Casi cuatro décadas después de que Carlos Enrique Cantú Rosas lograra la alternancia política en Nuevo Laredo, su hijo, Carlos Enrique Canturosas Villarreal repitió la hazaña y derrocó la hegemonía del PRI, que por 38 años consecutivos ha gobernado esa ciudad fronteriza.
El 7 de julio de 2013, la historia se repitió, el apellido Cantú Rosas arrasó en las votaciones y destiñó el tricolor que imperaba en la ciudad para darle un matiz más azul, más panista.
“Se repite la historia que un Carlos Cantú Rosas venga a gobernar a Nuevo Laredo junto a un Enrique Rivas Cuéllar. Se repite la historia de hace 38 años, una historia que había sido postergada”, exclamó el ganador de la contienda electoral en una improvisada rueda de prensa entre el tumulto de los simpatizantes.
Horas atrás, cuando apenas iniciaba la jornada, en Nuevo Laredo, el punto fronterizo por donde transita el 36 por ciento del comercio internacional de México, los panistas mantenían un perfil más reservado, dominado por el hermetismo, al grado que a las 10:00 horas los medios de comunicación desconocían el horario en el que votaría su candidato.
Fue una mañana tranquila, cortesía de los operativos militares y estatales que se intensificaron en la ciudad con motivo de las elecciones.
Desde temprana hora los rayos de sol cobijaron y sofocaron a un electorado que pocas ganas tuvo de cumplir con su obligación civil, ya que la participación ciudadana no superó el 40 por ciento, a pesar del llamado madrugador que el obispo de Nuevo Laredo, Gustavo Rodríguez Vega, hizo a los ciudadanos de vencer al abstencionismo.
A diferencia de otras ciudades de la entidad, en las que la lluvia impidió salir a votar, en Nuevo Laredo, el hartazgo político fue uno de los factores que provocó la poca afluencia de electores, tal y como lo expresó Mario Bernal, un neolaredense que prefirió cruzar la frontera en lugar de acudir a las urnas.
“No fui a votar porque no le creo a nadie. Todos los políticos son unos mentirosos, tengo mucho tiempo de que ya no voto”, exhibió el ciudadano.
La actividad electoral fue heterogénea dependiendo del sector. En el oriente, centro y sur de la ciudad el aforo de votantes fue lento pero constante, mientras que en las zonas del poniente el flujo fue mayor.
Sin embargo, las miradas estaban puestas en dos casillas en específico: la 0874 de la primaria Lázaro Cárdenas y la 0871 del Club del
Arbol, en donde los dos más fuertes contendientes por la alcaldía emitirían su voto, el panista Carlos Enrique Canturosas Villarreal y el priista Carlos Montiel, respectivamente.
Ambos, acudieron a las urnas acompañados de sus familias y abrumados por los medios de comunicación. Cada quien, en sus respectivos horarios, indicaron que respetarían el resultado de las elecciones y que se encontraban tranquilos, aunque la serenidad pintaba más de color azul.
Desde su arribo a la casilla en la colonia Burócratas, Canturosas se declaró confiado de que al final de la jornada electoral los resultados le favorecerían, su seguridad provenía del presagio que exhibían las encuestas de intención de voto durante las campañas, en las que se le daba una amplia ventaja sobre su rival.
El calor no dio tregua en la ciudad fronteriza, conforme pasaban las horas el termómetro ambiental aumentaba, pero también el electoral.
Cada vez faltaba menos tiempo para que las casillas se cerraran y aunque se esperaba un despunte de votantes a partir de las 17:00 horas, los electores desairaron a la democracia.
Finalmente llegaron las 18:00 horas, ni un sufragio más, el destino de los neolaredenses estaba depositado en 487 casillas.
El nerviosismo comenzó a aparecer en los ciudadanos y en los comités de campaña de los dos principales adversarios, en donde el triunfo se respiraba de igual manera.
Una hora después del cierre de casillas, el primer paquete electoral arribó al Ietam de la ciudad, en donde las autoridades del instituto aguardaban listos para “cantar” los resultados de cada acta.
La primera en llegar fue la casilla 0772 básica en dónde los resultados arrojaron 96 votos para el PAN y 55 para la Coalición PRI-PVEM-Panal, una tendencia que se replicaría en el resto de las actas y ya comenzaban a pintar un “histórico” horizonte albiazul.
Al caer la noche los resultados ya eran irreversibles, la distancia entre Canturosas y Montiel cada vez era más amplia y el sabor a victoria sabía a panismo.
De pronto, la ciudadanía, que en los años recientes se había escondido en sus hogares por miedo a la violencia, salió a las calles a festejar, bajo la complicidad de la oscuridad.
El manto de la noche ya no era temor, ahora era una metáfora de lo que quedaba en el pasado.
“Es un hecho, ya ganamos. Hoy volvemos a nacer”, gritaba con voz entrecortada un simpatizante albiazul mientras esperaba el arribo del ahora alcalde electo de Nuevo Laredo.
El punto de encuentro fue el Centro Cívico de la ciudad, justo en donde se ubica la estatua del emblemático Carlos Enrique Cantú Rosas, fundador del desaparecido Partido Auténtico de la Revolución Mexicana (PARM), que hace 38 años también arrebató al PRI la alcaldía de la ciudad.
A la par, el candidato de la Coalición “Todos Somos Tamaulipas”, Carlos Montiel, reconocía su derrota en una ya desolada casa de campaña, en la que sólo quedaban sillas vacías y un templete montado.
Mientras tanto, en la calle Héroes de Nacatáz, en el centro de la ciudad, una marea azul inundaba las vialidades a la espera de que Canturosas arribara para ofrecer su discurso de victoria.
“Hoy sin duda es una noche histórica, es una noche en la que Nuevo Laredo vuelve a recuperar parte de su libertad y su grandeza, van a ver que sí”, expresó el alcalde electo, ante la ovación y revuelo de los asistentes.
“El cambio ya está en Nuevo Laredo y no les vamos a fallar, no los vamos a decepcionar. Vamos a estar a la altura de las circunstancias de lo que la gente requiere y necesita”, agregó.
Por su pueblo y su apellido Cantú Rosas, se comprometió con los neolaredenses a quienes, en un discurso improvisado, les aseguró que no les fallará.
“No les vamos a fallar, sería una canallada de mi parte fallarles. Por eso también quise venir aquí a este lugar emblemático para mí, cargado de emociones, de cariño para establecer el compromiso no sólo con mi pueblo, sino con mi padre”, señaló.
“No les vamos a fallar a ustedes, ni al apellido que llevo, palabra cumplida, te lo prometo jefe”, fueron las palabras con las que cerró su discurso para seguir con la fiesta de victoria que incluía caravanas de autos, música y cientos de personas con banderas.
Los festejos del alcalde electo se replicaron por diversos sectores de la ciudad pasada la madrugada.
Con el triunfo de Canturosas en Nuevo Laredo, el PAN no sólo se adjudicó una de las “joyas” de Tamaulipas, también mostró uno de sus brazos fuertes con miras a los comicios electorales de 2016 para la gubernatura.