Y como hace doce años, tras conocer el resultado de la jornada electoral, los simpatizantes de Andrés Manuel López Obrador tomaron las calles de la capital del país, pero, a diferencia de aquella ocasión, ahora lo hicieron para festejar el triunfo en las urnas del próximo presidente de la Nación.
Apenas habían cerrado las casillas de los estados con horario del centro cuando cientos de ciudadanos comenzaron a congregarse en la Alameda Central de la Ciudad de México, justo frente al Hotel Hilton Reforma, donde Andrés Manuel López Obrador instaló su centro de operaciones.
Todavía las votaciones en el occidente del país estaban abiertas, pero el olor a triunfo ya se respiraba entre los seguidores del abanderado de la coalición “Juntos Haremos Historia”, integrada por los partidos de Morena, PT y PES.
Horas atrás, el presidente del Instituto Nacional Electoral (INE), Lorenzo Córdova, había pedido evitar las especulaciones y esperar a que el órgano electoral diera a conocer los primeros resultados de las encuestas rápidas. Sin embargo, poco importó el llamado a algunas casas encuestadoras y medios de
comunicación nacionales que comenzaron a difundir sus sondeos de salida pasadas las 8:00 de la noche, horario en el que cerraron todas las casillas del territorio nacional.
Los resultados de dichas encuestas fueron transmitidos en directo desde pantallas gigantes que se instalaron frente a la Alameda Central y que sólo confirmaron lo que ya se venía cocinando desde el inicio de la jornada electoral: la victoria aplastante de AMLO.
Parecía que ya todo estaba escrito y que el tercer intento por llegar a Los Pinos era el bueno para el oriundo de Macuspana, así lo demostró en su primera aparición ante los medios de comunicación al inicio de la jornada electoral.
Muy temprano, cerca de las 7:25 de la mañana, incluso antes de que abrieran las casillas, Andrés Manuel López Obrador arribó al centro de votado 0359 Básico, ubicado en las oficinas de la Comisión Nacional del Agua (CONAGUA), en Coyoacán, para emitir su sufragio.
Ahí, interceptado por cientos de periodistas de medios nacionales e internacionales, el tabasqueño declaró con seguridad que México estaba a punto de iniciar la cuarta transformación de su historia y vaticinó un día histórico para la nación.
“Yo siempre he dicho que ha habido tres grandes transformaciones en la vida pública del país: la independencia, la reforma, la revolución y hoy iniciamos la cuarta”, apuntó el líder moral de Morena.
La confianza de Obrador, tal y como lo expresó en los debates, recaía en las encuestas de intención de voto que, previo a la veda electoral, le daban una victoria holgada.
Hora Cero, por ejemplo, en un sondeo nacional sin precedentes, ya adelantaba que el ex jefe de gobierno capitalino arrasaría en la carrera presidencial por más de 30 puntos sobre su más cercano contendiente, Ricardo Anaya (Edición 320).
Hay quienes aseguran que las posibilidades de triunfo de un candidato se miden, en parte, por la convocatoria que tiene con los medios de comunicación, y el 1 de julio un batallón de medios custodiaba en todo momento al virtual ganador de la elección presidencial. Algunos aguardaron desde una noche antes en las instalaciones de la CONAGUA la llegada del tabasqueño, aunque su voto estaba programado para las 8:00 de la mañana.
Como ocurre en algunos seccionales, las casillas no estuvieron instaladas a tiempo, por lo que el entonces candidato tuvo que esperar por más de una hora para emitir su sufragio.
Al salir de las oficinas de la dependencia, algunos vecinos de la zona que aguardaban para cumplir con su obligación ciudadana, se abalanzaron sobre AMLO para expresarle su respaldo y despedirlo al grito de “¡presidente!”, grito que horas más tarde se replicaría en diversos puntos de la capital, una vez que el INE hiciera oficiales los resultados.
Tras emitir su voto, López Obrador se dirigió a su casa de campaña en la colonia Roma, en donde esperó la resolución de la jornada electoral.
A López Obrador le siguieron el candidato del PRI, José Antonio Meade, en emitir su sufragio, después Ricardo Anaya del PAN, en Querétaro, y luego Jaime Rodríguez Calderón “El Bronco” en Nuevo León.
A la par, millones y millones de mexicanos salieron a las urnas, en una jornada en la que el INE esperó la participación de cerca del 70 por ciento de los electores, que al final se redujo a 63, pero que no dejó de ser histórica.
La elección del 1 de julio no estuvo exenta de incidentes. Como cada elección, las insuficientes boletas en las casillas especiales -que se limita a 750- provocó el enojo de algunos electores foráneos, quienes protestaron frente a las instalaciones centrales del INE, ubicado en el cruce del Viaducto Tlalpan y Anillo Periférico Sur, al sur de la capital mexicana.
No obstante, el ánimo no decreció, y como lo declaró el presidente del INE en una de sus intervenciones cerca del medio día: la jornada electoral se convirtió “en una auténtica fiesta democrática”, una fiesta que tenía como invitado principal a López Obrador.
“¿Saben si habrá festejo en el Zócalo?”, cuestionaban algunos simpatizantes del abanderado de Morena, cuando ni siquiera eran las 3:00 de la tarde en la capital del país; pero los curiosos desesperados no eran sólo mexicanos, en las calles del antes Distrito Federal, hombres y mujeres de otras nacionalidades también preguntaban con emoción sobre la celebración del tabasqueño.
Parecía que la elección era un “mero trámite” para que Andrés Manuel fuera nombrado el próximo presidente de la República, un nombramiento que esperó por dos sexenios.
Se acercaban las seis de la tarde y un ejército de medios ya se concentraba en el centro de operaciones del tabasqueño. Logos de todas las cadenas nacionales e internacionales se apreciaban en el lugar.
Cuando las primeras encuestas de salida comenzaron a difundirse, los aplausos del exterior también impregnaron la sala de prensa.
Poco a poco algunos personajes cercanos a Andrés Manuel comenzaron a aparecer. Antes de las ocho de la noche, la líder nacional de Morena, Yeidckol Polevnsky, apareció en el estrado, arropada por la expanista Gabriela Cuevas, para denunciar presuntas irregularidades en el proceso electoral de Veracruz y Puebla.
Tras el cierre de casillas en los estados más occidentales, el desfile de morenistas inició, y con los resultados arrojados por las encuestas de salida, la emoción al exterior estalló.
No había pasado ni una hora, cuando el primero de los adversarios políticos de AMLO salió a reconocer su derrota y el triunfo del tabasqueño. Las declaraciones en rueda de prensa de José Antonio Meade encendieron la mecha de un polvorín de festejos que ya se preparaba en el corazón del país.
“De acuerdo a las tendencias, fue Andrés Manuel quién obtuvo la mayoría, él tendrá la responsabilidad de conducir el Poder Ejecutivo y por el bien de México, le deseo el mayor de los éxitos a AMLO”, mencionó Meade, cerca de las 8:40 de la noche.
Y si el mensaje del tricolor encendió la felicidad de los “AMLOvers”, la derrota aceptada por el segundo en la contienda, el panista Ricardo Anaya, convirtió al 1 de julio en fiesta nacional.
“Hoy digo que la información de los resultados con la que cuento, me indica que la tendencia favorece a Andrés Manuel López Obrador. Como ya lo hice vía telefónica, reconocí su triunfo, le expresé mi felicitación y le deseé el mayor de los éxitos, por el bien de México”, expresó el albiazul cerca de las nueve de la noche.
Por primera vez, antes de que el INE anunciara alguna tendencia, antes de que hubiera transcurrido una hora del cierre de casillas y luego de más de 80 años, México ya tenía presidente electo… y era de izquierda.
Atrás había quedado el “no podemos dar un ganador” expresado por Luis Carlos Ugalde, entonces presidente del IFE, que bajo la sospecha de fraude le arrebató la presidencia a AMLO en 2006.
Después de 12 años, el panorama para el tabasqueño era distinto, finalmente la victoria llegaba después de dos intentos fallidos, y la capital de México y otros rincones estallaba de alegría.
Cerca de las 10 de la noche, Yeidckol regresó al centro de operaciones, pero ahora acompañada por el futuro gabinete de López Obrador, que de inmediato dibujó una postal de abrazos y felicitaciones ante las cámaras.
Otros personajes cercanos a AMLO también se hicieron presentes, como Marcelo Ebrad, Manuel Bartlett, Tatiana Clouthier, Antonio Antolin y hasta la cantante Belinda.
Mientras que en el interior del Hilton Reforma había celebración, al exterior dominaba el júbilo y la algarabía. Los simpatizantes de AMLO, sin necesidad de ser acarreados, ya se contaban por millares.
“¡Sí se pudo! ¡sí se pudo!” y “es un honor estar con Obrador”, eran algunas de las frases que hacían eco en la Alameda Central, mientras se aguardaba la llegada del virtual presidente a su centro de operaciones.
Desde su casa de campaña en la demarcación Cuauhtémoc hasta el centro de la capital, el auto que conducía al mandatario electo era custodiado por miles de capitalinos que le arrojaban felicitaciones y muestras de apoyo.
En diversas ocasiones, López Obrador tuvo que detener su marcha para atender a los simpatizantes y tomarse una “selfie” presidencial.
El reconocimiento venía de personas en la calle y hasta de aquellas en unidades en movimiento. La imagen de usuarios del Metrobus, saliendo casi por la ventana, extendiendo sus brazos en señal de apoyo, quedó registrada en las cámaras de todos los medios que seguían la travesía de AMLO.
Poco después de las 11:00 de la noche, luego del mensaje del presidente del INE que le daba una irreversible tenencia de triunfo, el tabasqueño apareció en la sala de operaciones, provocando la ovación de
los presentes.
Acompañado de su esposa, Beatriz Gutiérrez Müller y dos de sus hijos, Andrés Manuel ofreció su primer mensaje como virtual presidente, en el que apostó a la reconciliación de todos los sectores en México.
“Llamo a todos los mexicanos a la reconciliación, a poner por encima de los intereses personales, el interés general, la Patria es primero”, fueron las primeras exclamaciones del virtual presidente, mientras que de fondo se leía la leyenda “Gracias México. No les voy a fallar”.
En su discurso, dedicado a todos los sectores de la población, el tabasqueño repitió que en su sexenio se erradicará la corrupción y aseveró que será castigada, sin importar quien la cometa.
“La corrupción no es un fenómeno cultural sino el resultado de un régimen en decadencia. Sea quien sea, será castigado, incluyendo compañeros de lucha. Un buen juez por la casa empieza”, aseguró.
Tras su mensaje, que se prolongó por poco más de 15 minutos, López Obrador se dirigió al zócalo de la capital, en donde ofreció un nuevo mensaje tanto a sus simpatizantes, como a sus detractores.
Previo a su llegada a la explanada más famosa de México, miles de partidarios marcharon desde la Alameda Central hasta el Zócalo, en donde se vivió una auténtica verbena.
En el desfile se ondearon banderas mexicanas, de Morena, y al son de “Cielito Lindo” se celebró el triunfo de la híbrida izquierda.
La orquesta de victoria corrió a cargo de gritos de los partidarios, el cláxon de los automóviles y el sonar de las matracas.
El fenómeno del presidente electo fue aprovechado por los vendedores, quienes ya comercializaban cachuchas, banderas, playeras y demás artículos con la leyenda de “AMLO Presidente”.
La marcha triunfal también fue tomada para exigir justicia por los 43 estudiantes de Ayotzinapa y los derechos a la diversidad sexual.
Una vez terminada la travesía, la marea de simpatizantes se apostaron en la explanada del Zócalo para escuchar nuevamente a Obrador, quien ante los miles de asistentes recordó su ambición personal de pasar a la historia como uno de los mejores presidentes de México.
“Y retiemble en sus centros la tierra” entona una de las líneas del himno nacional mexicano, una frase que busca cristalizar el virtual presidente al intentar la “cuarta transformación de la vida pública de México”.
La moneda está en el aire: las cámaras alta y baja del Poder Legislativo están a su favor. De aquí al 2024 López Obrador puede concretar su ambicioso proyecto de nación o provocar que esa revolución se revierta en su contra.