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La muerte lenta

30 de noviembre de 2017 por José Manuel Meza

Más de la mitad de la gente que recibe un tratamiento de diálisis o hemodiálisis en el IMSS se encuentra ahí por el abuso de las bebidas azucaradas y la harina. Son pacientes que están conectados a una máquina para poder sobrevivir y quienes hoy dan a conocer su sufrimiento para que los demás tomen consciencia y no pasen lo mismo que ellos.

Reynosa, Tam.-
Nadie imagina el mal que alguien se hace al tomar una lata con refresco hasta que ingresa a la sala donde se encuentran los enfermos que afectaron sus riñones, por complicaciones generalmente asociadas a la diabetes.

La escena es sobrecogedora, porque alguna vez fueron personas saludables y ahora se enfrentan a un padecimiento que los tortura y desgasta en su intento por mantenerse con vida; sin embargo, no tienen otra opción, porque de no elegir la ayuda médica, morirían irremediablemente.

Las cicatrices en sus brazos y pechos por la infinidad de inyecciones, así como de los injertos que les ponen para conectarles los catéteres hablan por sí solas. Pero más sorprendente es aún mirar en estas áreas hospitalarias personas jóvenes y gente que en su gran mayoría no se cuidó, porque consumía mucho refresco, abusaba de carbohidratos y llevaron a su organismo a un colapso renal.

Son los enfermos que deben ser sometidos a una hemodiálisis. Ellos viven un infierno y quieren que el mundo lo sepa. Si no fuera porque cuentan con cobertura del Instituto Mexicano del Seguro Social, ya habrían fallecido.

Sus pasos son lentos, su aspecto deplorable, enfermizo, sus rostros pálidos y hasta su manera de hablar es débil y enclenque, pero aún así quieren que se comparta el dolor por el que atraviesan y que sus historias no sean un caso perdido en las páginas de un periódico.

Buscan que de una vez por todas la gente vea, compruebe, sepa, se entere, y constate lo pernicioso que es tomar bebidas azucaradas e ingerir harinas de manera desproporcionada. Advierten que: o toman consciencia o algún día podrían estar como ellos.

Aunque hay pacientes modelo que lograron cambiar sus hábitos alimenticios y llevar un control riguroso de los trastornos renales, alcanzando a tener un poco más de vida, que por lo regular el promedio de quienes ingresan a estos tratamientos es de cinco a 10 años.

Por eso piden que no se ignore esta información, porque puede no solamente evitar que la gente muera de manera prematura, sino soslayar el calvario que conlleva en sí estar enfermos, de fragilidad y malestar físico que experimentan todos los días.

‘NO LO TOMÉ EN SERIO… ME VALIÓ’

Enrique Santiago Flores es originario de Chicontepec, Veracruz, pero reside en Reynosa desde hace un par de décadas. A sus 50 años pasa los momentos más difíciles de su vida.

Conectado durante tres horas, tres veces a la semana, a un aparato que se encarga de extraer y limpiar la sangre de su cuerpo, este despachador de gasolina ya pensionado confiesa porqué se enfermó de los riñones, comenzando primero con la diabetes:

“Hace 27 años que estoy padeciendo este mal. No fue por un patrón genético, sino por malos hábitos alimenticios. Se me disparó a raíz de un susto cuando explotó una manguera al descargar una pipa con combustible.

“Yo sentí que me dio la diabetes en ese momento porque me entró como una cosa pesada en mi cuerpo y se me fueron las fuerzas. Me di cuenta después cuando se me infectó una uña”, recordó.

Enrique acudió al doctor, le hicieron análisis y ahí se lo dijeron, que era diabético, porque no se le curaba su pie.

“Tenía Seguro Social, pero como todo, estaba joven y no le puse interés. No lo tomé en serio y me valió. Seguía llevando la vida a mi modo. No me puse a concientizar de que podía tener consecuencias hasta ahorita que estoy aquí. Hoy me pongo a analizar el por qué no valoramos las cosas cuando estamos en el momento que podemos remediarlas”, comentó y se quedó pensando.

Enrique se hallaba en una categoría en la que hoy entra la mayoría de los mexicanos en edad adulta: sufría obesidad, estaba en los 110 kilos, pero a causa de su enfermedad bajó hasta los 60.

“La diabetes me pasó su primera factura por no cuidarme, porque uno dice, ‘estoy joven, tengo todo, hago y deshago’, pero las consecuencias son después como ahora”, agregó visiblemente afectado, con sus ojos llorosos en el sillón de la hemodiálisis.

ACEPTABA EL TRATAMIENTO O SE DEJABA MORIR

Cubierto casi por completo con una frazada de franela, Enrique tiene año y medio yendo al Hospital General de zona Número 15 del Seguro Social. Cuenta cómo han sido sus días desde que llegó.

“Es una forma de vivir y la oportunidad que nos dan de una mejor calidad de vida, porque tener insuficiencia renal es algo preocupante, pues son muchos obstáculos que se derivan de eso y ya no podemos hacer una vida normal.

“Yo que lo estoy padeciendo ahorita, me gustaría decirle a la gente que tomen consciencia de las cosas y más que nada de la vida que Dios nos da y nos presta. Que valoremos eso, porque venimos de paso nada más y si podemos vivir con salud hay que esforzarnos a estar mejor”, recomendó este paciente, quien por desgracia ya no puede revertir su enfermedad.

No obstante, Enrique dijo aferrarse a la fe, porque a pesar de someterse a un tratamiento de hemodiálisis, su salud estaba peor y se ha ido estabilizando paulatinamente.

“Si no fuera por Él, no viera. Sinceramente yo perdí la vista. Me iban a cortar los pies. He sufrido tantas cosas, pero cuando me acerque a buscar a Dios me hizo el milagro de tenerme aún con vida. No miraba nada, pero lo busqué y me permitió que yo pudiera recobrar mi vista. No me miraba ni las manos. Hoy puedo caminar, ir al centro de Reynosa, y también desplazarme por mi cuenta”, mencionó.

Este hombre ha experimentado complicadas etapas que lo han puesto en riesgo de morir, por lo que ahora habla con la gente, buscando que se refleje en él si no se cuidan y siguen tomando refresco y comiendo harina.

“Yo quisiera que llevemos una vida normal, saludable, buscando alimentarnos de la mejor manera. No consumiendo tantas cosas como sodas, comida chatarra. Valorar nuestra salud, nuestra vida, pues venimos de paso nada más y si podemos vivir mejor, alimentándonos bien con frutas y verduras hacerlo, esforzarnos, porque todo lo que el mundo nos ofrece es comida chatarra que no nos nutre.

“Debemos evitar los azúcares y harinas, porque esas cosas son las que vienen a afectar al cuerpo, a la sangre. Debemos tratar de evitarlo. Eso es lo que me gustaría decirle a la gente y compartirlo, de que no es una vida fácil ya cuando llega uno a estos extremos. Y aunque se dice que la hemodiálisis es calidad de vida, nunca va a ser como cuando uno estaba sano”, argumentó.

LA LEY DE LOS EXCESOS … Y DE DIOS

Para Enrique Santiago Flores no seguir los consejos de salud era algo común en su vida. Tenía la creencia de que a él nada malo le iba a pasar, pero se confió: con apenas 23 años se enfermó de diabetes y a la postre sus riñones colapsaron. Dijo que su fe lo mantiene vivo, porque de otra manera sería menos llevadera su situación.

“Fui una persona que se descuidó mucho. Yo tomaba bastante. Llegue al grado de tocar fondo. De ahí Dios tuvo misericordia de mí, me levantó, me rescató y ahora tengo vida porque Él me la ha dado, porque nosotros sin Dios no somos nada.

“Yo le invito a las personas que sientan que ya no tienen vida, que ya no hay nada que hacer, que se acerquen a Dios, que lo busquen, porque Él es grande y poderoso que puede darnos la oportunidad. Aún así como estoy si le busco con todo mi corazón y toda la fe, Dios me puede dar una nueva oportunidad de vivir saludable, y aún hasta de quitarme la hemodiálisis que me hacen, pero cuando lo buscamos verdaderamente con todo nuestro corazón.

“Por eso invito a las personas a que tomen consciencia de las cosas y que valoremos nuestra vida, y busquemos a Dios más que nada, porque todo esto que tenemos en nuestro mundo, aquí se va a quedar y no nos vamos a llevar nada. Debemos preocuparnos más que nada por nuestra alma y nuestro espíritu, de dónde vamos a estar después de que muramos”, comentó.

El entrevistado agradeció al personal médico del IMSS y a los enfermeros que lo cuidan, porque
aseguró que lo atienden muy bien y le brindan un buen servicio.

Sabedor que cada día más personas son diagnosticadas con diabetes y otro grupo tiene que someterse a la diálisis o hemodiálisis, Enrique expresó que existen quienes se rehusan a conectarse a un aparato para poder sobrevivir, hasta que su salud empeora y fallecen, por lo que invitó a los que padecen algo parecido, a no dejarse morir.

“No tengan miedo. Si Dios nos da la oportunidad de vivir hay que buscar la forma. Dios hizo los médicos, les dio sabiduría. Hay que acercarnos y no tener temor. Si alguien está escuchando lo que estoy hablando. Yo sentía terror por esto de la hemodiálisis, pero si es un medio para que podamos vivir y salir adelante debemos echarle ganas y acudir.

“Hay que aceptar que estamos como estamos, pero también debemos reconocer que cometemos muchos errores de los cuales no nos podemos librar después, más que aceptar y continuar hasta que Dios diga”, manifestó.

LA REALIDAD QUE MUCHOS IGNORAN

Debido a las complicaciones propias de la diabetes Enrique ya no es apto para recibir un transplante de riñón, pero del mismo modo existen pacientes que experimentan el sufrimiento de la hemodiálisis, algunos con padecimientos congénitos y otros por causa de medicamentos mal suministrados.

Lo cierto es que quienes aquí se encuentran, ven la vida desde otra perspectiva. Valoran cada minuto de una forma diferente, aunque al mismo tiempo se desesperan de traer en su cuerpo una cantidad enorme de toxinas porque no pueden orinar.

Impotentes algunos de los pacientes no logran pasar de los cinco años bajo este procedimiento, pero otros se aferran a las máquinas, que ahora son su vida y no faltan a sus citas.

Y es que cada vez son más las personas a quienes ya no les funcionan sus riñones.

El panorama es tan preocupante que la mayoría no son enfermos congénitos, sino que están ahí por abusar de las bebidas gaseosas azucaradas y, peor aún, muchos son jóvenes.

Por eso quienes ya han llegado a tal instancia aseguran que tomar refresco, sí mata…

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