
La existencia de petróleo en México y de su aprovechamiento, queda registrada con la expedición de las “Reales Ordenanzas para la dirección, régimen y gobierno del importante cuerpo de la minería de Nueva España, y de su Real Tribunal General, de orden de Su Majestad”, publicado en Madrid, España, en 1783, en las que se establecía que toda riqueza extraída del subsuelo, entre ellas los jugos de la tierra, eran patrimonio de la Real Corona pudiendo los particulares explotarlas mediante denuncio.
Los jugos de la tierra, bitúmenes o petróleo, venían a resultar muy importantes en aquella época por sus características de impermeabilidad que permitían proteger a las embarcaciones de madera y hierro de la erosión provocada por el agua salada de los mares, mediante las técnicas de calafateo. Servía también como combustible para la iluminación y procesos de fuego a temperaturas superiores a las que ofrecía la quema de leña.
Posteriormente viene la refinación del petróleo crudo, la producción de keroseno para iluminación y luego para la cocción de uso doméstico e industrial. La primera empresa petrolera en México fue de inversión estadounidense, establecida por el doctor Adolfo A. Autrey en 1868, con el nombre de Compañía Explotadora de Petróleo del Golfo de México; en 1883, el doctor Simón Sarlat Nova, gobernador de Tabasco, crea la primera empresa petrolera mexicana.
REFINERÍA EN REYNOSA
Uno de los más notables auges económicos de Reynosa se generó con la instalación de la refinería de Pemex, que producía gasolina y que fue evolucionando para convertirse en un fuerte impulsor del desarrollo regional. Sus antecedentes vienen de lejos y tienen que ver con la existencia de enormes yacimientos de gas en la comarca.
En 1944, siendo comandante del Onceavo Regimiento de Caballería el general Miguel Flores Villar, se crea el Campo Militar de Reynosa, a casi un kilómetro al sur de las vías de ferrocarril, por la carretera a Matamoros, en los que eran potreros para la cría de ganado vacuno y caprino.
El general y el presidente municipal, don Rodrigo González Guerra, gestionaron la donación de un terreno de 35 hectáreas, propiedad de don Margarito Guerra, próspero ganadero y comerciante, cabeza de una familia de terratenientes, quien vio con buenos ojos la creación de una zona militar en esta frontera, que entonces dependía de la comandancia militar de Linares, Nuevo León, bajo el mando del general Herón Ramírez.
Cinco años después, por gestiones del comandante en jefe de la guarnición de la plaza, general Tiburcio Garza Zamora, se traslada el campo militar a su lugar actual, ya con instalaciones modernas y adecuadas para la cría y adiestramiento de caballos y un apropiado alojamiento del personal militar.
Desocupados los terrenos que habían sido de don Margarito Guerra, en junta de cabildo, con la presencia de funcionarios estatales y federales, se determinó que en dicho lugar se construyeran las instalaciones de Petróleos Mexicanos, dado que, luego de los buenos resultados que se habían obtenido con la perforación de los primeros pozos petroleros (Misión, Cano, Brasil y Reynosa), se consideraba que esta región habría de ser una de las más productivas en energéticos del país.
EL GRAN AUGE
La extracción de petróleo crudo y gas fue de tal magnitud que se determinó crear el Distrito Frontera Noreste, el más grande del país, y, como consecuencia, la Sección 36 del Sindicato de Trabajadores Petroleros de la República Mexicana.
Funcionarios de la empresa, trabajadores, autoridades y pueblo de Reynosa, hicieron posible que se instalara aquí la refinería que habría de abastecer la demanda de gas, gasolina y keroseno a la región, cuyo auge económico la convirtió en un imán para compatriotas de otros lugares del país. Ni quien pensara en irse de “mojado” al otro lado.
Por disposición del presidente de la República, Miguel Alemán Valdez, y del director de Pemex, don Antonio J. Bermúdez, el 26 de diciembre de 1950, entra en operación la refinería de Reynosa, con una planta de desintegración térmica Dobbs, con capacidad para procesar 4 mil barriles de petróleo crudo.
El alcalde, don Alfredo Ramírez García ofreció para las oficinas administrativas de la empresa, un espacio en la parte baja noroeste del Casino Reynosa, al lado de la Cámara de Comercio, según informes proporcionados por don José Ángel González y don Arnoldo de Gárate Chapa.
El principio básico en la refinación del crudo radica en los procesos de destilación y de conversión: se calienta el bitumen en hornos de proceso y se hace pasar por torres de separación o fraccionamiento y plantas de conversión. En las distintas unidades se separan los productos de acuerdo a las exigencias del mercado. Una vez extraído el petróleo, se trata con productos químicos y calor para eliminar el agua y los elementos sólidos, y se separa el gas natural.
El 19 de diciembre de 1955, el presidente de la República, don Adolfo Ruiz Cortines, gira instrucciones al director de Pemex, don Antonio J. Bermúdez, para poner en marcha en Reynosa una planta de absorción con capacidad para procesar 300 millones de pies cúbicos de gas al día.
La refinería de Reynosa pudo abastecer de gas a las industrias ladrilleras locales, algodoneras de la región, incluyendo Matamoros, a la siderúrgica de Monterrey, Altos Hornos de Monclova e industrias de Saltillo y Torreón, además de abastecer las redes de gas doméstico de Miguel Alemán y Monterrey. Se instaló un ramal específico para la exportación de gas a los Estados Unidos.
De hecho, hubo un apogeo inusitado. Reynosa se puso de moda en todo el país. Ese mismo año, se inauguran nuevas instalaciones para elevar la producción de refinados a 10 mil barriles diarios. Un año después, en 1956, se amplían para 2 mil barriles diarios más.
EN EXPANSIÓN
Don Jesús Reyes Heroles, nombrado director de Petróleos Mexicanos por el presidente Gustavo Díaz Ordaz, vio con optimismo el desarrollo de Reynosa e impulsó la creación de dos importantes plantas de petroquímica: la de etileno y la de polietileno.
La primera habría de construirse en los terrenos anexos a la planta de absorción, donde estaba ubicado el parque de softbol de los petroleros y tenía una capacidad de producción inicial de 82 toneladas por día; la segunda se ubicó en la carretera Ribereña, cerca de las vías del ferrocarril.
Al conmemorarse el XXVIII aniversario de la expropiación petrolera, el 18 de marzo de 1966, el presidente don Gustavo Díaz Ordaz, inauguró en Reynosa, la planta de polietileno y otras instalaciones más. Pocos días después, el presidente creó el Instituto Mexicano del Petróleo, iniciando sus actividades el 26 de marzo con el ingeniero Javier Barros Serra al frente.
Antes, el 2 de febrero, en Ciudad Madero inauguró las plataformas de perforación “Independencia” y “Reforma”, las más grandes del mundo, construidas con tecnología netamente mexicana, para perforar en la recién descubierta Faja de Oro.
Según refiere en su libro Relatos y Testimonios, don Rigoberto de la Viña Cantú, fue don Ramiro Garza Cantú, el notable constructor nativo de Reynosa, pero con proyección internacional, el encargado de las obras de las dos plantas de etileno y polietileno. Durante el gobierno del presidente Díaz Ordaz, se da un fuerte impulso a las telecomunicaciones y la automatización.
En 1967, se crea la Sección de Telecomunicaciones y Automatización, adscrita a la gerencia de Explotación, lo que permite establecer sistemas de comunicación a distancia con la utilización de altas y muy altas frecuencias, microondas, conmutación y selección automática, telegrafía, telex y facsimil, con líneas y redes de transmisión y circuitos de intercomunicación.
Este paso es muy importante, por cuanto permitió una comunicación ágil, en tiempo real, de todo el complejo de instalaciones de la industria petrolera nacional. La consolidación de este sistema ocurrió en 1980, cuando se instaló el sistema de microondas, inicialmente con 130 estaciones con capacidad para manejar hasta 500 canales de telefonía. Prácticamente con ello se inicia la etapa de la telemedición y el control de supervisión de las actividades productivas.
En 1970 se amplía la planta para 20,500 barriles diarios. Un cuarto de siglo después, se desintegra el Distrito Frontera Noreste, el más grande del país, y ya fraccionado, abre paso a la desaparición, en 2004, de la refinería. Cerró sus instalaciones y no se sabe el destino que tendrán las 35 hectáreas donadas al municipio por don Margarito Guerra. v