
Josh Friedman ha sido periodista la mayor parte de su vida. Su pasión por esta actividad lo ha llevado a ganar no sólo en una, sino en dos ocasiones, el premio Pulitzer, el más reconocido galardón de periodismo que existe.
La primera ocasión en que tuvo este premio en sus manos fue en el año de 1979, cuando él y un grupo de compañeros del periódico Philadelphia Enquirer fueron reconocidos por su cobertura del accidente de la Isla Three Mile, el más grave sucedido en una planta nuclear que se haya registrado en la historia de Estados Unidos.
En 1985, mientras formaba parte de la redacción del periódico Newsday (el décimo más vendido en la Unión Americana), volvió a recibir un Pulitzer, en esta ocasión por su cobertura de la hambruna en el continente africano, misma que realizó junto con Dennis Bell y Ozier Muhammad.
Por si lo anterior fuera poco, Josh fue considerado para recibir el Pulitzer del Servicio Público, debido a su trabajo dedicado a denunciar la disposición ilegal de desechos tóxicos en su país.
En el año 1992 se integró a la plantilla de catedráticos de la prestigiada Escuela de Graduados de Periodismo de la Universidad de Columbia, ubicada en Nueva York, en donde ocupó la dirección de Programas Internacionales. Actualmente, funge como director del Premio “Maria Moors Cabot”, que desde el año 1938 reconoce al periodismo excepcional y comprometido con la actividad, además de que es considerado el Pulitzer para Latinoamérica.
Apasionado de la profesión que lo ha forjado, Josh es miembro fundador e integrante de la directiva del Comité de Protección a Periodistas (CPJ por sus siglas en inglés), un organismo fundado en Estados Unidos en el año 1981 que busca luchar contra los abusos hacia la prensa y promover la libertad de expresión.
Su interés por ampliar sus conocimientos sobre las condiciones de trabajo que enfrentan los periodistas mexicanos ante el clima de violencia que mantiene azotado todo México, además de participar en las presentaciones del documental “Con las Manos Vacías”, producido por Hora Cero, trajeron a Josh a tierras mexicanas.
Durante su visita al país, Friedman dialogó con profesionales de la información, catedráticos y estudiantes a quienes les detalló el motivo de su presencia.
“Yo le tengo mucho cariño a los periodistas de otros países que tienen problemas, creo que México es el país más difícil en el mundo para ser periodista, sobre todo en ciudades como Monterrey, y si puedo dar ánimo o ayudar lo hago, por eso vengo aquí para ayudarlos”, indicó.
Cuando le preguntan sobre qué es lo que se necesita para ganar un Pulitzer, Friedman, quien es un hombre sencillo, de gesto amable y buen sentido del humor, contesta: “Mucha suerte y mucho esfuerzo. Se puede ser –muy vivo– o muy profesional, pero se necesita suerte para encontrar una historia muy exclusiva, muy única”
EL PERIODISMO EN MEXICO
En entrevista, Josh, alto y delgado, habla sobre su percepción del periodismo en el México actual y las dificultades a las que el género se enfrenta.
Asegura que algo que caracteriza a esta labor en México es la autocensura, que está presente en los medios y se alimenta de la competencia, la falta de organización y las circunstancias particulares de México. Sin condenarla ni alabarla, prefiere hacer comparaciones con países que también han sido azotados por el narcotráfico y la violencia, como Colombia.
“La autocensura de los medios de comunicación es como el cáncer, no es positivo ni negativo, pero existe”, señaló.
A su parecer, la falta de organización del gremio perjudica al mismo, a diferencia de otros lugares en donde el apoyo y respaldo entre los colegas les protege, sin importar para qué publicación o medio reporten. Forman un gran grupo y llegan a acuerdos los unos con los otros para llevar a cabo su labor.
“Los periodistas en Colombia estuvieron muy unidos y los dueños de los medios también estuvieron muy unidos, pero aquí en México no hay tanta organización entre los periodistas para protegerse. En Colombia hay un grupo llamado FLIP, pero no sé si en México exista uno, porque es muy importante si no siempre van a tener que autocensurarse”, precisó.
Para Friedman denunciar la violencia se convierte en una tarea riesgosa para el periodista mexicano, pues “la cosa mala no es querer una nota de violencia, sino que hay peligro para el periodista al escribir sobre eso”.
“Otro problema es que los periodistas no quieren escribir sobre la violencia y es natural, uno quiere sobrevivir y no podemos decir que eso es malo, en Colombia los periodistas hicieron un grupo para protegerse y en México no hay unidad, hay mucha competencia, no hay un grupo para protegerse.
“Yo pertenezco al Comité para la Protección de Periodistas y hemos venido varias veces aquí, para dar ánimo a los periodistas, pero no es algo que se puede hacer por un grupo de afuera, tienen que ser los de aquí.
“Nuestro grupo es muy grande, tenemos como 25 ó 30 personas trabajando solamente en proteger periodistas en todo el mundo, tenemos una cena muy grande cada año para recabar un millón y medio de dólares, tenemos fondos de fundaciones, pero nada del gobierno”, sentenció
Sin embargo, para el ganador del premio Pulitzer la realidad en su país es mucho más triste, pues se teme perder el trabajo, no la vida.
“En una reunión que tuvimos Ted Koppel dijo: ‘aquí en los Estados Unidos estamos muy preocupados de no recibir nuestros sueldos mientras que en otros países están preocupados de no perder su vida’ es muy distinto”, recordó.
Incluso reveló que existen medios como Fox News quienes fungen como una parte del Partido Republicano.
“Fox es como aquí, yo creo que hay medios que están metidos mucho en política”, aseguró.
Friedman lamenta que en su país no se conozca mucho de la situación de México y Latinoamérica debido a que las corresponsalías de los diarios norteamericanos se ha reducido considerablemente.
“Hice un estudio sobre los corresponsales norteamericanos en Latinoamérica y ha bajado terriblemente, por ejemplo Miami Herald que antes tenía muchos corresponsales y ahora tiene uno sólo y ya lo regreso a Miami. Es por cuestión económica”
Ante la falta de corresponsales –señala– los estadounidenses no tienen una clara idea de lo que pasa en México, lo que es una tontería.
“Los ‘gringos’ somos muy ciegos en cuanto a Latinoamérica, lo que es malo”, lamentó.
LOS CONTRASTES
De visita en Monterrey, Josh recuerda su primer viaje a la ciudad, durante su adolescencia.
“Nunca había ido fuera de los Estados Unidos, era mi primera vez fuera del país y la ciudad me parecía muy grande, yo crecí en un pueblo pequeñito. Recuerdo algunos edificios que me parecían muy grandes y un olor a diesel, en Estados Unidos no usábamos tanto diesel. La comida me gustaba mucho además de la música.
“Yo vine como turista, era muy joven, tenía 18 años y junto con un amigo de la secundaria hicimos una gira por Estados Unidos y cuando llegué a Texas pensé ‘vamos a Monterrey’.
“Es interesante, es como ‘un cuento de dos ciudades’ como dijo Dickens, es una ciudad muy rica y los edificios muy bonitos y grandes, visité San Pedro que tiene barrios muy ricos como en los Estados Unidos y hay otros más pobres, hay muchos contrastes”, indicó.
El galardonado periodista señala que en su país perciben a Monterrey y México como unos lugares peligrosos.
“Lo que está pasando en Monterrey nos asusta. Lo que está pasando en México no lo entendemos, la gente en los Estados Unidos tiene algunos problemas, uno es que no entiende otros país y aunque México es nuestro mejor vecino la mayoría de los norteamericanos no conocen mexicanos, no saben que una ciudad como Monterrey tiene arte, industrias, museos y una cultura muy alta, simplemente piensan que los mexicanos son personas que vienen sin plata para trabajar con sus manos, no entienden ni entendieron cuando pasó algo parecido en Colombia, el problema es nuestro por tener tanta demanda de narcóticos”, apuntó.
Aún así reconoció que a diferencia de Colombia, en México se vería mal una intervención norteamericana para combatir el narcotráfico.
“La relación entre México y Estados Unidos es única, yo creo que si llegaran tropas de Estados Unidos aquí sería un gran problema, los mexicanos no quieren tropas norteamericanas, en Colombia se mandaron tropas y peritos en narcóticos pero aquí no es posible, entonces no sé cuánto puede hacer Estados Unidos.
“El gobierno no quiere gastar la plata. Necesitamos centros para recuperación de los adictos, entrenamiento para el trabajo y muchas cosas con las que podemos atacar los problemas sociales que contribuyen a la adicción y la gente no quiere hacer esto, además de que ahora estamos quebrados económicamente”, dijo en una entrevista con Héctor Benavides para el programa Cambios de Multimedios Televisión.
Para Friedman, en Estados Unidos existen políticas muy confusas respecto a la venta de armas, pues hay lugares en donde está prohibido y en otros se fomenta.
“Nosotros tenemos un cuento de dos ciudades, en Nueva York, donde yo vivo, tenemos reglas muy fuertes contra armas, nadie puede andar armado, sólo la policía, en Texas es el extremo opuesto, todos pueden tener un arma escondida en su carro y su bolsa. Es un problema político pues los republicanos como Bush usaron este tema para ganar la presidencia, diciendo: ‘todo mundo debe de tener su arma, es nuestra Constitución, es el derecho de cada americano de tener un arma para matar a los malos’.
“El problema es que es muy fácil comprar las armas en Texas, Mississippi y llevarlas a Nueva York para venderlas, entonces aunque tenemos leyes muy fuertes en Nueva York no pueden prevenir que lleguen armas, entonces tenemos mucha violencia en Nueva York aunque ya es menos.
“Pero en Texas tenemos casos de una esposa que mata a su esposo y es muy común, es Nueva York es una cosa de criminales”, dijo.
El periodista recuerda los años que, como ahora sucede en México, los residentes de algunas ciudades norteamericanas como Nueva York estaba ahogada por la delincuencia.
“En Manhattan era imposible tener un auto, teníamos que poner letreros que decían: ‘mi radio ya fue robado, por favor no rompa mi ventana’ y ahora eso no existe, los problemas han cambiado, el problema más grande es metanfetaminas, el problema es muy grave en zonas rurales y el resto del país”, señaló.
Incluso recuerda que en Estados Unidos –como ahora en México– se escucharon y pusieron en marcha ideas que al final no funcionaron para detener la delincuencia.
“El programa ‘Cero Tolerancia’ no sirvió porque había cientos de millones en la cárcel y es un problema todavía, por ejemplo un 25 por ciento de las personas de raza negra entre 25 y 30 años están encarcelados, es una cosa increíble, muchos están detenidos por fumar marihuana o vender un poco de cocaína, ahora están cambiando las leyes para tener castigos más fuertes para cantidades más grandes y para cantidades pequeñitas uno no es encarcelado. En California están echando a los prisioneros pues no tienen dinero para mantenerlos”, sentenció.
LA SOLUCION NO ES FACIL
Friedman reconoce que en México el narcotráfico y el crimen organizado se han hecho presentes de una manera tan evidente, que en ocasiones recuerda los peores años de la delincuencia en Estados Unidos.
“Se hace la comparación con la época de la Prohibición en la década de los años veintes en Estados Unidos, cuando –como ahora– había bandas que llevaban el alcohol de México y Canadá y había violencia. Hay quienes dicen que si la marihuana es legalizada vamos a tener más tranquilidad, yo personalmente no sé la solución, creo que no hay consenso en la población sobre eso.
“Eso es algo que un político puede decir para ganar el apoyo de la gente pero no va a la raíz del problema, si un muchacho de 12 años vive en un barrio muy pobre tal vez no vea ninguna ruta para salir adelante”, expresó.
Para el periodista y catedrático, la solución a los problemas de México se encuentra en la creación de oportunidades educativas y de empleo que reduzcan el abismo que existe entre la repartición de la riqueza, la corrupción y el consumo.
“He platicado con amigos en Colombia y me contaron cómo han resuelto el problema allá y lo que han hecho es poner mucho dinero en el entrenamiento tecnológico de los jóvenes y así darles trabajo.
El tiempo que he estado aquí he visto que no hay muchas oportunidades para los pobres, sin embargo, el contraste que existe –por ejemplo– entre Reynosa y McAllen es grandísimo, son como dos mundos diferentes y aunque México es un país riquísimo, la plata pertenece solamente a unas personas, México es un misterio”, apuntó.
Además, recuerda que existen otras diferencias entre Colombia y México que impiden que el modelo sea igual, por ejemplo las policías allá son nacionales, no locales y los criminales no tienen tanto interés en la política.
Para este periodista es lamentable que la delincuencia se haya globalizado con organizaciones de criminales que trabajan por igual con drogas como con seres humanos, armas nucleares y pornografía, que, señala, es un negocio que en Estados Unidos genera alrededor de siete billones de dólares por año.
“Es imposible detenerlo pues siempre va a haber alguien que intente hacerlo”.
Y aunque pareciera que el panorama es gris, cuando se le pregunta sobre el futuro de México ante todos estos problemas, Josh contesta: “Esa es una pregunta que le he hecho a mexicanos, no he recibido una respuesta igual, creo que un país como este con su educación, con un progreso tecnológico, con el petróleo, tiene muchas posibilidades de salir adelante pero el problema es social, aún así yo tengo muchas esperanzas para México”.