
La nueva versión de Los 4 Fantásticos confirma que esta serie es la más debilucha de todas las que presenta Marvel. Las más recientes entregas del cuarteto con superpoderes habían pasado los controles de calidad, por su propuesta carente de pretensiones. Los fans esperan siempre sólo ver en acción a los superhéroes derrotando al mal.
En esta ocasión, el director Josh Trank buscó incluir una buena cantidad de drama, para aprovechar el conocido talento de sus protagonistas. Está bien actuada, Los 4 Fantásticos, indudablemente, pero el público no quería ver rostros deliberativos ante las injusticias del mundo, si no acción y mucha aventura, de la que no hay tanto.
Desconcierta la decisión del estudio de presentar una nueva visión de una anécdota que ya se conoce, como es el surgimiento del cuarteto, con todas sus variantes. Los fans del antiguo cómic ya saben que fueron bombardeados por radiaciones que les dieron capacidades especiales, que utilizan para combatir a la maldad. Parece innecesario que repitieran el cuento ya conocido.
Además, lo hicieron presentando otra vez al Doctor Doom, el más familiar de los antagonistas de la franquicia, una variante que, como sorpresa, aporta sólo la nueva caracterización rejuvenecida y cínica del malévolo personaje, Némesis de Reed Richards.
Trank presenta, como novedad adicional, la reinvención de cada uno, haciéndolos más jóvenes, casi adolescentes. Los llaman niños genios, al interior de la historia. La nueva alineación incluye a Miles Teller, el muchacho que maravilló recientemente como el atormentado músico de Whiplash, ahora transformado en el eminente científico que se convierte en el líder de la pandilla, con poderes para elongar sus extremidades.
Están, además, Kate Mara, como la Chica invisible; Michael B. Jordan, como Antorcha; Jamie Bell, como La Mole; y Tobey Kebell, como Doom. Los intérpretes son jóvenes, apuestos y atractivos, bien dotados para el histrionismo. Pero el director no pudo extraer de ellos algo de actividad, sólo desánimo propio de un drama shakesperiano. Sus soporíferas aportaciones hacen que parezca más la historia una tragedia de chavales incomprendidos, con un genio copado por los abusivos adultos, que una refrescante cinta de cómic veraniega dirigida al público juvenil.
El guionista Jeremy Slater se tomó muy en serio la decisión de exponer el génesis del grupo. Emplea más de la mitad de la cinta explicando quién es cada uno, cómo se comporta en su vida, como si fuera necesario construir, en el entorno, una descripción de sus motivaciones para lanzarse a la vida glamorosa y muy sacrificada de superhéroe.
Después, cuando entra en materia, hace muy poco por aportar adrenalina. Y, lo peor, le resta todo el sentido del humor, una característica de las historias de Marvel. En el centro de la película, está la transformación de los muchachos en seres fantásticos. Juntos prueban una máquina de teletransportación inventada por Richards que los lleva a otra dimensión, donde ocurre un evento inesperado. Incómodamente, al regreso del viaje entre dimensiones, la historia se detiene. La anécdota se infarta y aunque hay un intento por dar electroshocks, queda inconsciente.
Se observa un descuido en el ritmo narrativo, con un Doom alejado de la acción, mientras los Fantásticos deliberan lo que deben hacer con su invento, y el uso que el Ejército Norteamericano, en su variación de agente malvado, planea hacer con los superpoderes del cuarteto para inaceptables propósitos militares.
Existe un marcado apresuramiento para empujar hacia el final la película en su tercer acto. Los efectos de digitalización, que al principio lucían aceptablemente espectaculares, se abaratan. No se observa una definición de realidad, en comparación con otras presentaciones de la serie. Está muy lejos de aproximarse a Iron Man o al capitán América en cuanto a calidad visual.
Los chicos buenos, entonces, deben regresar al universo paralelo desde donde el maligno doctor amenaza a la Tierra. Lo que debería ser la escena más emocionante de la película, se convierte en una rutinaria secuencia de acción con un soso, esperado y anticlimático desenlace.
Bien se ha dicho que la nueva de Los 4 fantásticos es tan mala, que ni siquiera Stan Lee se atrevió a hacer su tradicional cameo.
La serie debe renovarse, por lo menos en el rubro de la dirección.