
El Planeta de los simios: La Guerra inicia cuando la acción ya está muy avanzada. El simio súper desarrollado César, que aprendió a hablar y comportarse como los humanos, se ha convertido en un
astuto líder de la emergente nación de primates.
Era, en un principio, un noble chimpancé que, por un descontrolado experimento de laboratorio, se convirtió en un prototipo de los de su clase. Con el paso del tiempo, guió a los suyos a una batalla contra los humanos, por la posesión de la Tierra.
En esta que parece ser la conclusión del remake de la serie clásica, que fue resucitada al inicio de la década, César quiere paz. Es un valiente guerrero y enfrenta a los humanos, pero les da tregua y les explica que únicamente quiere que los suyos sean dejados en libertad para seguir su vida en sociedad y desarrollarse como especie, en un lugar apartado, lejos de la nociva influencia de los homo sapiens.
Sin embargo, la soberbia y estupidez de los humanos lo mueven a retomar las armas.
La Guerra, a la que se hace alusión en el título, es de dos seres: el simio y el Coronel (Woody Harrelson), evidentemente inspirado en el coronel Kurtz, interpretado por Marlon Brando, en Apocalipsis Ahora. El militar ha lastimado seriamente a los monos y, particularmente a su líder, quien reclama venganza.
Toda la naturaleza de la serie estrenada en 1968 con Charlton Heston en el comando, el comentario social está presente. Existe una nube densa de ambiente político en la atmósfera del planeta simiesco. Los seres humanos, sintiéndose los seres superiores de la creación, no permiten que otra especie los domine. Pero los monos ascienden por culpa de las personas que juegan a ser Dios.
Afrentados, golpeados en su orgullo, los pensantes se encargan de aniquilar a los primates humanoides que amenazan con despojarlos del control del planeta. Pero las otroras nobles bestezuelas, han aprendido a defenderse y contraatacan.
No existe espacio para la paz. La única instancia para dirimir las diferencias es la violencia. Las balas traen solución y sosiego. El desalmado Coronel, de gatillo fácil, somete a los monos a trabajos forzados, aunque llega el momento en que el castigo es tan severo que no queda más opción que el camino de la rebelión.
En un despliegue de virtuosismo digital, Andy Serkis hace un trabajo espectacular como el líder de los simios. Aunque toda la orquestación de personajes generados por computadora, requirió una precisión hiperrealista, es este actor el que obtiene los mayores reconocimientos, pues consigue proyectar con la expresión de sus ojos, rasgos emocionales diametralmente opuestos en una gama inagotable de expresiones.
Toda la historia es sobre un grupo de animales bípedos encarcelados y sometidos a tratos crueles de los trabajos forzados. Detrás de los barrotes, observan cómo su enemigo humano emplea métodos abusivos para lastimarlos, sin darles esperanza de escape. Es ahí, en medio de la desesperación, donde César, consumido por el odio, cansado y avejentado, olvida su compasión y se transforma en un ser hecho para cobrar venganza.
El cierre de la trilogía trae soberbias escenas de combates tumultuarios y caóticos, en el bosque y en las instalaciones carcelarias. También contiene estrujantes momentos conmovedores, de los chimpancés, que representan toda la naturaleza viva, afectada por la tonta ilusión de superioridad de los seres humanos.
Es una película que mueve a la reflexión con momentos emocionantes, tensos y, al final, tristes y desalentadores, sobre los alcances destructivos del hombre, como supuesto rey de la creación. v