
A principios de agosto de 2014 la controvertida mortandad de peces y tortugas en la laguna La Escondida de Reynosa –que ocupó las planas de algunos periódicos y espacios informativos–, fue tan sólo una ligera muestra de la ausencia de un programa eficaz de control preventivo y de protección al medio ambiente para la ciudad más industrializada de Tamaulipas.
El suceso del vaso lacustre, el cual literalmente “madrugó” a los funcionarios municipales encargados del tema –con un tiempo de respuesta que dejó múltiples interrogantes, alarmando a la comunidad– y, que presumiblemente, contribuyó a la remoción de Óscar Aldrete como titular del Departamento de Ecología del ayuntamiento local, no se compara si quiera con la quema indiscriminada de toneladas y toneladas de basura en el vertedero municipal de Las Anacuas.
Y es que éste es un viejo problema arrastrado desde anteriores administraciones, sin que parezca haber una pronta solución, mientras para los habitantes del sur de la ciudad resulta ya insoportable seguir respirando aire contaminado.
A raíz de múltiples quejas, el pasado lunes 26 de enero Hora Cero realizó un recorrido donde pudo comprobar que una densa capa de humo cubría la zona del tiradero, extendiéndose hacia las colonias aledañas y que incluso, podía observarse a kilómetros de distancia del Viaducto Reynosa y desde la carretera Reynosa-San Fernando.
Los vecinos del sector denuncian que respiran aire impuro la mayor parte del tiempo y que esta práctica ya se ha vuelto cotidiana, sin que nadie haga algo para impedirla.
Entre las colonias afectadas se encuentran la Ramón Pérez García, Ayuntamiento 2000, Las Milpas 2, Humberto Valdez Richaud, Naranjitos, Beatriz Anaya, El Oasis, Arboledas de Juárez, Arecas, Tamaulipas III, México, Ampliación Pedro J. Méndez, Juárez III, Balcones de Alcalá, Satélite III, Los Almendros, Nuevo Itavu; así como los ejidos La Presa, La Laguna, Las Anacuas (ubicado al sur del basurero) y en colindancia con los terrenos del señor José Vargas (al norte) y pozos de Pemex (al este).
Pero es circulando sobre el Viaducto Reynosa (desde el kilómetro 83 al 85 de poniente a oriente) donde se hallan los dos principales accesos a este basurero, cuya extensión territorial aproximada es de 12 hectáreas, de acuerdo con Isidro Núñez Velázquez, presidente del Catorceavo Comité Campesino.
Al predio ingresan tanto carretones como vehículos motorizados, que se pierden entre la densidad de las humaredas. Este medio intentó entrevistarse con los encargados del sitio, pero no hubo nadie que atendiera al llamado. De hecho, resulta casi imposible penetrar al basurero sin resultar agobiado por la toxicidad del medio ambiente, debido a la combustión de materiales fósiles y plastificados.
LOS TESTIMONIOS
Rodrigo Sánchez, habitante de la colonia Villa Esmeralda, quien ingresó al predio para arrojar varios desechos, reconoce que el vertedero de Las Anacuas no está regulado, porque la basura es encendida regularmente, afectando también a los conductores del Viaducto Reynosa.
“A veces (el humo) tapa la carretera y no se ve nada, nada, se pone peligrosa. Nosotros venimos a dejar nuestros desperdicios aquí cuando no pasa el camión por la colonia”, menciona.
Por su parte, Maritza Cruz, residente de Balcones de Alcalá, lamenta el ecocidio que se está cometiendo en este lugar, afectando a la ciudad y la gente que vive en los alrededores.
“La verdad que ya es muy notorio el hecho de que siempre esté ahí encendido el basurero y la verdad que está muy mal. El municipio no hace nada y en las noches y tardes se ve como si fuera una capa de polvo, pero en sí, es el humo que viene hacia nuestras colonias del basurero.
“Además el olor que es muy fuerte, se siente lo que se respira. No puedes salir de la casa, porque sales y es el olor tan fuerte, penetrante”, describe.
La entrevistada señala que hay días que la contaminación se percibe menos que otros, dependiendo en qué dirección sople el viento.
Expresa que ella como madre de familia lleva a sus hijos al Tamul de Balcones de Alcalá con el propósito de que hagan deporte y tengan una vida sana, pero cae en cuenta de que al mismo tiempo están respirando aire sucio.
“Supuestamente nosotros los traemos para que estén saludables, pero también es estar exponiéndolos a que estén inhalando todo eso y que se nos enfermen, porque esta situación tiene mucho tiempo y nuestro llamado es a las autoridades para que atiendan el problema, que ya se ha salido de las manos y no se ha hecho nada por solucionarlo”, manifiesta.
En tanto que la señora Rocío Reyes Moreno, originaria de Los Almendros, expresó que la humareda del vertedero de Las Anacuas perjudica su salud y la de su familia.
“Posiblemente ahorita no tengamos algunos efectos, pero en un futuro nos puede causar problemas estar a diario respirando todo ese aire contaminado”, refiere.
Sin una solución aparente, esta ama de casa pidió no minimizar el flagelo ambiental de este basurero, cuya contaminación es imposible de ignorar.
“Cuando miras hacia el cielo hay veces que se ve todo oscuro, feo y negro. El olor también se percibe mucho. Yo le pediría al gobierno que busque una solución, porque nos perjudica a uno como ciudadano que vive aquí y a nuestros hijos también.
“No estamos pidiendo que quiten el basurero, simplemente que ya no permitan que lo enciendan, o lo que sea lo más sano y conveniente para todos”, señala.
QUE DICE LA LEY
Sin embargo, por increíble que parezca, durante varias gestiones el ayuntamiento de Reynosa ha pasado por alto este ecocidio, siendo que el basurero obra en poder del mismo gobierno municipal, contraviniendo sus propios estatutos y en quebranto a las normas ambientales de carácter nacional e internacional.
De acuerdo con el Artículo 101 del Reglamento de Equilibrio Ecológico de Reynosa la ciudad, a través de la Dirección de Ecología ejercerá “el control y vigilancia permanente y continua sobre las instalaciones y la operación de los confinamientos y de los rellenos sanitarios”.
Por su lado, en el Artículo 5, capítulos IV, V y VI, se establece que “se considera para la utilidad pública el establecimiento de medidas de prevención y control de la contaminación del aire, agua y suelo en el territorio municipal”, así como “el establecimiento de rellenos sanitarios”.
El reglamento también menciona que “para los efectos de las disposiciones contenidas en el presente ordenamiento se consideran las definiciones y conceptos establecidos en la Ley General del Equilibrio Ecológico y Protección al Ambiente, y aquellas derivadas del Código para el Desarrollo Sustentable del Estado de Tamaulipas”.
Y señala como actividades riesgosas aquellas que “donde se manejan sustancias que ocasionen un deterioro al ambiente o afectación a la población o a sus bienes”, tal y como ocurre con el humo emanado del vertedero.
Asimismo especifica que la autoridad jurídica es la misma Secretaría del Ayuntamiento, validada para actuar en consecuencia.
El Código Municipal también define que puede ser contaminación “la presencia en el ambiente de uno o más contaminantes, o cualquier combinación de ellos que cause desequilibrio ecológico, produciendo efectos nocivos a la salud, a la población, a la flora y la fauna, que degrade los bienes y recursos naturales del municipio”.
Incluso, eleva el tema a un nivel catalogado como contingencia ambiental, cuando existe una “situación de riesgo derivada de actividades humanas” (como la quema de basura), “que pueden poner en peligro la integridad de uno o varios ecosistemas”.
Ordena “la vigilancia, inspección y aplicación de las medidas que sean necesarias para el cumplimiento de los ordenamientos establecidos en este Reglamento, que permitan la conservación del medio ambiente, reduzcan y eviten en su caso la contaminación del mismo, así como el deterioro de los ecosistemas”.
Y exige la “Modificación de los procesos causales del deterioro ambiental para ajustarlos a la normatividad que la Ley prevé para cada caso particular”.
A QUIENES LES CORRESPONDE
Por su parte, el Título Tercero, Capítulo Único del artículo 10 que “el presidente municipal y la Dirección de Medio Ambiente” tendrán las atribuciones de “preservar el equilibrio ecológico del ambiente en su circunscripción territorial”, “aplicar en su circunscripción territorial la Ley Federal y Estatal del Equilibrio Ecológico y Protección al Ambiente”, así como “adoptar las medidas necesarias para prevenir y controlar emergencias ecológicas y contingencias ambientales, cuando la magnitud y gravedad de los desequilibrios ecológicos o daños al ambiente”.
Al mismo tiempo les pide “crear organismos que coadyuven al logro de los fines que establece el presente reglamento”; “prevenir y controlar la contaminación de la atmósfera, generada por fuentes de jurisdicción municipal” (como sucede en el basurero de Las Anacuas); “verificar el cumplimiento de las Normas Oficiales Mexicanas de Emisión máxima permisible de contaminantes atmosféricos”, así como “establecer las medidas necesarias e imponer las sanciones correspondientes en el ámbito de su competencia”.
El Reglamento también señala que se deben “elaborar informes mensuales sobre el estado del medio ambiente en el municipio, así como los resultados del monitoreo de la calidad del aire, integrándolos al sistema de información estatal a cargo de la Secretaría. Dichos informes se harán del conocimiento de la ciudadanía”.
En tanto que en el artículo 15 capítulo VII establece que la Dirección de Ecología deberá “formular querellas y denuncias ante la Procuraduría General de la República y del Estado de Tamaulipas por delitos establecidos en la Ley General del Equilibrio Ecológico”.
Además el artículo 78 indica que “queda prohibido realizar quema al aire libre de cualquier material o residuo sólido o líquido”.
Pero aún cuando las multas equivalentes pueden ascender a los 20 mil días de salario mínimo vigente en la región a quienes quebranten tales estatutos, e incluso, la prisión en caso de reincidencia, el tamaño de este perjuicio cometido por años en Las Anacuas tal vez no tenga precio.
LOS DOCUMENTOS
En base a la Ley de Transparencia y Acceso a la Información Pública se tramitó un oficio para solicitar la situación jurídica de este basurero, situado a un costado del Viaducto Reynosa y cuya extensión territorial es de 120 mil metros cuadrados aproximados.
También se pidió corroborar si el señor Claudio Gracia (o familiares) sigue siendo el actual propietario del predio (de acuerdo con los ejidatarios del sector de Las Anacuas), así como bajo qué términos económicos y logísticos se firmó el convenio en el que éste cedió el terreno al municipio.
De la misma manera, se requirió el historial de la finca de cuando pasó a ser zona ejidal a propiedad privada, con copias selladas de recibido.
En contestación a la solicitud de información presentada ante el gobierno municipal de Reynosa el pasado 3 de febrero, bajo el expediente SAY–0197/2015 se informó lo siguiente:
“El inmueble mencionado como ‘Basurero Las Anacuas’ pertenece a la Hacienda Pública Municipal desde el año dos mil once”, lo que confirma que el principal responsable de vigilar el correcto funcionamiento del mismo es el ayuntamiento.
A pesar de que los ejidatarios del sector de Las Anacuas refieren que hubo un convenio con la administración panista de Francisco García Cabeza de Vaca para operar el vertedero, Hennie Agustín Merle Zavala, actual secretario del ayuntamiento, mencionó en este documento que “no se encontró en los archivos de esta secretaría convenio alguno suscrito por el C. Claudio Gracia y la Administración Pública municipal 2004-2007”.
Tampoco se especifica bajos qué términos la administración anterior se habría adjudicado del dominio del terreno ni el dinero que éste costó al erario público.
Lo que sí resulta notable es que en tiempos en los que la Dirección de Ecología se encuentra acéfala, el basurero de Las Anacuas sigue siendo uno de los grandes focos de contaminación, en un hecho que habla mal de Reynosa y que sigue afectando a miles de personas al sur de la ciudad, que respiran un aire con olor a quemado y viven bajo un cielo gris.