
El proceso de creación de las obras que conforman a Reynosa representa una historia que merece ser escuchada por las nuevas generaciones, el tiempo y esfuerzo de aquellos que contribuyeron a la producción del municipio construyeron un patrimonio admirable.
Los orígenes del municipio de Reynosa se remontan al 14 de marzo en el año 1749, gracias al proyecto colonizador encabezado por Don José de Escandón y Helguera, en aquel entonces siendo nombrada La Villa de Nuestra Señora Guadalupe de Reynosa, con una población de 223 personas bajo el mando del capitán Carlos Cantú.
La villa estaba situada a orillas del río Bravo, pero después de 50 años de su fundación, los pobladores solicitaron su traslado debido a constantes inundaciones, cambio que logró concretarse de manera apresurada en el año 1802, a 8 kilómetros al este en las Lomas de San Antonio, sobre el mismo margen del río.
Reynosa creció rápidamente con el pasar de los años gracias al desempeño de los ciudadanos en brindar su apoyo en el desarrollo de las estructuras de la ciudad. Durante los primeros años en la nueva villa, los jacales de bajareque con techos de paja abarcaban todo el paisaje de la entidad.
De acuerdo con el antropólogo y cronista municipal Martín Salinas Rivera, en nuestra región existía una tradición para la construcción de edificios, ya que no se utilizaban materiales sólidos, las personas comenzaron con la elaboración de jacales, utilizando dos tipos, el de carrizo y el de leños.
Cuando la ciudadanía se estableció en la nueva localización de Reynosa, el punto de partida fue el centro de la ciudad, la plaza principal Miguel Hidalgo, anteriormente conocida como Plaza de Armas; edificios como la Presidencia Municipal y la Parroquia, inicialmente fueron pequeños jacales, que posteriormente fueron reconstruidos.
PRESIDENCIA MUNICIPAL
La primera estructura compacta en ser creada fue la Presidencia Municipal (Casa Consistorial), retiraron el jacal para dar inicio con la edificación; se utilizó el sillar de caliche, que fue utilizado en su mayoría para la construcción del centro.
“El sillar se cortaba de la misma piedra de caliche, ya que es una roca que se desmorona, no es sólida, se escarba para tapizar calles, en esos años todavía se fabricaba”, dijo el historiador.
Posteriormente procedían a poner leña en un pozo, hervían agua y producían la cal viva, este componente lo usaban como un cemento para estructurar las paredes de los edificios.
El fiscal de civil del virreinato de la Nueva España, asignó el terreno para la Casa Consistorial después de recibir noticias en México sobre el forzado traslado de la población de la antigua Villa de Reynosa a las Lomas de San Antonio.
Durante el siglo XIX, la mayoría de las construcciones de la ciudad utilizaban ese material para sellar las paredes y los techos, algo muy característico de las obras es el gran techado y las ventanas, las cuales solían ser grandes puertas de par en par.
PARROQUIA DE NUESTRA SEÑORA GUADALUPE
El segundo inmueble más antiguo en la ciudad es la Parroquia de Nuestra Señora de Guadalupe, la cual estaba compuesta por tres jacales. Aunque el proyecto comenzó a elaborarse en 1810, pero tuvo que ser pospuesto debido a que no conseguían los avances esperados.
La iglesia pasó por diferentes etapas para ser concluida más de 80 años después, la primera fue terminada en 1835, junto con la nave de la iglesia; en 1863, se agregó otro cuerpo cuando se llevaron a cabo celebraciones durante ocho días, y se finalizó en 1898, cuando Reynosa recibió un reloj proveniente de Europa como regaló por parte del Presidente Municipal de Matamoros, Juan Bautista Chapa, siendo traído por ferrocarril.
Actualmente, la mayor parte de la torre del campanario sigue en buen estado, ya que a pesar de tener algunas modificaciones, todavía mantiene parte del material original.
EL MERCADO ZARAGOZA
Otra de las construcciones que aún se mantiene en buenas condiciones, además de ser una de las atracciones más populares en Reynosa, es el Mercado Zaragoza, en aquellos años siendo bautizado como Mercado Parián, fue reconstruido para el año 1881 debido a que la infraestructura de la plaza no era del gusto del alcalde Juan Bautista Chapa Cavazos, el cual propuso un proyecto para la construcción de un nuevo edificio.
Como parte de la tradición en la ciudad, materiales como la cal y el canto (sillares de caliche, ladrillos y cal), fueron utilizados para la elaboración del mercado, incluyendo techos altos con pilastras aparentes y cornisas escalonadas superiores.
A través del tiempo, la plaza ha pasado por diferentes funciones, tanto comerciales como de servicio público. Sirvió como carnicería, frutería, tienda de abarrotes, joyería, etc. Incluso, su espacio fue utilizado como salón de clases de la escuela Hidalgo.
El doctor Luis Mazzotti Galindo, durante su estancia en Reynosa entre 1928 y 1933, empleó el área para la creación de la primera clínica infantil para niños cuyos padres carecían de recursos económicos.
A pesar de haber pasado por distintas modificaciones, hoy en día estos inmuebles forman parte del impresionante desarrollo de Reynosa que aún persisten en la actualidad como una representación ejemplar de la arquitectura del siglo XIX, pero a pesar del valor de cada una de estas construcciones, han sido víctimas de la vandalización y de un mínimo mantenimiento.