En entrevista, el titular de la Oficina Fiscal en Reynosa, Raúl López López, habló de la importancia de la calidad humana en el servicio público y cómo la atención a los ciudadanos no es responsabilidad exclusiva de los funcionarios públicos.
Todas las personas tenemos que ver en algún momento con temas relacionados con alguna oficina de gobierno, sea esta municipal, estatal o federal, y aquí es donde se vuelve importante qué tan expedita, profesional y humana es la atención que recibimos de los funcionarios ante los que acudimos.
Raúl López López, jefe de la Oficina Fiscal de Reynosa, expresó que el anhelo de todo gobernante es que sus colaboradores tengan la vocación y el tacto para atender al ciudadano ya que, al final, se trata de empleados del pueblo quienes reciben su salario del pago de los impuestos.
“Desde que nacemos estamos conectados a una instancia oficial para hacer efectivo nuestro registro como ciudadanos, ese contacto no termina ni cuando morimos, pues hasta para cerrar el ciclo de nuestra vida hay que dejar oficialmente registrado que ya dejamos de existir.
“Siempre habrá acciones y circunstancias que nos conecten con una oficina pública y con mucha frecuencia nos encontramos con el disgusto y mal sabor de boca que le deja a un ciudadano la atención que recibe cuando se siente obligado a usar el servicio de una oficina pública.
“Hablamos de problemas como la tardanza en el proceso del trámite, demasiados requisitos para poderlo llevar a cabo, horarios restringidos y peor aún: el mal estado de ánimo del empleado público”, sentenció.
López López dijo que estas situaciones provocan cierto nivel de estrés entre los ciudadanos, quienes en ocasiones ya vienen predispuestos a que van a recibir un mal servicio, cuando esto aún no ha sucedido.
Sin embargo, consideró que de parte del ciudadano también existen actitudes que no le ayudan a recibir una atención idónea en una oficina pública, como lo viene a ser la desidia para cumplir con las obligaciones legales.
“Esperamos hasta el final del plazo que autoriza una oficina para realizar tal o cual trámite, con las consecuencias lógicas de vivir por unas horas momentos incómodos y de mal gusto porque no tuvimos la responsabilidad de atender en tiempo y forma cualquier trámite oficial.
“Sin embargo -y sin el interés de generalizar- es común que un ciudadano experimente desaire y mal trato cuando por necesidad tiene que hacer uso de una ventanilla para gestionar un trámite oficial”, manifestó.
El jefe de la Oficina Fiscal indicó que ante ello la vocación de servir debe ser una cultura natural en el funcionario público, pues de poco o nada sirven bellos edificios o elegantes oficinas si dentro de ellas operan personas insensibles e irrespetuosas que ven al usuario con fastidio.
“Hoy por hoy requerimos de empleados públicos sensibles, amables, responsables, con sentido humano, empáticos y que siempre tengan presente que su trabajo depende de la persona que tienen en frente y que al venir a solicitarles un servicio, les da la oportunidad de agradecerle que su empleo todavía exista”, finalizó.