Desde los siete años comenzó su travesía para descubrir su pasión por la danza, y casi dos décadas después, Enya Aldaz, originaria de Reynosa, se prepara para aprovechar una oportunidad en la Escuela de Danza Contemporánea en Hamburgo, Alemania ‘Contemporary Dance School Hamburg’ (CDSH).
Cuando Enya Aldaz tenía siete años, asistió a una función del “Lago de los Cisnes” durante un festival cultural en Tamaulipas. Al terminar la obra, conmovida por la elegancia del espectáculo, le dijo a su padre: “yo quiero bailar como ellas”. Esa frase marcó el inicio de un camino de pasión, constancia y disciplina que hoy, a sus 25 años de edad, la llevará a cumplir una meta que ni se había imaginado que podría lograr: estudiar danza contemporánea en la prestigiosa Contemporary Dance School Hamburg, en Alemania.
Su acercamiento a la danza comenzó formalmente en la Casa de la Cultura de Reynosa, donde se inscribió en clases de ballet. Fue entonces cuando descubrió el placer de entrenar y de imaginarse sobre un escenario. A los diez años, conoció la danza contemporánea y, cautivada por la libertad del movimiento, consideró que si quería dedicarse a ello.
“Yo le dije a mi papá que quería vivir de esto. Estaba entre el ballet y la danza contemporánea, pero sabía que me quería dedicar a eso”, compartió.
A los 15 años empezó a buscar opciones de formación fuera de su ciudad natal, por lo que tocó puertas en distintas instituciones nacionales con la esperanza de encontrar una formación más profesional. Aunque inicialmente enfrentó respuestas negativas, logró ingresar al Ballet Club en Ciudad de México, donde también formó parte de una compañía juvenil llamada Ballet Joven.
La pandemia de Covid-19 cambió sus planes, así que Enya regresó a Reynosa junto a su madre y permaneció un año en el municipio fronterizo hasta que ingresó a la licenciatura en Danza Contemporánea, en la Universidad Autónoma de Nuevo León, donde concluyó sus estudios en 2024.
“Cuando terminé la carrera pensé: ¿ahora qué sigue? Fue justo entonces que supe de la audición para la escuela en Hamburgo. Fui sin expectativas, pero me dieron la beca. Este año ha sido de mucho trabajo para lograr irme a Alemania”, contó en entrevista con Hora Cero.
EL RESPALDO FAMILIAR FUE CLAVE PARA ELLA
Uno de los pilares fundamentales en el camino de Enya ha sido el apoyo de su familia. Acompañada de su madre, cuando se mudó a la capital del país para continuar su formación, dejó su trabajo para acompañarla y su padre se quedó en Reynosa para sostener económicamente a la familia.
“Me emocionaba mucho entrenar todo el día, buscar nuevas escuelas, convivir con mis compañeros. Recuerdo esa etapa con mucha alegría”, expresó.
También recuerda con cariño la vida cultural de la Ciudad de México, que alimentó su sensibilidad artística: los fines de semana en museos, las obras de teatro y muestras artísticas.
“Siempre había algo. Es una ciudad llena de movimiento y de arte”, agregó.
LA DANZA COMO COMPROMISO
SOCIAL Y CREATIVO
Para Enya, ser bailarina en México implica una enorme responsabilidad, reconoce que las oportunidades son escasas en el país, por lo que considera que cada presentación debe aportar algo significativo a la comunidad.
“La danza tiene que tocar temas importantes, provocar una reflexión o representar algo con lo que el público se identifique. Es una disciplina que te obliga a pensar y a sentir profundamente”, explicó.
Como parte de su proceso para lograr irse a Alemania, Enya presentó el pasado 12 de abril una coreografía propia en el Parque Cultural de Reynosa, titulada ‘Desdibujar los Pasos’, el cual fue organizado como un evento de recaudación de fondos para su viaje y estadía en Alemania, país en el que residirá tres años hasta que culmine su instrucción de baile profesional.
La entrevistada contó que para concretar este proyecto, solicitó apoyo al Instituto Tamaulipeco para la Cultura y las Artes (ITCA), por lo que tuvo que realizar un viaje a la capital del Estado, Ciudad Victoria.
“Me dijeron que podían apoyarme prestándome el teatro para presentar algo mío y que podía cobrar sin pagarles. A partir de ahí tuve dos meses para crear mi obra”, detalló.
La pieza, en colaboración con su amiga Scarlett, abordó el tema de la migración.
“Viviendo en una ciudad fronteriza, el tema me resonaba mucho. Quise representar el duelo de quienes se van de sus países, pero también el de quienes se quedan y ven partir a sus seres queridos. La danza permite mostrar eso sin decir una sola palabra”.
Sobre su método creativo, explicó que suele improvisar, grabarse, revisar los movimientos que más le gustan y a partir de ahí construir la coreografía.
“Normalmente, no tengo todo claro desde el inicio, voy descubriendo la pieza en el proceso. Fue estresante, porque nunca había montado algo tan largo. Solo había trabajado piezas de máximo cinco minutos”, confesó.
Además, la artista reynosense remarcó el gran desafío que fue para ella el tener que practicar una puesta de baile de su autoría con una compañera en conjunto; sin embargo, señaló que a pesar del nerviosismo y la poca experiencia en el área, logró complementar sus ideas de pasos y movimientos con su amiga Scarlett.
UN RETO EMOCIONAL Y TÉCNICO
El día de la función, Enya cuenta que sentía mucha presión. “Yo tenía que analizar lo que quería transmitir, imaginarme cómo se vería desde el público, aunque yo no lo estuviera viendo. Eso fue lo más complicado”, recordó.
A pesar de la incertidumbre de cómo saldría todo, el resultado fue satisfactorio una vez que la joven logró pisar el teatro, pues fue en aquel momento donde se percató que todo el estrés y el nerviosismo había valido la pena. El teatro estuvo casi lleno y la experiencia, aunque agotadora, le dejó una gran satisfacción.
“Lo que le dije a mi amiga Scarlett cuando terminó la función fue que todo valió la pena en el momento en que pisé el escenario”, aseguró.
CONTINÚAN LOS ESFUERZOS
Aunque el evento fue exitoso, la bailarina reynosense aún no ha conseguido reunir el total necesario para su estancia en Alemania.
“Todavía me falta mucho. Estoy planeando dar un curso de ballet, aún no tengo fecha ni lugar, pero ya estoy trabajando en eso. También tengo un plan con mis papás de vender hamburguesas para juntar más dinero”, reveló.
La joven estima que podrá mudarse a finales de julio de 2025, ya que las clases inician en agosto. Esta vez viajará sola, sin su madre, por lo que comenzó a tomar clases de alemán para adaptarse mejor a su nueva vida, siendo que su estancia en Hamburgo será de al menos tres años, pues también tiene la visión de conseguir ingresar en una compañía de baile.
“Me emociona mucho la oportunidad. En esa escuela hay maestros de gran trayectoria. Me interesa conocer cómo se mueve la danza allá, cómo se crea desde otro contexto. Y claro, me encantaría entrar a una compañía, que me paguen por bailar”, expresó con ilusión.
SU MENSAJE PARA LA COMUNIDAD ARTÍSTICA
Enya compartió una anécdota sobre un niño boliviano que conoció en un curso de verano en Cuba. El niño tenía miedo de hacer audiciones en escuelas de danza y ella lo animó: “Le dije ‘no pasa nada, tú audiciona a todo’ y ahora él está en Pensilvania y me agradece por haberlo impulsado, cuando en ese momento apenas y nos conocimos”, relató.
Con esa experiencia en mente, Enya invita a otras y otros jóvenes artistas a buscar oportunidades más allá de su localidad.
“Hay muchos lugares donde tu perfil puede encajar y ni siquiera lo imaginas. Yo nunca pensé que lo mío iba a conectar con una escuela en Alemania. Lo importante es seguir buscando y hacer lo que realmente te apasiona, porque cuando lo disfrutas, el camino se vuelve más llevadero”.
