quieran aprender, pues no van a ganar dinero pronto.
“No van a ver ganancias en dos o tres meses porque se tiene que comprar lo necesario para trabajar, entonces lo que se percibe al inicio será para recuperar la inversión”, recalcó.
La preparación también es una inversión, un curso tiene un costo aproximado de mil 500 pesos, pero considera que lo caro no es eso, sino el traslado y hospedaje.
“Donde abundan los grandes talleres es en Suiza y Estados Unidos, son lugares muy grandes donde manejan las marcas importantes y hay centros de servicio donde les dan mantenimiento a todas las marcas caras”, externó.
Comentó que en Reynosa no ha sido posible la realización de una asociación, pero que cuando asiste a las convenciones o talleres lo hace como invitado a la Federación Nacional de Relojeros Técnicos Mexicanos.
ETERNOS COMPAÑEROS
Con el boom de la telefonía celular se pensaba que quizás el uso del reloj de pulsera disminuiría, pero no fue así, ya que además de mostrar la hora es un accesorio que forma parte del outfit de cualquier persona.
“La gente que tiene sus relojes finos los sigue usando, por ejemplo los marca Rolex, incluso de oro, o algunos de tipo submarino para entrar al mar; hay quienes coleccionan y las damas tienen más porque los usan como accesorios, pero los hombres invierten más en relojes de calidad”, manifestó.
Para que un reloj se conserve en buen estado por largo tiempo es necesario llevarlo a mantenimiento, no solamente acudir con el relojero cuando tenga algún desperfecto.
“Mucha gente dice que los relojes son para toda la vida pero por muy buenos que sean es mentira, un mantenimiento normal se realiza cada cuatro o cinco años, no importa si vale cien pesos o 50 mil dólares”, detalló.
Externó que los relojes tienen lubricantes derivados del petróleo y con el tiempo van cambiando o descomponiéndose, por eso, aunque esté cerrado herméticamente pareciera que les ha entrado agua, pero no es así, es a causa de estas sustancias.
Advirtió que dependiendo de la marca es el costo del mantenimiento.
Recomendó al quitarse el reloj, limpiarlo bien para quitar cualquier rastro de sudor o algún otro agente que pueda ocasionar que sufra algún daño, sobre todo en los nuevos relojes.
También que cuando lo llevan a reparar acudan con un profesional y auténtico relojero, porque muchas veces quienes no lo son carecen de las herramientas necesarias para abrirlo y tratarlos y pueden llegar a dañarlo.
El taller de relojes “33” se encuentra en el interior del “Mercado Zaragoza”, en el local 93, su número de teléfono es 922 27 49 y su horario de atención es de lunes a sábado, de 08:00 a 18:00 horas, de lunes a sábado.